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fabricantes de rebelion

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que amoldarse a este criterio. El “mandato <strong>de</strong>l pueblo”, garantizado por la presencia<br />

protectora <strong>de</strong>l caudillo igualitario, será en ese sentido un hecho absolutamente cierto<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l universo <strong>de</strong> comprensión bajo el cual se establece el gobierno chavista. La<br />

revolución nunca realizada, y que ha sido motivo para arrastrar una permanente<br />

frustración histórica, nuevamente se actualiza con una fuerza inaudita. Regresar a lo más<br />

sublime y heroico <strong>de</strong>l pasado para construir nuestro futuro, será el léxico omnipresente<br />

que le dará sentido al discurso <strong>de</strong> la revolución bolivariana y significación a sus actos.<br />

Una auténtica i<strong>de</strong>ología revolucionaria que recoge <strong>de</strong>l pensamiento iluminista sus más<br />

sagrados principios, es el acta a la cual se acu<strong>de</strong> para llenar <strong>de</strong> sentido la nueva historia<br />

que acaba <strong>de</strong> inaugurarse con la llegada el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Hugo Chávez. Casi <strong>de</strong> inmediato la<br />

misma revolución se verá tensionada por el radicalismo <strong>de</strong> sus “sin camisas” y <strong>de</strong>l<br />

jacobinismo <strong>de</strong> su lí<strong>de</strong>r, frente a la mo<strong>de</strong>ración reformadora <strong>de</strong> sus alerones girondinos<br />

(encabezados por el civilismo <strong>de</strong> Miquilena y el militarismo <strong>de</strong>rechista promovido por<br />

Dávila), a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> la conspiración sostenida <strong>de</strong> los sectores monárquicos que buscarán<br />

la restauración (fe<strong>de</strong>camaras, iglesia, vieja comandancia militar, partidocracia<br />

conservadora).<br />

El privilegio que tendrá este nuevo intento <strong>de</strong> “revolución francesa” sobre los<br />

anteriores para <strong>de</strong>mostrar la posibilidad <strong>de</strong> levantar un or<strong>de</strong>n soberano, no lo recogerá <strong>de</strong><br />

sus i<strong>de</strong>ales sino <strong>de</strong> la correspon<strong>de</strong>ncia que tendrán con una realidad política difusa que<br />

<strong>de</strong>jaron tras <strong>de</strong> sí los años noventa. No nos referimos al polo representativo y<br />

partidocrático <strong>de</strong> la política, sino al <strong>de</strong>senvolvimiento callejero <strong>de</strong> esta, inundada en este<br />

caso por una visión <strong>de</strong> soberanía que muy probablemente no existía en la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia<br />

y jamás pudo <strong>de</strong>splegarse entre las masas campesinas <strong>de</strong> la fe<strong>de</strong>ración o los sectores <strong>de</strong><br />

la pequeña burguesía que auparon el populismo más allá <strong>de</strong> sus círculos dirigentes.<br />

Como veíamos, las características eminentemente populares <strong>de</strong>l protagonismo político<br />

que <strong>de</strong>splegó el encuentro entre los movimientos populares y la rebelión militar en los<br />

años noventa, produjo un nuevo imaginario político suscrito al principio <strong>de</strong> soberanía<br />

popular y ratificado en las prácticas concretas <strong>de</strong> resistencia y constitución <strong>de</strong> nuevos<br />

espacios <strong>de</strong> or<strong>de</strong>namiento social y comunitario. No estamos hablando entonces <strong>de</strong> una<br />

mera “i<strong>de</strong>ología burguesa” que pren<strong>de</strong> entre las masas para confundirlas, sino <strong>de</strong> un<br />

nivel <strong>de</strong> i<strong>de</strong>alización <strong>de</strong> las prácticas políticas <strong>de</strong> resistencia que logra impregnar el<br />

vocablo popular hasta convertirlo en el preámbulo <strong>de</strong> una cultura política en gestación.<br />

El “pueblo soberano” el “somos el soberano” establece en ese sentido, toda una<br />

“episteme” <strong>de</strong> la revolución cuyo lugar <strong>de</strong> origen no está propiamente ni en los discursos<br />

<strong>de</strong> los revolucionarios ni en el reflejo automático <strong>de</strong>l “<strong>de</strong>sarrollo contradictorio entre las<br />

fuerzas productivas y las relaciones <strong>de</strong> producción” (ellas más bien lo único que han<br />

hecho es involucionar en los últimos años creando situaciones <strong>de</strong> inaudita <strong>de</strong>gradación<br />

<strong>de</strong> las condiciones sociales <strong>de</strong> vida), sino en prácticas autónomas mucho más locales y<br />

concretas que lograron niveles tímidos pero muy intensos <strong>de</strong> concatenación hasta<br />

producir auténticos “bolsones” <strong>de</strong> nueva sociedad; envoltorios que protegieron la crianza<br />

<strong>de</strong> una subjetividad rebel<strong>de</strong> que recogió <strong>de</strong>l universo semántico que la fue ro<strong>de</strong>ando la<br />

“palabrería” con la cual habría <strong>de</strong> darle sentido a su obra transformadora.<br />

Ahora bien, no sólo <strong>de</strong> Robespierre y Bolívar se ro<strong>de</strong>a una revolución, también<br />

se verá emplazada por un presente imperial y por quienes abrirán su mirada más allá <strong>de</strong>

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