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girón carrera de comunicación social tesis previa a la obtención del ...

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-En mi dormitorio, en mi cama. No te muevas, te hirió una ba<strong>la</strong> perdida. Tu papá está aquí<br />

en el cuarto <strong>de</strong> al <strong>la</strong>do. Y viene.<br />

-Oye, ñaña ¿por qué en el tiempo en que Alfonso iba todos los días a mi casa, nunca se me<br />

<strong>de</strong>c<strong>la</strong>ró?” 157<br />

La escena finaliza con <strong>la</strong> pregunta inocente <strong>de</strong> Pepina hacia Gloria. El<strong>la</strong> sin duda no le<br />

respon<strong>de</strong>, pues sabe que en el fondo era porque Alfonso tenía un romance con el<strong>la</strong>. Las<br />

pa<strong>la</strong>bras silenciosas son <strong>la</strong>s que cierran esta parte <strong>de</strong>l capítulo. Mas afuera aún sigue el<br />

tiroteo.<br />

3.12.4. Capítulo 11. El último viaje <strong>de</strong> Alfredo Bal<strong>de</strong>ón (5)<br />

El re<strong>la</strong>to que se empieza a contar en este subcapítulo encierra muchas <strong>de</strong> <strong>la</strong>s i<strong>de</strong>as que<br />

ro<strong>de</strong>aron al Grupo <strong>de</strong> Guayaquil. Pues <strong>la</strong> lucha <strong>de</strong> c<strong>la</strong>ses era una constante, al igual que el<br />

sacrificio que hicieron muchos obreros en <strong>la</strong> huelga, esto como el foco <strong>de</strong> esperanza que se<br />

prendió para <strong>la</strong>s generaciones futuras.<br />

Alfonso busca a Bal<strong>de</strong>ón, pero no lo encuentra. Y junto a Juan empren<strong>de</strong>n <strong>la</strong> trágica<br />

travesía <strong>de</strong> encontrar a Alfredo.<br />

“Miedo no le erizaba los vellos: era horror sagrado <strong>de</strong> esas caras, <strong>la</strong>s <strong>de</strong> todos los días,<br />

caras <strong>de</strong> paludismo y <strong>de</strong> <strong>la</strong> tisis, en que <strong>la</strong> disolvente miseria guayaquileña respetaba sólo<br />

los ojos. Las horas, los meses, iban a borrar<strong>la</strong>s, a <strong>de</strong>shacer<strong>la</strong>s, confundiéndo<strong>la</strong>s<br />

eternizadas en los cascajos <strong>de</strong>l cerro. En esto paraba <strong>la</strong> esperanza exaltada <strong>de</strong> <strong>la</strong> asamblea<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> otra noche. Querían pan, alegría para sus hijos; por ello, con su fuerza sin armas,<br />

habían luchado. Más que en <strong>la</strong> ternura, más que en el amor, en estos rostros muertos<br />

hal<strong>la</strong>ba Alfonso <strong>la</strong> solidaridad <strong>de</strong>finitiva.” 158<br />

157 Gallegos Lara, Joaquín. Las cruces sobre el agua. Op. Cit. Pág. 265.<br />

158 Ibíd. Pág. 277.<br />

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