los-presidentes-de-la-iglesia
manual
manual
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Lección 22<br />
“Tira eso acá, <strong>de</strong>bilucho”. Mis compañeros <strong>de</strong> infancia se divertían tanto a costa<br />
mía que juré solemnemente que jugaría béisbol con <strong>los</strong> nueve que ganarían el<br />
campeonato <strong>de</strong>l territorio <strong>de</strong> Utah... me <strong>de</strong>diqué a lustrar... botas hasta que pu<strong>de</strong><br />
ahorrar un dó<strong>la</strong>r para comprar una pelota <strong>de</strong> béisbol. Pasé horas y horas tirando<br />
<strong>la</strong> pelota contra el granero <strong>de</strong>l obispo Edwin D. Woolley, lo cual hizo que él se<br />
refiriera a mí como al niño más perezoso <strong>de</strong>l Barrio Trece. A menudo el brazo me<br />
dolía tanto que casi no dormía <strong>de</strong> noche; pero seguí practicando y finalmente<br />
logré colocarme en el segundo equipo <strong>de</strong> nuestro club. Posteriormente me uní a<br />
un club mejor, y por fin jugué con el equipo que ganó el campeonato en<br />
California, en Colorado y en Wyoming. Habiendo cumplido <strong>la</strong> promesa que me<br />
había hecho a mí mismo, me retiré <strong>de</strong>l ambiente beisbolístico’ ” (Bryant S.<br />
Hinckley, Heber J. Grant, Salt Lake City: Deseret Book Co., 1951, págs. 37–38;<br />
Presi<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> <strong>la</strong> Iglesia, Curso <strong>de</strong> religión 345, manual <strong>de</strong>l alumno, [32480 002]<br />
págs. 168–169).<br />
Ejemplo 2<br />
“ ‘Mi madre’ ”, dijo Heber, “ ‘trató <strong>de</strong> enseñarme [a cantar] cuando yo [era] un<br />
niño pequeño, pero fracasó por mi falta <strong>de</strong> habilidad para llevar <strong>la</strong> melodía.<br />
Cuando a <strong>los</strong> diez años <strong>de</strong> edad comencé una c<strong>la</strong>se <strong>de</strong> canto que enseñaba el<br />
profesor Charles J. Thomas, él trató y trató en vano <strong>de</strong> enseñarme a cantar... pero,<br />
al fin, <strong>de</strong>sesperado, se dio por vencido. Dijo que yo nunca apren<strong>de</strong>ría a cantar en<br />
este mundo; quizá pensó que podría apren<strong>de</strong>r este arte divino en otro mundo...<br />
[Pero un amigo me dijo] que cualquier persona que tuviera una mediana buena<br />
voz podría apren<strong>de</strong>r a cantar si tenía perseverancia para practicar’ ” (véase<br />
Presi<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> <strong>la</strong> Iglesia, Curso <strong>de</strong> religión 345, manual <strong>de</strong>l alumno, pág. 168; véase<br />
a<strong>de</strong>más Hinckley, Heber J. Grant, pág. 47). Andando el tiempo, el presi<strong>de</strong>nte Grant<br />
aprendió a cantar con afinación gracias a que perseveró en <strong>la</strong> práctica <strong>de</strong>l canto.<br />
Después, durante una visita a <strong>la</strong>s estacas <strong>de</strong> Arizona con <strong>los</strong> él<strong>de</strong>res Rudger<br />
C<strong>la</strong>wson y J. Gol<strong>de</strong>n Kimball, el presi<strong>de</strong>nte Heber J. Grant dijo: “Les pregunté<br />
[a <strong>los</strong> él<strong>de</strong>res ya mencionados] si se oponían a que cantara cien himnos ese día.<br />
El<strong>los</strong> lo tomaron a broma y me aseguraron que quedarían encantados. Íbamos<br />
[en un coche tirado por cabal<strong>los</strong>] <strong>de</strong> regreso <strong>de</strong> Holbrook a Saint Johns, una<br />
distancia <strong>de</strong> aproximadamente cien kilómetros. Después <strong>de</strong> que había cantado<br />
cuarenta tonadas, me aseguraron que si cantaba <strong>la</strong>s sesenta restantes tendrían una<br />
crisis nerviosa. No puse atención alguna [a lo que me dijeron], sino que me<br />
apegué a nuestro trato y canté <strong>la</strong>s cien [canciones] completas” (Presi<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
Iglesia, Curso <strong>de</strong> religión 345, manual <strong>de</strong>l alumno, pág. 170; véase también Hinckley,<br />
Heber J. Grant, pág. 47).<br />
El interés que Heber J. Grant tenía en <strong>la</strong> música le llevó a exce<strong>de</strong>r el límite <strong>de</strong> sus<br />
aptitu<strong>de</strong>s: fue protector <strong>de</strong> músicos y fomentó <strong>la</strong> transmisión dominical <strong>de</strong>l Coro<br />
<strong>de</strong>l Tabernáculo; auspició personalmente <strong>la</strong> presentación <strong>de</strong>l coro “en varios<br />
viajes a California y a Chicago y autorizó <strong>la</strong> [formación <strong>de</strong>l] Comité <strong>de</strong> Música <strong>de</strong><br />
<strong>la</strong> Iglesia” (Hinckley, Heber J. Grant, pág. 41).<br />
Ejemplo 3<br />
Cuando era niño, Heber quería ser algún día tenedor <strong>de</strong> libros <strong>de</strong>l Banco Wells<br />
Fargo, ya que sabía que así ganaría mucho más dinero que lustrando zapatos;<br />
pero también sabía que para llegar a tener ese trabajo le hacía falta mejorar su<br />
ma<strong>la</strong> letra. “Al principio su letra era tan ma<strong>la</strong> que cuando dos <strong>de</strong> sus compañeros<br />
<strong>la</strong> miraron, uno le dijo al otro: ‘Esas letras parecen garabatos’. ‘No’, dijo el otro,<br />
‘parece como si un rayo le hubiera pegado a <strong>la</strong> botel<strong>la</strong> <strong>de</strong> tinta’. Esto ofendió el<br />
orgullo <strong>de</strong> Heber” (Presi<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> <strong>la</strong> Iglesia, Curso <strong>de</strong> religión 345, manual <strong>de</strong>l<br />
119