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Tercer Testamento - El Libro de la Vida Verdadera

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incurables y que predican <strong>la</strong> espiritualidad como <strong>la</strong> única doctrina que es capaz <strong>de</strong> dar al mundo <strong>la</strong> paz.<br />

11 No estarán <strong>de</strong>finidas ni serán puras <strong>la</strong>s manifestaciones <strong>de</strong> muchos <strong>de</strong> aquellos hombres, porque les faltó <strong>la</strong> dirección<br />

<strong>de</strong>l Maestro, mas para entonces, este pueblo que ha sido mi discípulo, llevará mi mensaje por todos los caminos <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Tierra.<br />

13 Los que se levanten <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su sueño <strong>de</strong> siglos anunciando <strong>la</strong> luz <strong>de</strong>l nuevo tiempo, serán los muertos que<br />

resucitan a <strong>la</strong> vida espiritual, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber permanecido inertes para <strong>la</strong> verda<strong>de</strong>ra vida.<br />

Don<strong>de</strong> exista el amor, <strong>la</strong> sabiduría y <strong>la</strong> justicia, don<strong>de</strong> haya inspiración e impere <strong>la</strong> bondad, allí existirá <strong>la</strong> verda<strong>de</strong>ra vida.<br />

54 La vida es una corriente incesante. Para que el espíritu llegue a ser gran<strong>de</strong>, sabio, fuerte y bondadoso, es menester<br />

que viva eternamente.<br />

55 Yo os doy <strong>la</strong> vida, mas os digo: Avivad <strong>la</strong> luz <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe en vuestro Dios, fe en vosotros mismos, fe en <strong>la</strong> vida y en lo<br />

creado.<br />

57 Abolid el dolor. La vida creada por Mí no es dolorosa; el sufrimiento proviene <strong>de</strong> <strong>la</strong>s <strong>de</strong>sobediencias y faltas <strong>de</strong> los<br />

hijos <strong>de</strong> Dios.<br />

<strong>El</strong> dolor es propio <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida que los hombres en su disolución han creado. <strong>El</strong>evad vuestra mirada y <strong>de</strong>scubrid <strong>la</strong> belleza<br />

<strong>de</strong> mis obras; preparaos para que escuchéis el concierto divino.<br />

59 Así como <strong>la</strong> sangre corre por vuestras venas y vivifica todo el cuerpo, así <strong>la</strong> fuerza <strong>de</strong> Dios, como un torrente <strong>de</strong> vida,<br />

pasa a través <strong>de</strong> vuestro espíritu.<br />

No hay motivo para estar enfermo si cumplís <strong>la</strong> Ley. La vida es salud, alegría, felicidad, armonía; estando enfermos no<br />

podéis ser un <strong>de</strong>pósito <strong>de</strong> los bienes divinos.<br />

61 Yo os <strong>de</strong>scubro una fuente <strong>de</strong> salud que existe en vosotros, en vuestro espíritu, para que a el<strong>la</strong> acudáis cuando sea<br />

necesario: si sabéis buscar<strong>la</strong>, encontraréis sus aguas.<br />

No quiero un mundo <strong>de</strong>rrotado y triste, un pueblo que por su ignorancia <strong>de</strong> lo que posee, a cada instante me hable con<br />

angustia y me pida con <strong>de</strong>sesperación.<br />

Quiero un mundo consciente <strong>de</strong> cuanto es y posee.<br />

62 Hay quienes están pensando: -¿Y si el hombre siempre fuese sano, cómo moriría?- A lo cual os respondo que no es<br />

necesario que vuestro cuerpo esté enfermo para que <strong>de</strong>je <strong>de</strong> vivir; basta que el corazón se <strong>de</strong>tenga cuando <strong>la</strong> hora haya<br />

sonado, para que <strong>de</strong>je <strong>de</strong> ser.<br />

67 No quisiera el Padre que lloraran sus hijos, aunque os haya dicho: Bienaventurados los que lloran. Mi Ley no os<br />

enseña que lloréis sino <strong>la</strong> manera <strong>de</strong> evitar el dolor.<br />

Si me p<strong>la</strong>ciera veros sufrir, no vendría a vosotros como doctor, ni vendría a <strong>de</strong>rramar mi bálsamo sobre toda herida.<br />

Aquél que lleva su cruz <strong>de</strong> penas con mansedumbre, me agrada porque me imita; mas <strong>de</strong> aquél que en su fanatismo<br />

religioso y su ignorancia, atormenta y castiga su cuerpo, recibo su intención que es <strong>la</strong> <strong>de</strong> purificarse o tratar <strong>de</strong> imitarme<br />

en mis pa<strong>de</strong>cimientos, mas el acto no lo apruebo.<br />

De Enseñanza 135<br />

2 Yo soy el divino juez, que no aplica jamás una sentencia mayor a <strong>la</strong> falta. Cuántos <strong>de</strong> los que se acusan <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> Mí,<br />

Yo los encuentro limpios. En cambio, cuántos pregonan limpi<strong>de</strong>z y los encuentro perversos y culpables.<br />

3 ¡Qué injusta es <strong>la</strong> justicia humana! ¡Cuántas víctimas <strong>de</strong> los malos jueces expían faltas ajenas! ¡Cuántos inocentes han<br />

visto cerrarse <strong>la</strong>s rejas <strong>de</strong> <strong>la</strong> prisión <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> sus ojos, mientras el culpable camina libre llevando invisiblemente su<br />

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