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V 1. Nuestros espíritus existieron antes <strong>de</strong> que naciéramos en <strong>la</strong> tierra.<br />
(Véase D. y C. 49:17.)<br />
F 2. Antes <strong>de</strong> nacer teníamos cuerpos <strong>de</strong> carne y huesos como <strong>los</strong> que tenemos<br />
ahora. (Antes <strong>de</strong> nacer éramos espíritus. Véase D. y C. 138:56.)<br />
V 3. Al nacer recibimos un cuerpo físico que estaba sujeto a <strong>la</strong> muerte.<br />
(Véase Moisés 6:59.)<br />
V 4. Cuando se produce <strong>la</strong> muerte, hay una separación entre el cuerpo y el<br />
espíritu. El cuerpo se <strong>de</strong>scompone y el espíritu va al mundo <strong>de</strong> <strong>los</strong> espíritus.<br />
(Véase Alma 40:21.)<br />
V 5. En el mundo <strong>de</strong> <strong>los</strong> espíritus hay un juicio parcial. Los justos van al paraíso<br />
y <strong>los</strong> malvados, a <strong>la</strong> prisión espiritual. (Véase Alma 40:12, 14; D. y C.<br />
138:20–22.)<br />
F 6. Al final <strong>de</strong>l Milenio, sólo <strong>los</strong> justos resucitarán y se reunirá su espíritu con su<br />
cuerpo para no separarse nunca más. (Al principio <strong>de</strong>l Milenio sólo <strong>los</strong> justos<br />
resucitarán y se reunirá su espíritu con su cuerpo para no separarse nunca<br />
más. Véase D. y C. 88:96–101.)<br />
F 7. Los que hayan recibido su cuerpo mortal, y que hayan sido malvados en <strong>la</strong><br />
vida, y que luego hayan muerto no resucitarán. (Los que hayan recibido su<br />
cuerpo mortal, y que hayan sido malvados en <strong>la</strong> vida, y que luego hayan<br />
muerto resucitarán al final <strong>de</strong>l Milenio y así tendrán tiempo para reflexionar<br />
sobre sus fechorías y arrepentirse si así lo <strong>de</strong>sean. Véase D. y C. 88:101.)<br />
Si todos resucitaremos, ¿cuál es <strong>la</strong> ventaja <strong>de</strong>l guardar <strong>los</strong> mandamientos?<br />
(Los que guardan <strong>los</strong> mandamientos heredan <strong>la</strong> vida eterna y <strong>la</strong> exaltación.<br />
Véase Abraham 3:26.)<br />
La visión que tuvo el presi<strong>de</strong>nte Joseph F. Smith <strong>de</strong> <strong>la</strong> re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong> <strong>los</strong> muertos<br />
El presi<strong>de</strong>nte Joseph F. Smith testificó lo siguiente: “Si ningún hombre jamás<br />
hubiese testificado <strong>de</strong> estas cosas sobre <strong>la</strong> faz <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra, yo quiero <strong>de</strong>cir como<br />
siervo <strong>de</strong> Dios, in<strong>de</strong>pendientemente <strong>de</strong> <strong>los</strong> testimonios <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres y <strong>de</strong> todo<br />
libro que jamás se haya escrito, que yo he recibido el testimonio <strong>de</strong>l Espíritu en<br />
mi propio corazón, y testifico ante Dios, ángeles y hombres, sin temor a <strong>la</strong>s<br />
consecuencias, que yo sé que mi Re<strong>de</strong>ntor vive, que lo veré cara a cara, y estaré<br />
con Él en mi cuerpo resucitado sobre esta tierra, si soy fiel; porque Dios me ha<br />
reve<strong>la</strong>do esto. He recibido el testimonio, y yo doy mi testimonio, y mi testimonio<br />
es verda<strong>de</strong>ro” (Doctrina <strong>de</strong>l Evangelio, pág. 440).<br />
Si leemos Doctrina y Convenios 138, sabremos <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> sacó esa firme<br />
convicción. Esa sección es el registro <strong>de</strong> este Profeta <strong>de</strong> <strong>la</strong> visión que tuvo con<br />
respecto a <strong>la</strong> re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong> <strong>los</strong> muertos. Mientras leía <strong>la</strong>s Escrituras y meditaba<br />
sobre ese tema, se sintió muy impresionado por el re<strong>la</strong>to <strong>de</strong>l apóstol Pedro <strong>de</strong> que<br />
Jesús fue a predicar a <strong>los</strong> espíritus encarce<strong>la</strong>dos y por <strong>la</strong> mención que hace <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />
<strong>de</strong>sobedientes que murieron en <strong>los</strong> días <strong>de</strong> Noé en el Diluvio. Leyó: “Porque por<br />
esto también ha sido predicado el evangelio a <strong>los</strong> muertos, para que sean juzgados<br />
en carne según <strong>los</strong> hombres, pero vivan en espíritu según Dios” (1 Pedro 4:6).<br />
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