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Casi Ciencia, Casi Ficcion

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me vi rodeado por las azafatas del tren fantasma. “Por<br />

aquí, sheñoresh. El pai losh va a atender en el santuario”.<br />

“Grashias”, le dijo el bulldog con sarcasmo poco<br />

disimulado. Nuestra lenta anfitriona pareció no entender<br />

la burla. Por fuera estas dos mujeres eran similarmente<br />

grotescas. Por dentro no. Una era irrespetuosa y brillante.<br />

La otra no. Claramente no hay proporción entre el largo<br />

de los bigotes y la capacidad intelectual.<br />

Por dentro la casa era tan lúgubre como por fuera. O<br />

el pai y su séquito eran muy humildes, o muy tacaños. La<br />

pintura caída, manchas de humedad y manchas de<br />

sustancias incógnitas abundaban por el piso y las<br />

paredes. En una hedionda derruida cocina de la edad de<br />

hierro, un enorme y transpirado joven preparaba en una<br />

olla un brebaje misterioso. O tal vez era su desayuno. El<br />

cuarto siguiente estaba iluminado con un par de velas<br />

cuya luz apenas dejaba entrever símbolos pintados en las<br />

paredes y cosas emplumadas esparcidas en una mesa.<br />

No hacía falta ser supersticioso para sentir algún<br />

escalofrío. Y al fin llegamos al “santuario”, otra sucia<br />

habitación que a diferencia del resto de la casa tenía una<br />

ventanita abierta por donde entraba un goteo de luz y<br />

aire. Ahí nos estaba esperando el pai, un personaje<br />

pintoresco, casi calcado de alguna comedia. Vestía una<br />

bata blanca con bordados dorados y una vieja mancha de<br />

aceite de milanesa de bola de lomo a la altura del muslo<br />

derecho. Sus dedos rechonchos estaban cubiertos de<br />

anillos con piedras de colores que hubieran enorgullecido<br />

al doctor Tuvok. Una pesada cadena dorada con una<br />

especie de talismán en forma de estrella con símbolos en<br />

cada punta le colgaba del cuello, indudablemente<br />

causándole escoliosis. El pai se acercó a mí estirando su<br />

brazo y me dio la mano. Su piel era tan áspera y dura<br />

que me pareció estar agitando una iguana.<br />

- Bom día, eu soy el pai Odo. Voçe debe ser el señor<br />

González. He hablado com su madre y me ha contado de<br />

sus problemais com una mulher. Y voçe debe ser la<br />

señora González. Muito obrigado por pegar um llamado a<br />

meu. Eu soy la persona indicada pra este trabalho.<br />

El pai se acercó al bulldog y le acercó la mano con<br />

una ligera reverencia. Cuando esta le dio la mano, el pai<br />

cubrió con su mano izquierda a ambas manos<br />

entrelazadas, tras lo cual sin perder tiempo el bulldog<br />

puso su mano izquierda sobre las tres manos, en lo que<br />

recordaba un juego de niños. Pero este juego era una<br />

lucha de poderes, en la que el pai salía perdiendo por<br />

falta de miembros. Y mientras salían chispas de ambas<br />

miradas cruzadas, alivianadas por falsas sonrisas que<br />

mostraban unos mortales colmillos postizos. El bulldog<br />

había marcado territorio. El pai retrocedió delicadamente.<br />

- Podem sentarse. Contem a Odo cuál es el problema.<br />

¿Quién es la minina?<br />

Bajo la mirada inquisidora del bulldog me tuve que<br />

atrever a iniciar mi improvisación.<br />

73<br />

- Se llama Oriana. Estuvimos saliendo por dos años.<br />

Le iba a proponer matrimonio, pero me dejó hace un<br />

mes.<br />

Estaba intentando poner mi mejor cara de depresión,<br />

pero no era fácil. Yo no era actor, ni pensé serlo nunca,<br />

ni me entretenía serlo. Con mucho esfuerzo y<br />

concentración logré hablar entrecortado y que se me<br />

humedezcan los ojos.<br />

- Bueno, bueno minino. No se me ponga así. Odo<br />

pode solucionar su problema. ¿Tiene uma foto de ella?<br />

- Si, acá tiene. Es de un viaje de aniversario... de<br />

novios. Poco antes de que me deje.<br />

- Ah, muito bonita. Comprendi porqué voçe está<br />

enamorado. Perdone que pregunte, pero ¿voçe sabe<br />

porqué lo dejó?<br />

- No estoy seguro. Ella me dijo que no estaba...<br />

convencida. Yo no se... Creo que se fue... con otro.<br />

- Mmm, eu comprendi. Necesito un objeto de ela pra<br />

sentir que pasa. ¿Tiene algo que le haya pertenecido?<br />

El pai me tomó por sorpresa. ¿Qué le podía dar que<br />

haya sido de mi esposa...? ¿Pero qué estaba pensando?<br />

Estaba haciéndole un show, y me preocupaba por ser<br />

honesto. Rebusqué en mi bolsillo y saqué mi llavero. Me<br />

guardé las llaves y le entregué el objeto que<br />

supuestamente guardaba parte del supuesto espíritu de<br />

la supuesta Oriana. No iba a sospechar que el llavero era<br />

mío, considerando que era un osito amarillo, peludo y<br />

cursi. Una de las múltiples cursilerías que me regaló mi<br />

esposa.<br />

- Ahhh. ¿Seu um objeto que voçe le dio a Oriana?<br />

- Si. En nuestro primer mes aniversario. Ella lo tuvo<br />

siempre consigo... hasta ahora.<br />

- Muito bueno. Las energías de Oriana están<br />

impregnadas aquí. Lo poso sentir. Los espíritus podem<br />

guiar a meu, y decirme que pasó con la minina.<br />

Cuando Odo dijo la palabra “energía” observé<br />

discretamente al bulldog. Su cara se mantenía incólume,<br />

pero sus dedos regordetes retorcieron la tela de su<br />

cartera. Le tenía alergia a la gente que utilizaba estrictos<br />

términos físicos para banalidades.<br />

- Mmmm... Eu siento... Eu poso ver... Forzas<br />

poderosas hay aquí. Oriana... Oriana... ¡Te facieron um<br />

trabalho! Voçe tene um enemigo, ¡um enemigo que poso<br />

facerle uma macumba!<br />

¿De qué merdo estaba hablando este Odo? O era un<br />

mentiroso profesional, o se había fumado la maceta<br />

entera. Pero no podía perder la inercia de mi actuación,<br />

así que contuve la risa, puse ojos de huevo y me tapé la<br />

boca en un gesto de asombro y temor. El show debe<br />

continuar.

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