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fabricantes de rebelion

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generando los aprendizajes necesarios para ir formando la memoria y los <strong>de</strong>stinos <strong>de</strong> la<br />

renaciente subjetividad revolucionaria. Esta acaba <strong>de</strong> <strong>de</strong>staparse <strong>de</strong> nuevo como<br />

movimiento global <strong>de</strong> resistencia inaugurado en Seattle y consagrado en Praga, pero allí<br />

sólo se expresa la faz espectacular <strong>de</strong> un proceso armado por pequeñas filigranas <strong>de</strong><br />

organización generadoras <strong>de</strong> experiencias, sensibilida<strong>de</strong>s, conocimientos que puedan<br />

estar a la altura <strong>de</strong> una lucha <strong>de</strong> rango global. Un reto <strong>de</strong>scomunal facilitado tan sólo por<br />

la inteligencia colectiva que ha ido acumulando datos, sistematizando experiencias,<br />

<strong>de</strong>terminando estrategias, estableciendo gran<strong>de</strong>s re<strong>de</strong>s <strong>de</strong> comunicación, con el fin <strong>de</strong><br />

posicionarse <strong>de</strong> mejor manera, afilando suficientemente las espuelas como para<br />

confrontar al nuevo Goliat con mejor suerte.<br />

Una <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s lecciones que nos <strong>de</strong>jan los movimientos sociales es la<br />

capacidad <strong>de</strong> restablecer la vieja y perdida “autonomía <strong>de</strong> clase”, bajo la forma <strong>de</strong> la<br />

“autonomía <strong>de</strong> las prácticas revolucionarias”. El principio autónomo <strong>de</strong> clase se amplía<br />

como una metáfora que <strong>de</strong>sbordará todo obrerismo cerrado hasta alcanzar al conjunto <strong>de</strong><br />

los sectores sociales excluidos o sometidos a nuevas o antiguas prácticas <strong>de</strong> explotación,<br />

siguiendo el curso <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> un capitalismo que tien<strong>de</strong> a salarizar al conjunto <strong>de</strong><br />

la masa trabajadora, e invadir todas las realida<strong>de</strong>s públicas y privadas -hasta las más<br />

íntimas-, y en esa misma medida a convertir en “ejercito <strong>de</strong> reserva” a inmensos<br />

contingentes sociales, sin <strong>de</strong>jar a ninguno fuera . “La clase obrera somos todos y todas”,<br />

repetirán las feministas mexicanas, dándole un rango mucho más abarcante y<br />

significativo a la tesis <strong>de</strong> la liberación <strong>de</strong>l trabajo. Esta nueva autonomía para comenzar<br />

hace reventar las tesis leninistas <strong>de</strong>l partido, siendo imposible justificar una organización<br />

<strong>de</strong> elite que fuese capaz <strong>de</strong> sintetizar (si algún día lo hizo) la conciencia, los intereses y<br />

el programa <strong>de</strong> liberación <strong>de</strong> una “clase obrera” tan amorfa y diseminada, pero que<br />

a<strong>de</strong>más ha sobresaltado los límites históricos <strong>de</strong>l propio programa leninista. Nuevas<br />

opciones <strong>de</strong> partido se intentarán sin duda, llevados en muchos casos por una gran<br />

honestidad, una gran <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> lucha. Es el caso por ejemplo <strong>de</strong>l PT brasileño, <strong>de</strong>l<br />

Partido <strong>de</strong> Trabajadores <strong>de</strong> México, o <strong>de</strong> algunos <strong>de</strong> los “partidos ver<strong>de</strong>s” <strong>de</strong> Europa (al<br />

menos en su primera etapa), confirmándose la dificultad <strong>de</strong> arropar una diversidad tan<br />

amplia y explosiva, junto a unas reglas <strong>de</strong>l juego mundialmente vigiladas que le dan tan<br />

poca cancha <strong>de</strong> beligerancia a estos nuevos actores políticos. Lo cierto es que se ha<br />

acabado la “era <strong>de</strong> los partidos” y con ellos también se acaba la “era <strong>de</strong> los<br />

revolucionarios” perfectos e imprescindibles, <strong>de</strong> unos señores con postura <strong>de</strong> profetas,<br />

caudillos <strong>de</strong> su clase, que sin ellos nada avanzaría en este mundo ya que concentran toda<br />

la voluntad y todo el po<strong>de</strong>r y todo el saber revolucionario. Al morir los profetas <strong>de</strong> la<br />

tierra prometida su mito se <strong>de</strong>sinflará junto con el <strong>de</strong> los autoproclamados<br />

revolucionarios que por un don <strong>de</strong> autonomasia adquirida lo eran <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio<br />

hasta el fin <strong>de</strong> sus días, a menos que abjuren <strong>de</strong> su antiguo credo.<br />

¿Qué queda entonces?, algo mucho más real y sustancial al hecho transformador<br />

como tal: queda la práctica concreta, la practica teórica, la práctica social, la práctica<br />

revolucionaria al fin, no como sujeto que vive la plenitud <strong>de</strong> su trascen<strong>de</strong>ncia sino como<br />

espacio colectivo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> y <strong>de</strong> manera efectiva se constituyen las relaciones <strong>de</strong><br />

organización, comunicación, transmisión y producción <strong>de</strong> saberes, necesarias para<br />

encauzar el acto transformador y garantizar el proceso <strong>de</strong> confrontación a la dominación<br />

y sus notables agentes. Nos encontramos frente a las nuevas canteras productoras <strong>de</strong>

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