Casi Ciencia, Casi Ficcion

disculpó desde un principio. "Lamento no tener un lugar
más apropiado para una entrevista, pero en el templo
solo tenemos salones grupales, la biblioteca y estos
cuartos de trabajo personales". Este cuarto entonces
debía ser usado normalmente para meditación a solas o
de a pares. Grandes almohadones planos que se veía
habían sufrido la presión de muchos culos por largas
horas estaban esparcidos sobre la alfombra. Más allá de
eso el cuarto solo tenía un gran espejo, un equipo de
música y dos sillas, probablemente puestas solo para esta
entrevista.
"Tengo entendido que me querés entrevistar como
parte de una investigación", me dijo cordialmente una
vez que nos sentamos. "¿Puedo preguntarte antes que
nada qué tipo de investigación es y para qué clase de
trabajo?" Por supuesto, le contesté, y le relaté el porqué
de mi interés, como si fuera yo el entrevistado en lugar
del entrevistador. Así que le conté de cómo la
preocupación por mi amigo Max me trajo al templo, de
que vi una oportunidad de escribir una buena historia
para mi trabajo como periodista científico, y no le oculté
mi interés personal en cultos y demás. Ante esto me
preguntó: "¿Interés académico o verdadero interés
personal?" Debería haberme dado cuenta en ese
momento de que me estaba analizando como potencial
integrante del templo. Un recluta con seria capacidad
investigativa puede ser muy valioso.
"En principio es interés académico. Me considero un
escéptico. Pero no me niego a nada sin ver primero de
que se trata", le dije casi con inocencia. "Te propongo
algo. Yo te ayudo en todo lo que tenga que ver con tu
trabajo, te muestro el templo y contesto tus preguntas,
pero con la condición que vos participes con nosotros y
veas el templo desde adentro, no sé si me entendés".
Creía entender. El templo debía insertar en el corazón de
los templarios un fuerte componente evangelizador. Sin
esto difícilmente podrían haber crecido de manera tan
acelerada. Y ahora Carlos aprovechaba la oportunidad
para acercarme al templo, o como dicen, templarme.
Podría consumirme más tiempo y esfuerzo, pero por otro
lado tendría una historia más fidedigna si veía el templo
de adentro. Quién sabe, tal vez podría tener material
hasta para un pequeño libro que analice este fenómeno
conocido como templo multiversal.
Subimos los brazos, inspiramos en la parte superior,
llenamos los pulmones, mantenemos el aire, mantenemos
la energía y la bajamos junto con los brazos. Expiramos
lento. Abrimos los brazos, inspiramos en la parte media,
sentimos circular la energía bajando por la columna...
50
Fragmentos de Textos
Encontrados:
¿Cómo me metí en esto? Como todos tengo una
ciclotimia proyectual. Armo un proyecto fantástico con el
cual creo ganar fama y fortuna, para después apoyar la
cabeza en la almohada y sentirme solo un megalómano
de segunda. Ahora me veía comprometido a ir dos veces
por semana a meditación, sin contar que las entrevistas,
la profundización en los textos, el análisis y la escritura
me llevarían una parte importante de mi tiempo, que por
supuesto era escaso y preciado. Todo esto nadie me lo
pagaría, y si fuera publicado a duras penas cubrirían las
regalías por el tiempo dedicado. Pero ya había dado mi
palabra. Alea jacta est, como dicen por ahí los abogados.
En ese momento solo deseaba que Max hubiera
ingresado en algún club de orgías en lugar del templo. No
escribiría ningún libro de eso, pero nos divertiríamos
mucho más.
"Felicitaciones" me dijo Max en tono de vos te lo
buscaste. "¿Ahora me vas a acompañar a las clases de
meditación? Quién lo hubiera pensado de vos. A mí me
ayuda mucho el templo. Con suerte, y si dejás por un
rato tu actitud analítica de todo y te enfocas en vos
mismo, podes sacar mucho de esto". Lo mire con cara
fruncida. "Te aclaro que mi interés es el de sacar de acá
una buena historia, no el de mejorar como ser humano".
Max puso una sonrisa de lo más molesta y me contestó
que "una historia es más para el escritor que para el
lector. Podes escribir y a la vez elevarte". ¿Desde cuándo
Max se había vuelto tan filosófico? El templo lo debió
haber convertido, para bien o para mal.
En su solapa lucía un brillante prendedor, un templo
dorado con una dseta griega grabada. "Desde el otro día
soy un iniciado, ¿te conté?" me dijo puliendo el ya pulido
prendedor. "No. ¿Y eso qué significa? ¿Ahora te tengo
que tratar de usted?" "No, pelotudo. Elevarse en el
templo es una cuestión personal, de uno mismo. No es
ser una categoría mayor de ser humano".
Indudablemente al haberse convertido en filósofo Max no
había mejorado su vocabulario.
Así que ya estando metido hasta la nariz en esto,
tomé la decisión, ahí mismo, frente a Max, de invertir mi
tiempo, y esperaba que solo eso, en este proyecto. Lo
tomé a Max de las solapas, lo sacudí lo suficiente para
recalcarle que él me había metido en esto, y me lo llevé a
comprar un cuaderno y tinta para la lapicera. Max en un
arrojo de antipatía me dijo entonces "¿No sos un poco
anticuado? ¿No pensás en los árboles que murieron para
ser papel, desconsiderado?" "Soy anticuado. Y estos
árboles murieron por una causa justa, para escribir en
ellos sobre el templo. Y vos más vale que solo hables
para levantarme el ánimo, después de que me metiste en
esto, mal amigo". Max solo sonrió con mucha, mucha