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Tercer Testamento - El Libro de la Vida Verdadera

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61 Cuando el varón volvió <strong>de</strong> su letargo, contempló un nuevo cuadro <strong>de</strong> dolor: <strong>la</strong> esposa lloraba sin consuelo a <strong>la</strong><br />

cabecera <strong>de</strong>l lecho don<strong>de</strong> yacía muerto el segundo hijo.<br />

Quiso el hombre arrancarse <strong>la</strong> existencia mas <strong>la</strong> esposa le <strong>de</strong>tuvo diciéndole: -No atentéis contra vuestra vida, <strong>de</strong>tened<br />

vuestra mano, mirad que nosotros mismos somos <strong>la</strong> causa <strong>de</strong> que Dios se lleve a nuestros hijos.<br />

<strong>El</strong> varón se serenó reconociendo que había luz en aquel<strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras. Un día y otro fueron trayendo <strong>la</strong> calma a aquellos<br />

corazones que recordaban con dolor a los hijos que partieron, que habían sido <strong>la</strong> alegría <strong>de</strong> aquel hogar que <strong>de</strong>spués se<br />

hundió en <strong>la</strong> <strong>de</strong>so<strong>la</strong>ción.<br />

62 <strong>El</strong> espíritu preguntó entonces a su Señor: -Padre, ¿nuevamente vais a enviarme a <strong>la</strong> Tierra?-<br />

-Nuevamente- le dijo el Señor, -y cuantas veces sea necesario, hasta pulimentar aquellos corazones.<br />

Cuando volvió a encarnar aquel espíritu, su cuerpo estaba enfermo porque su madre se encontraba enferma y su padre<br />

también. Des<strong>de</strong> su lecho <strong>de</strong> dolor, aquel espíritu se elevaba al Padre en <strong>de</strong>manda <strong>de</strong> alivio. Esta vez no había<br />

contemp<strong>la</strong>do <strong>la</strong> luz <strong>de</strong>l mundo, no había sonrisas en los <strong>la</strong>bios <strong>de</strong> los padres, so<strong>la</strong>mente l<strong>la</strong>nto.<br />

La madre lloraba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el amanecer hasta el anochecer junto a <strong>la</strong> cuna <strong>de</strong>l infante, mientras el padre arrepentido sentía<br />

que a su corazón lo ta<strong>la</strong>draba el dolor, al ver que el hijo había heredado sus propias <strong>la</strong>cras.<br />

63 Breve fue <strong>la</strong> estancia <strong>de</strong>l espíritu en aquel<strong>la</strong> carne enferma, retornando nuevamente a <strong>la</strong> presencia <strong>de</strong>l Señor.<br />

64 Volvió <strong>la</strong> soledad entre los esposos, pero el dolor les había unido como nunca, sus corazones se amaban y se<br />

prometieron caminar unidos hasta el fin <strong>de</strong> <strong>la</strong> jornada. <strong>El</strong> varón cumplía con sus <strong>de</strong>beres, el<strong>la</strong> cuidaba a su esposo y<br />

ambos se sanaban <strong>de</strong> sus males.<br />

65 Creían difícil que Dios volviera a conce<strong>de</strong>rles un hijo más, y he ahí que cuando el Señor contempló que <strong>la</strong> salud<br />

corporal y espiritual florecía en aquellos seres, les envió aquel espíritu como un premio a <strong>la</strong> abnegación <strong>de</strong> <strong>la</strong> una y a <strong>la</strong><br />

enmienda <strong>de</strong>l otro, y <strong>de</strong>l seno <strong>de</strong> <strong>la</strong> mujer brotó un cuerpecito fragante como un capullo, que inundó <strong>de</strong> felicidad y <strong>de</strong> paz<br />

aquel hogar.<br />

66 <strong>El</strong> varón y <strong>la</strong> mujer postrados y llorando <strong>de</strong> dicha, dieron gracias a su Señor, mientras aquel espíritu sufrido y<br />

obediente sonreía a través <strong>de</strong>l hijo diciendo a Dios: -Señor, no me apartes más <strong>de</strong> mis padres, mira que hay paz en mi<br />

hogar, hay amor en sus corazones, hay calor en mi cuna, hay leche y miel en el seno <strong>de</strong> mi madre, hay pan en <strong>la</strong> mesa y<br />

en mi padre hay caricias y en sus manos herramientas <strong>de</strong> trabajo; bendícenos<br />

Y el Señor, con regocijo en su Espíritu, les bendijo y <strong>de</strong>jó unidos en un solo cuerpo, en un solo corazón y en una so<strong>la</strong><br />

voluntad.<br />

De Enseñanza 41<br />

48 Si <strong>la</strong> carne se impone, sufre <strong>la</strong> materia; si se impone <strong>la</strong> materia, sufre el espíritu y en verdad os digo que se <strong>de</strong>be a<br />

que entre ambos elementos no existe armonía. Esta existe cuando ambos forman un solo cuerpo y una so<strong>la</strong> voluntad.<br />

No os <strong>de</strong>is por satisfechos creyendo que con orar habéis cumplido vuestra misión. Yo sólo os pido cinco minutos <strong>de</strong><br />

oración para que el resto <strong>de</strong>l tiempo lo <strong>de</strong>diquéis a luchar por <strong>la</strong> vida material y cumplir <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> el<strong>la</strong> con los <strong>de</strong>beres <strong>de</strong><br />

vuestro espíritu, sembrando entre vuestros hermanos <strong>la</strong> simiente <strong>de</strong> amor y caridad con vuestras obras.<br />

Orad más con el espíritu que con <strong>la</strong> carne. Para salvarse no basta un instante <strong>de</strong> oración o un día <strong>de</strong> amor, sino una vida<br />

<strong>de</strong> perseverancia, <strong>de</strong> paciencia, <strong>de</strong> obras elevadas, <strong>de</strong> acatamiento a mis mandatos.<br />

De Enseñanza 48<br />

43 En esta Era ya no es Jesús, hombre, quien viene hasta vuestro mundo en pos <strong>de</strong> los pecadores y necesitados; ahora<br />

es Cristo, Espíritu, el que se manifiesta a <strong>la</strong> Humanidad, para <strong>de</strong>scubrir entre <strong>la</strong>s multitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> este tiempo a los nuevos<br />

21

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