Casi Ciencia, Casi Ficcion

una bebida como tantas otras. Pero un buen día llegaron
los catadores y empezaron a encontrarle sutilezas que el
pueblo bebedor no conocía. Vino frutal, con sabor a
madera e incienso, con tintes ciruela, con dejo a
chocolate, con vibrantes aromas a taninos, con bouquet a
nuez seca, con recuerdos a violetas, con sutiles
sensaciones astringentes, varietalmente
despersonalizados, enjundiosos, amables, elegantes,
aterciopelados, agresivos, sensuales (todos términos no
inventados por mí, sino por catadores). Y así se creó la
cultura del vino, con precios que crecen
exponencialmente. ¿Por qué el vino? No lo sé. Tal vez por
su historia (aunque la cerveza es tan antigua como el
vino). Tal vez por su variedad de sabores y aromas
(aunque para los no catadores no tiene más variedad que
la que puede tener una pepsi de una coca). La cuestión
es que se infló culturalmente de la nada.
El templo fue la idea de una persona. Muchos otros
tuvieron ideas diferentes de la misma magnitud, y la
mayoría fracasó. Pero la idea de poder entrar en contacto
con el multiverso, aunque no esté basada en pruebas
tangibles, se infló exponencialmente como el vino. De
alguna manera muchos comenzaron a participar
simplemente porque era atractivo, porque tenía algo
especial, pero sobre todo porque confiaban en los deltas
y los gammas, los catadores del templo. En lugar de
añejado hablan de comunicación, en lugar de bouquet
hablan de gnosis. No es que los catadores mientan, es
que los millones que los escuchan les creen.
Los guías del templo ni mienten ni se mienten. Creen
fervientemente, y necesitan creer fervientemente para
visualizar el multiverso. Porque si no tuvieran fe
visualizarían otras cosas tales como espíritus, ángeles o a
sí mismos en sus reencarnaciones pasadas. Y quien
medita por años pero aún no entabló una comunicación
con el multiverso probablemente no sea por no tener la
técnica adecuada como el templo supone, sino porque no
tiene suficiente fe. La fe mueve montañas, y mueve
subconscientes también. Hace que fantasías se hagan
realidad y que una "verdad" sea más que otra. Y que el
vino y no la coca se sirva en las cenas del embajador.
Si se preguntan por qué descalifico tanto al templo, le
contesto que no lo descalifico. O al menos no más que a
cualquier otro movimiento. Comparemos sin hacer juicio
de valor al templo multiversal con otros grupos.
Pensemos por ejemplo en cualquier religión (no nombro
ninguna para evitarme problemas). Un profeta hace
siglos dijo unas palabras; sus seguidores escriben un libro
relatando sus hazañas y poderes sobrenaturales; siglos
después creyentes tienen visiones con el profeta; otros
siglos más y los que tuvieron visiones son considerados
profetas milagrosos y sus hazañas relatadas en otros
textos; tiempo después millones reverencian al efecto
bola de nieve que se creó. Se convierte en una religión
con bouquet. El templo multiversal corrió la misma suerte
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pero en tiempos más cortos. Al Dr. Burg lo convirtieron
en el profeta del multiverso.
Consideremos como otra comparación a los grupos
ecologistas y protectores de los derechos de los animales.
A pesar de que me considero "amigable con el medio
ambiente", debo admitir que muchos de estos grupos
sufren el efecto vino. Confunden los términos "natural"
con "sano", "ecología" con "ecologismo", "derechos de los
animales" con "pobrecito el conejito". Al punto que voy es
que con algo en este caso positivo, se fue inflando una
ideología hasta cubrir y relegar cuestiones más
importantes, como la salud, la alimentación y los
derechos humanos. En el templo se construyeron
hipótesis poco científicas, se inflaron y mezclaron con
cuestiones científicas serias. Tal como los ecologistas,
creen tener certeza de que su visión es positiva para la
humanidad. Tienen razón en muchos aspectos, y en otros
probablemente no. Personalmente no tolero que cuando
recalco que pueden no tener razón me traten o
agraviándome o con una actitud paternalista de "cuando
seas grande lo vas a entender". Si hay algo que mi fe
indica es que me puedo equivocar, pero los otros
también, sean templarios o ecologistas.
En definitiva, todo grupo con actitud absolutista debe
ser tratado con cuidado y escepticismo. Por tanto no
descalifico al templo, o no más que a tantos otros grupos
atractores de multitudes. No es que sean necesariamente
influencias negativas, pero si uno resulta absorbido por
estos, se queda ciego ante otras ideas y necesariamente
pierde contacto con la realidad. Esto es una gran verdad
para el templo o cualquier otra línea de pensamiento.
Cabe entonces la pregunta si en el templo perdieron
el contacto con la realidad. Como siempre la respuesta
es: depende. El grueso de los templarios son solo
principiantes que van un par de veces a la semana para
meditar (un sano ejercicio, debo admitir). Pero de vez en
cuando alguien comienza a multiplicar las horas que le
dedica al templo, las donaciones que le entrega y la fe
que le propina. Estos se cierran a cualquier otra cosa que
no sea la comunicación. Son los que si les dicen que no
creemos, nos miran complacientemente y nos hacen
saber que son tan bondadosos que te ayudarán a
encontrar la verdad. Son estos los que dejan de lado
tantas otras cosas importantes de la vida y crean el culto
del templo multiversal. Son quienes dejan de tomar
cerveza porque solo el vino es tan sublime.
Con todo esto, ¿estoy diciendo que el templo es una
burda mentira? Definitivamente no. Tal como ellos
explican, tomaron modelos, ejercicios y enseñanzas de
muchas líneas de pensamiento, por lo cual si estas son
correctas esas secciones del templo son correctas.
Muchas de estas filosofías son eso, filosofías (en el
sentido coloquial del término), y por eso no son ni verdad
ni mentira, sino modos de ver la realidad. Pero el templo
además tiene una base diferente, tomada de la teoría