Casi Ciencia, Casi Ficcion

Primero descartó los mails que provenían de físicos.
Esos eran los que contestaba siempre, pero para
entender a la gente no le servían.
Los mails pidiéndole entrevistas los ubicó en una
sección especial dentro de su cabeza. Que lo inviten a
algún medio de comunicación implicaba que alguien creía
que la palabra "multiverso" se había convertido en vox
populi.
Un conjunto muy interesante de correos
correspondían a los que le ofrecía ideas metafísicas de
como comprender al multiverso, más adecuado para Star
Trek que para la física verdadera. Desde los infinitos
gemelos que hay en los infinitos universos hasta las
pruebas que dios nos pone en cada realidad multiversal.
Con esta gente y sus ideas tenía una doble sensación;
por un lado estas fantásticas "teorías" lo entretenían; por
otro lado le generaba rechazo que le deformen con
pensamientos infantiles y fantasiosos su estricta
interpretación cuántica. Particularmente insidioso era
cuando escuchaba el término "telepatía multiversal".
Nunca supo si convenía contestar o no a estos correos,
pero por si acaso decidió no hacerlo para no perder el
tiempo. De igual manera por su mente se imaginaba
como responder a estos seudo-científicos: "Maldito infeliz,
si al menos te hubieras tomado el tiempo para
comprender mi interpretación, tal vez valdría la pena que
me hagas perder el tiempo. Pero tus historias telepáticas
no son dignas siquiera de la ciencia ficción más barata,
así que por favor no estorbes con tus filosofías infantiles
a los que pretenden trabajar seriamente. Cordialmente,
Dr. Fischer". El doctor Fischer era mucho más correcto al
hablar que al pensar.
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Un último grupo de correos le generaba culpa por no
haberlos contestado nunca. Jóvenes y hasta niños que se
sintieron interesados en la física al haber escuchado del
multiverso, que se fascinaron pensando en las
consecuencias de esta interpretación, que le escribieron
pidiéndole información o diciéndole "Hey, gracias a usted
el mundo real me parece más increíble que cualquier
fantasía irreal". A ellos sí les debía una respuesta, aunque
su estricta política de evitar contactos se lo impidiera.
Por lo visto, hay dos maneras en que un científico
puede impactar, pensó en sus adentros. Una es con un
invento o descubrimiento que directa o indirectamente
llegue a la vida de la gente y se la facilite, como el
transistor que llevó a la electrónica o la utilización de la
resonancia magnética nuclear en medicina y análisis
químicos. Esto comúnmente se llama tecnología. La otra
manera, mucho más sutil y hasta espiritual, es con el
descubrimiento de alguna cualidad del mundo que nos
haga comprender mejor a nuestra realidad, como la
relatividad o el Big-Bang. Puede que estos a la larga sean
conocimientos útiles, como lo es ahora la relatividad, pero
en el momento que fueron descubiertos eran conceptos
totalmente inútiles en la vida cotidiana, y sin embargo
saberlo es emocionante. El multiverso entra en esta
categoría. Que haya uno o infinitos universos no nos
cambia nada, y sin embargo nos llena de orgullo conocer
esa posibilidad. A la vez, conocer el universo nos aleja de
mitos y supersticiones, nos evita entrar en el
oscurantismo y dificulta las guerras entre grupos que
abrazan verdades que no son tan verdaderas al final.
Y con esos pensamientos cerró su computadora, con
la convicción que debía conseguirse una secretaria para
contestar el correo.