-El-engaño-de-Google
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DNA 2.0
Otro motivo de crítica es que, con estos servicios, Google y
23andMe popularizan los análisis de ADN. «La presión personal
y social sobre el individuo puede aumentar exponencialmente»,
predice Hengstschläger, cuyo libro Die Macht der
Gene (El poder de los genes) ha generado cierta alarma. Decisiones
personales, como la planificación familiar o la carrera
profesional pueden verse afectadas por los «perfiles de riesgo
genético» revelados por este tipo de pruebas por Internet.
Incluso podría convertirse en habitual el investigar en Google
DNA sobre una nueva pareja. Antes de iniciar una relación,
mira uno en Google DNA qué tal es la herencia genética de la
pareja o el ligue potenciales. «De repente, las cuestiones relacionadas
con este tipo de perfiles genéticos podrían jugar un
papel en las relaciones humanas», augura Hengstschläger dibujando
un escenario poco halagüeño. Que esta idea no está
tan lejos de la realidad lo muestra la respuesta de un fabricante
de teléfonos móviles en una entrevista anterior. A mi pregunta
de qué cabía esperar ahora del móvil, además de sacar fotos,
grabar, comprar etc., el director contestó: «¿Qué tal preguntarle
al móvil si la chica que está sentada ahí enfrente está sana o
tiene alguna enfermedad?». Naturalmente, en aquel momento
nadie mencionó la palabra Google.
Cabe preguntarse, además, si Internet o un buscador es la
plataforma ideal para este tipo de análisis: «Desde mi punto de
vista no debe realizarse ningún tipo de análisis genético sin que
el paciente sea informado con todo detalle en la consulta, tanto
antes de la prueba como con posterioridad a la misma (interpretación
de los resultados, etc.) acerca de su fiabilidad, utilidad
y consecuencias médicas», dice Hengstschläger. «Este asesoramiento
se pierde totalmente en el caso de los análisis
genéticos por Internet. Sin él, existe un grave riesgo de que se
malinterpreten los resultados y se creen falsas expectativas, inquietudes
injustificadas, etc.», advierte el experto.
En una entrevista mantenida con el New York Times (26 de
diciembre de 2008), el neurólogo y especialista en genética