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POBLACIÓN INVERNANTE DEL CHORLITEJO PATINEGRO EN GALICIA 39<br />

menos competltlvo-, pudiera explicar esta<br />

situación. No obstante, es evidente que el reducido<br />

tamaño muestral y la corta duración de este<br />

estudio impiden extraer conclusiones más sólidas<br />

por el momento.<br />

Patrones de residencia y movimientos dentro<br />

del área de estudio<br />

Veintiuno (33%) de los 64 chorlitejos marcados,<br />

todos ellos aún vivos en el verano de 1994,<br />

no fueron detectados entre setiembre y febrero<br />

de 1994-95. Teniendo en cuenta la cobertura<br />

alcanzada, consideramos que, como mínimo,<br />

una parte de estas aves -especialmente las procedentes<br />

de Baldaio- llevó a cabo algún tipo<br />

de dispersión o migración fuera del área de estudio.<br />

Se sabe que 13 (20%) de estos individuos<br />

sobrevivieron al menos hasta la primavera de<br />

1995. Esta estima debe considerarse como<br />

mínima si tenemos en cuenta que, a causa de la<br />

dispersión natal y de nidificación (Greenwood,<br />

1980), no todos los individuos debieron de ser<br />

detectados en las zonas de cría en años sucesivos;<br />

de hecho, tres de las 13 aves ausentes en<br />

1994-95 fueron halladas vivas uno o dos años<br />

después de su último control. Además de éstos,<br />

que podrían considerarse migradores genuinos,<br />

otros individuos mostraron una presencia estacional.<br />

Por ejemplo, una parte de la población<br />

fue detectada sólo entre setiembre y noviembre<br />

(ocho ejemplares) o primeros de diciembre (un<br />

ejemplar) en el área de estudio, desapareciendo<br />

posteriormente; cinco de estas aves aparecieron<br />

de nuevo en la primavera de 1995, por lo que no<br />

puede descartarse que también se hubieran desplazado<br />

para pasar el invierno. Por el contrario,<br />

otra parte se ausentó desde julio-agosto hasta<br />

setiembre-noviembre, coincidiendo plenamente<br />

con el período de muda (Cramp y Simmons,<br />

1983; Walters, 1984).<br />

Las estimas de aves ausentes durante el<br />

invierno son de una magnitud mucho menor que<br />

las citadas por Jackson (1993) para una población<br />

del Algarve. Este autor, contando con 215<br />

marcajes disponibles, indicó la presencia de uno<br />

a cinco ejemplares propios en la primera quincena<br />

de enero en su zona de estudio, habiendo<br />

examinado entre un 76 y un 88% de los chorlitejos<br />

presentes; teniendo en cuenta esto, las cantidades<br />

esperables en caso de examinar la totalidad<br />

de las aves deberían ser de uno a siete ejemplares<br />

(i.e., un 0,5 a un 3,3% de sus marcajes).<br />

En fechas similares, tras examinar el 100% de<br />

los chorlitejos en nuestras zonas, encontramos<br />

cinco aves de Baldaio y 16 de Ponteceso, lo que<br />

representó un 19 y un 43%, respectivamente,<br />

sobre n =64 marcajes disponibles. Sin embargo,<br />

estos porcentajes son de una magnitud similar a<br />

los indicados por Warriner et al. (1986) para la<br />

porción residente de su población local en<br />

California (31%, n = 103 marcajes), en una<br />

región climática y a una latitud casi idéntica a la<br />

del Algarve.<br />

La proporción de avistamientos que implicaron<br />

desplazamiento entre zonas (38,7%) es<br />

aproximadamente comparable a las indicadas<br />

por Symonds et al. (1984) para las especies de<br />

limícolas en régimen de movimientos itinerante<br />

y sólo superada en dicho estudio por Calidris<br />

canutus, con un 43% de avistamientos fuera del<br />

área de marcaje. Esta acusada tendencia de los<br />

chorlitejos a desplazarse se desprende también<br />

de la elevada proporción (83,7%) de individuos<br />

detectados en más de una localidad a lo largo<br />

del otoño y/o invierno. Por tanto, dado que la<br />

frecuencia de nuestras prospecciones no fue<br />

intensiva (máximo de cuatro prospecciones/localidad/mes),<br />

consideramos plausible que<br />

la tasa de movimiento dentro del área de estudio<br />

pudiera haber sido subestimada y que la aparente<br />

estabilidad de las aves que mostraron recurrencia<br />

por determinada zona pudiera encubrir<br />

desplazamientos más o menos fugaces, fácilmente<br />

inadvertidos, a otras localidades. En cualquier<br />

caso, existió una mayor movilidad por<br />

parte de las hembras, bastantes de las cuales, sin<br />

embargo, tendieron a volver a localidades específicas,<br />

sobre todo en otoño, antes de su arribada<br />

a las zonas de cría del año anterior.<br />

En consecuencia, nuestros resultados sobre las

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