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fabricantes de rebelion

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incluye, mediante mecanismos <strong>de</strong> participación más flexibles y menos rituales (aunque<br />

mucho más discrecionales en su elección), a las élites ¨no políticas¨ que en la base social<br />

ayudan ha consolidar las relaciones <strong>de</strong> dominio. Con los estallidos sociales que se<br />

suscitaron a lo largo <strong>de</strong>l mundo entre los años sesenta y setenta, el viejo estado liberal<br />

entendió que ya no pue<strong>de</strong> garantizar el consenso por sí sólo, necesita <strong>de</strong> la participación<br />

<strong>de</strong> agentes más compenetrados con las realida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la sociedad para po<strong>de</strong>r viabilizar los<br />

compromisos con ella, neutralizar sus conflictos y marginar la subversión. Por eso la<br />

<strong>de</strong>mocracia tiene que <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> ser puramente representativa y pasar a ser una <strong>de</strong>mocracia<br />

¨participativa¨ como versión neo-liberal <strong>de</strong> la <strong>de</strong>mocracia burguesa.<br />

Claro que este recetario se ofrece con explicaciones mucho más sublimes y<br />

seductoras, encontrando una excelente <strong>de</strong>manda mundial que se amplía en la medida en<br />

que la crisis <strong>de</strong> la representación partidista tradicional se profundiza. Pero tampoco<br />

<strong>de</strong>jemos <strong>de</strong> valorar los legítimos intentos que se han hecho <strong>de</strong> reivindicar la sociedad<br />

civil como espacio horizontal y colectivo <strong>de</strong> resistencia, solo que en este caso estamos<br />

hablando simplemente <strong>de</strong> una manera nueva <strong>de</strong> <strong>de</strong>nominar la antiquísima pulsión por<br />

configurar espacios <strong>de</strong> regulación, gestión y lucha autónoma por parte <strong>de</strong> las clases más<br />

oprimidas <strong>de</strong> la sociedad y no <strong>de</strong> un nuevo ente aristocrático inserto en el tejido social.<br />

Pero es allí precisamente don<strong>de</strong> po<strong>de</strong>mos encontrar una importante singularidad <strong>de</strong>l<br />

proceso venezolano. La transición hacia la participación en efecto se convierte en un<br />

anhelo generalizado pero sus premisas no se reducen a la participación <strong>de</strong> la sociedad<br />

civil <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los sistemas <strong>de</strong> articulación <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n sino el <strong>de</strong>smoronamiento <strong>de</strong>l estado<br />

<strong>de</strong> representación en todas sus versiones y por tanto <strong>de</strong> la representación misma. Es que<br />

<strong>de</strong> hecho no hay ninguna sociedad civil a reivindicar porque objetivamente ella no es<br />

más que una seudoficción que tardíamente el régimen puntofijista trato <strong>de</strong> sacar <strong>de</strong> la<br />

fantasía con cualquier ¨muñeco e`torta¨ -como diría una gran amiga guayanesa- que se<br />

preste, y bastó con que la crisis económica haga estragos hasta con la misma clase media<br />

para que esto se convierta en un perfecto imposible.<br />

La ¨sociedad civil¨ en sus <strong>de</strong>finiciones clásicas <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> nosotros se limita a las<br />

relaciones <strong>de</strong> cooperación que han construido entre sí algunos grupos inmigrantes<br />

europeos, ciertos espacios <strong>de</strong> cooperación <strong>de</strong> la pequeña y mediana empresa y un<br />

regadío <strong>de</strong> individuos que han tenido suerte <strong>de</strong> montarse en los trampolines <strong>de</strong>l ascenso<br />

social, básicamente a través <strong>de</strong>l sistema educativo, y <strong>de</strong> beneficiarse <strong>de</strong> los otrora<br />

importantes incentivos laborales y <strong>de</strong> los diversos sistemas <strong>de</strong> créditos que aún<br />

subsisten, pero cuyo número <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace más <strong>de</strong> una década se reduce relativamente, y<br />

cuyo <strong>de</strong>stino todos los días es más incierto o <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>nte. Otra cosa muy distinta son los<br />

espacios <strong>de</strong> cooperación, solidaridad y resistencia que se multiplican entre las clases<br />

populares pero que no se asemejan en nada a la liga <strong>de</strong> individuos materialmente<br />

autosuficientes por su condición <strong>de</strong> propietarios, empresarios, intelectuales y gerentes<br />

con los cuales se dibuja el individuo prototípico <strong>de</strong> la sociedad civil <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los<br />

esquemas i<strong>de</strong>ológicos <strong>de</strong> la globalización. Vivimos más bien buscando las formas más<br />

insólitas <strong>de</strong> sobrevivencia entre una ¨sociedad <strong>de</strong> excluidos¨ que en la medida en que<br />

estrecha sus lazos asociativos y cualifica su acción <strong>de</strong> resistencia casi automáticamente<br />

tien<strong>de</strong> a radicalizar sus posiciones frente al mo<strong>de</strong>lo representativo tradicional y a<br />

convertirse en un agente subversivo <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n constituido. A partir <strong>de</strong> allí comienza a<br />

dibujar su i<strong>de</strong>ario político y diseñar sus estrategias <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r. Por eso no es <strong>de</strong> extrañar

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