fabricantes de rebelion
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motivación colectiva en efecto se transforma en electoralismo, pero “seguimos en<br />
guerra” dirá una y otra vez el comandante; metáfora fundamental que guiará la acción <strong>de</strong><br />
Hugo Chávez y facilitará la continuidad <strong>de</strong> su li<strong>de</strong>razgo y el aura que lo seguirá<br />
acompañando.<br />
Superados los traumas <strong>de</strong> Valencia, entramos <strong>de</strong>finitivamente en una nueva etapa<br />
<strong>de</strong>l proceso político que vivió el país durante la década pasada. Una etapa que no se<br />
percibe <strong>de</strong> inmediato ya que fue duro para el mismo Chávez volver a levantar un<br />
li<strong>de</strong>razgo que hasta finales <strong>de</strong>l año 97 aún estaba <strong>de</strong> muy <strong>de</strong> capa caída. Tanto así que las<br />
primeras reacciones al anuncio <strong>de</strong> su candidatura fueron <strong>de</strong> una relativa indiferencia, ya<br />
sea en los movimientos populares como a nivel <strong>de</strong> masas. Una reacción colectiva que<br />
sólo logra superarse en forma paulatina y en la medida en que las candidaturas enemigas<br />
empiezan a <strong>de</strong>mostrar su mediocridad y total ausencia <strong>de</strong> carisma, paralelamente al<br />
levantamiento <strong>de</strong> un personaje que rápidamente <strong>de</strong>scubre sus armas naturales para<br />
potenciar su comunicación con el colectivo. Un acertijo que logra <strong>de</strong>scodificar Hugo<br />
Chávez <strong>de</strong>smitificando por completo al político tradicional, sus conductas, sus ritos, sus<br />
sonrisas estúpidas y sus costumbres burocrático-mercantiles, imponiendo en<br />
contrapartida la soltura, la firmeza y el humor propio <strong>de</strong> las mejores tradiciones <strong>de</strong>l<br />
li<strong>de</strong>razgo popular; algo que más a<strong>de</strong>lante seguirá haciendo ya instalado en Miraflores<br />
pero con los mismos ritos <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r, convirtiéndose en una suerte <strong>de</strong> personificación <strong>de</strong>l<br />
antipo<strong>de</strong>r, y que constituye por cierto uno <strong>de</strong> los hechos mas “inaceptables” <strong>de</strong>l quehacer<br />
gubernamental <strong>de</strong> Hugo Chávez para las clases pudientes. Pareciera que esas cosas<br />
<strong>de</strong>masiado humanas como el atreverse a quebrar los ritos y las formas equivale a<br />
<strong>de</strong>svanecer los contenidos y las finalida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la acción que se practica; principio que se<br />
hace cada vez más rígido en la medida en que subimos en las escalas <strong>de</strong> autoridad y<br />
riqueza. Por eso es que Chávez termina siendo un “maldito” por todo el cañon. En otras<br />
palabras, tanto el nuevo candidato como el nuevo presi<strong>de</strong>nte empezarán por <strong>de</strong>sinflar la<br />
figura <strong>de</strong>l petrificado li<strong>de</strong>razgo tradicional, superando incluso a los elocuentes y<br />
brillantes discursos <strong>de</strong> los viejos lí<strong>de</strong>res <strong>de</strong> la generación <strong>de</strong>l 28, utilizando una acción<br />
discursiva que combina la postura heroica y caudillezca ya consolidada con una<br />
humorística permanente. Es una verda<strong>de</strong>ra bomba comunicacional la que se va<br />
formando y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la cual podríamos explicarnos al menos la mitad <strong>de</strong> las razones <strong>de</strong> su<br />
li<strong>de</strong>razgo, y aún las motivaciones i<strong>de</strong>ológicas que están <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l mismo. No es por<br />
tanto un toque superficial <strong>de</strong> toda esta historia lo que estamos tratando; hasta me<br />
atrevería a afirmar que alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la acción comunicativa, o más específicamente, <strong>de</strong><br />
la transparencia comunicativa que logra aflorar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el candidato que es la voz y el<br />
<strong>de</strong>seo colectivo, don<strong>de</strong> se ubican la mitad <strong>de</strong> los límites y las posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la<br />
revolución <strong>de</strong> Hugo Chávez. A Habermas no le falta razón cuando centra en la<br />
liberación <strong>de</strong> los lenguajes y <strong>de</strong> las relaciones comunicacionales la constancia concreta<br />
<strong>de</strong> un proceso <strong>de</strong> emancipación <strong>de</strong> las relaciones <strong>de</strong> producción. El único problema es<br />
que en este caso estamos hablando <strong>de</strong> una liberación hipostasiada en el quehacer<br />
comunicacional <strong>de</strong>l lí<strong>de</strong>r, algo que paradójicamente más a<strong>de</strong>lante creará el silencio<br />
acrítico y cobardón <strong>de</strong> las nuevas burocracias <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r.<br />
De todas formas, ninguna acción comunicativa se genera sin los instrumentos y<br />
medios para lograr ejercerla. Y no serán los medios <strong>de</strong> la gran industria comunicacional<br />
la que en este caso le servirán <strong>de</strong> instrumentos para ello, al menos en un principio; en