Una Vida con Proposito - Iglesia Adventista Agape
Una Vida con Proposito - Iglesia Adventista Agape
Una Vida con Proposito - Iglesia Adventista Agape
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
71<br />
<strong>Una</strong> <strong>Vida</strong> <strong>con</strong> <strong>Proposito</strong>.doc<br />
Podremos experimentar la verdadera comunión sólo si somos transparentes en nuestra vida. La Biblia<br />
dice: “Si vivimos en la luz, así como Él está en la luz, tenemos comunión unos <strong>con</strong> otros... Si afirmamos<br />
que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad”. 2 El mundo cree que<br />
la intimidad necesita oscuridad, pero Dios dice que ésta ocurre en la luz. La oscuridad sirve para<br />
es<strong>con</strong>der nuestros dolores, culpas, temores, fracasos y fallas. Pero al sacarlas a la luz, las ponemos a la<br />
vista y admitimos quiénes somos en realidad.<br />
Por supuesto, la autenticidad exige valor y humildad. Implica enfrentar nuestro temor a la<br />
exposición, al rechazo y a ser heridos nuevamente. ¿Por qué habríamos de correr ese riesgo? Porque es<br />
la única manera de crecer espiritualmente y <strong>con</strong>servar nuestra salud emocional. La Escritura indica que<br />
“nuestra práctica debería ser: <strong>con</strong>fesarnos unos a otros nuestros pecados y orar unos por otros para<br />
poder vivir todos juntos y ser sanados”. 3 Sólo podemos crecer si nos arriesgamos, y no hay riesgo mayor<br />
que ser sinceros <strong>con</strong> nosotros mismos y <strong>con</strong> otros.<br />
En la comunión verdadera experimentamos reciprocidad. La reciprocidad es el arte de dar y<br />
recibir. Depende de cada uno de nosotros. La Biblia dice que “Dios diseñó nuestros cuerpos como un<br />
modelo para que pudiéramos entender nuestras vidas reunidas como iglesia: cada parte dependiente de<br />
todas las demás partes”. 4 La reciprocidad es el corazón de la comunión: la <strong>con</strong>strucción de relaciones<br />
recíprocas, de compartir responsabilidades y de ayudarse unos a otros. Pablo dice que desea que nos<br />
ayudemos “entre nosotros <strong>con</strong> la fe que compartimos. Tu fe me ayudará y mi fe te ayudará”. 5<br />
Somos más sólidos en nuestra fe cuando caminamos junto a otros que nos animan. La Biblia nos<br />
ordena rendir cuentas unos a otros, animarnos, servirnos y honrarnos mutuamente. 6 Más de cincuenta<br />
veces el Nuevo Testamento nos manda hacer distintas tareas “unos a otros” y “unos <strong>con</strong> otros”. La<br />
Palabra de Dios señala: “Esforcémonos por promover todo lo que <strong>con</strong>duzca a la paz y a la mutua<br />
edificación”. 7<br />
No eres responsable de cada persona del cuerpo de Cristo, pero tienes una responsabilidad <strong>con</strong> ellos.<br />
Dios espera que hagas lo que esté a tu alcance para ayudarlos.<br />
En la comunión verdadera experimentamos compasión. La compasión no se limita a dar <strong>con</strong>sejos o<br />
una ayuda rápida y cosmética; la compasión es comprender y compartir el dolor de los demás. La<br />
compasión dice: “Entiendo lo que te está pasando, y lo que sientes no es raro ni es una locura”. Hoy<br />
también se la <strong>con</strong>oce como “empatía”, pero la palabra bíblica es “compasión”. La Escritura afirma que,<br />
como escogidos de Dios, santos y amados, debemos vivir <strong>con</strong> “verdadera compasión, bondad, humildad,<br />
mansedumbre y paciencia”. 8<br />
La compasión satisface dos necesidades humanas esenciales: ser entendidos y apreciados <strong>con</strong><br />
nuestros sentimientos. Cada vez que entiendes y aprecias los sentimientos de alguien, estableces<br />
comunión. El problema es que muchas veces tenemos tanta prisa para arreglar las cosas, que no tenemos<br />
tiempo para expresar nuestra compasión; o estamos preocupados <strong>con</strong> nuestros propios dolores. La<br />
autocompasión agota la compasión por los demás.<br />
La comunión tiene diferentes niveles, cada uno apropiado para diferentes momentos. Los grados más<br />
simples de comunión son al compartir y al estudiar la Palabra de Dios en comunidad. Un nivel más<br />
profundo es la comunión al servir: cuando ministramos entre varios en viajes misioneros o en proyectos<br />
de caridad. El nivel más profundo e intenso es la comunión en sufrimiento, 9 cuando nos solidarizamos<br />
<strong>con</strong> la pena y el dolor de los demás y nos ayudamos unos a otros a sobrellevar las cargas. Los cristianos<br />
que mejor entienden este nivel son quienes, en este mundo, sufren persecución, desprecio y hasta<br />
muerte como mártires por su fe.<br />
La Palabra de Dios nos manda: “Cuando tengan dificultades, ayúdense unos a otros. Esa es la manera<br />
de obedecer la ley de Cristo”. 10 Es en los momentos más intensos de crisis, dolor y duda cuando más nos<br />
necesitamos unos a otros. Cuando las circunstancias nos aplastan y nuestra fe se derrumba, es cuando<br />
más necesitamos a nuestros amigos creyentes. Necesitamos <strong>con</strong>tar <strong>con</strong> un pequeño grupo de amigos que<br />
tengan fe en Dios por nosotros para permitirnos salir adelante. En un pequeño grupo, el cuerpo de<br />
Cristo es real y tangible, aunque Dios parezca distante. Durante su sufrimiento, Job necesitó <strong>con</strong>