los-presidentes-de-la-iglesia
manual
manual
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Lección 44<br />
Yo aprendí una gran lección <strong>de</strong> ese monstruo. Si quería estar cómodo tenía que<br />
trabajar (véase Liahona, julio <strong>de</strong> 1993, págs. 63 y 64).<br />
Análisis<br />
Informe 4<br />
(continuación)<br />
• ¿Qué lecciones apren<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>l trabajo tenaz?<br />
El presi<strong>de</strong>nte Hinckley continuó diciendo: “Mi padre era <strong>de</strong> <strong>la</strong> opinión <strong>de</strong> que sus<br />
hijos tenían que apren<strong>de</strong>r a trabajar en verano tanto como en invierno, por lo<br />
tanto, compró una granja <strong>de</strong> dos hectáreas, que con el tiempo llegó a ser <strong>de</strong> más<br />
<strong>de</strong> doce. Allí vivíamos todo el verano y volvíamos a <strong>la</strong> ciudad cuando empezaban<br />
<strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ses.<br />
“Teníamos muchos árboles frutales que había que podar todas <strong>la</strong>s primaveras.<br />
Papá nos llevó a ver <strong>de</strong>mostraciones <strong>de</strong> podado por expertos <strong>de</strong> <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> agraria.<br />
Así aprendimos una gran lección: que podíamos pre<strong>de</strong>cir cómo iba a ser <strong>la</strong> fruta<br />
en otoño por <strong>la</strong> forma en que podábamos en primavera. La técnica era espaciar<br />
<strong>la</strong>s ramas para que <strong>la</strong> fruta tuviera bastante aire y sol. A<strong>de</strong>más aprendimos que <strong>la</strong>s<br />
ramas nuevas daban <strong>la</strong> mejor fruta. Esto tiene muchas aplicaciones en <strong>la</strong> vida”<br />
(Ibíd, pág. 64).<br />
Análisis<br />
• ¿En qué formas han aprendido a trabajar en su hogar?<br />
Las señales <strong>de</strong> peligro<br />
Informe 5<br />
El presi<strong>de</strong>nte Hinckley ha dicho: “[En <strong>los</strong> años <strong>de</strong> mi juventud,] enfermábamos lo<br />
mismo que <strong>la</strong> gente enferma ahora. Pensándolo bien, creo que enfermábamos<br />
más que ahora. En ese entonces <strong>la</strong> leche no era pasteurizada ni teníamos un<br />
<strong>la</strong>vavajil<strong>la</strong>s automático, sino que era nuestra tarea ‘automática’ el <strong>la</strong>var <strong>los</strong> p<strong>la</strong>tos.<br />
Cuando teníamos varice<strong>la</strong> o el sarampión, el médico avisaba al <strong>de</strong>partamento <strong>de</strong><br />
Salud Pública y mandaban a un hombre a poner un cartel en <strong>la</strong> ventana <strong>de</strong>l<br />
frente para prevenir a <strong>los</strong> vecinos <strong>de</strong> que si entraban a <strong>la</strong> casa corrían riesgo <strong>de</strong><br />
contagio.<br />
“Si teníamos virue<strong>la</strong> o <strong>la</strong> difteria, el cartel era anaranjado bril<strong>la</strong>nte con letras<br />
negras y <strong>de</strong>cía: ‘Manténganse alejados <strong>de</strong> esta casa’.<br />
“Con eso aprendí algo que siempre recuerdo: a fijarme en <strong>la</strong>s señales <strong>de</strong> peligro o<br />
<strong>de</strong> pecado y a mantenerme alejado” (Ibíd, pág. 64).<br />
Análisis<br />
• ¿Cuáles son algunas <strong>de</strong> <strong>la</strong>s señales <strong>de</strong> peligro que <strong>de</strong>bemos observar hoy día?<br />
Las lecciones <strong>de</strong> <strong>la</strong> escue<strong>la</strong><br />
Informe 6<br />
El presi<strong>de</strong>nte Hinckley continuó: “Fui a <strong>la</strong> Escue<strong>la</strong> Hamilton, que funcionaba en<br />
un edificio <strong>de</strong> tres pisos. A juzgar por <strong>la</strong>s que tenemos hoy, era una escue<strong>la</strong> vieja y<br />
pobre; sin embargo, allí aprendí que lo que tiene más valor son <strong>los</strong> maestros y no<br />
el edificio. Cuando el tiempo era bueno, nos agrupábamos enfrente <strong>de</strong> <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>,<br />
jurábamos a <strong>la</strong> ban<strong>de</strong>ra y marchábamos en fi<strong>la</strong> a nuestros salones.<br />
“Nos vestíamos bien para ir a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> y no nos permitían ir sucios ni<br />
<strong>de</strong>sarreg<strong>la</strong>dos. Los varones usábamos camisa, corbata y pantalones cortos, con<br />
medias negras que nos llegaban más arriba <strong>de</strong> <strong>la</strong> rodil<strong>la</strong>. Las medias eran <strong>de</strong><br />
algodón y se rompían con facilidad y había que zurcir<strong>la</strong>s. Todos sabíamos zurcir<br />
porque ni en sueños íbamos a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> con <strong>la</strong>s medias agujereadas.<br />
241