Tercer Testamento - El Libro de la Vida Verdadera
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Allá; llenad <strong>de</strong> buena simiente vuestro alfolí, para que con paso firme acudáis al l<strong>la</strong>mado que os haré en el valle espiritual<br />
que os espera y <strong>de</strong>l cual nadie podrá huir.<br />
30 A cada uno <strong>de</strong> vosotros se le ha asignado un número <strong>de</strong> espíritus a los cuales <strong>de</strong>be ayudar a elevarse,<br />
conduciéndoles por el sen<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> mi verdad. Ninguno llegará sin su porción, porque no será recibido.<br />
31 Luchad y trabajad, recreaos aprendiendo y enseñando. Yo estoy fecundando <strong>la</strong>s tierras, apartando <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s toda <strong>la</strong><br />
ma<strong>la</strong> hierba para que mis sembradores <strong>la</strong>s encuentren preparadas por mi caridad.<br />
32 Entonces se abrirá <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> vuestros ojos un camino a través <strong>de</strong> un <strong>de</strong>sierto, ofreciéndoos sus oasis y allá en el<br />
horizonte <strong>la</strong> silueta b<strong>la</strong>nca <strong>de</strong> <strong>la</strong> Tierra Prometida al espíritu, cuyas puertas abiertas os invitarán a pasar con <strong>la</strong>s<br />
porciones y con los pueblos que no sólo amarán al mismo Dios, sino que practicarán el mismo culto espiritual.<br />
33 Convertid con vuestra oración a los seres en tinieb<strong>la</strong>s, que como ejércitos combaten y luchan mientras dormís. Daos<br />
cuenta <strong>de</strong> que en torno vuestro y sobre vosotros flota y se agita un mundo <strong>de</strong>sconocido, don<strong>de</strong> <strong>la</strong> luz lucha contra <strong>la</strong>s<br />
tinieb<strong>la</strong>s en una guerra cuyo estruendo e influencia trastorna vuestro mundo, vuestro corazón y vuestra mente.<br />
34 Por eso <strong>la</strong> tranquilidad y <strong>la</strong> paz también han huido <strong>de</strong>l corazón <strong>de</strong> <strong>la</strong> Humanidad; mas bienaventurado el que sintiendo<br />
esa batal<strong>la</strong>, ora, porque él saldrá avante.<br />
35 <strong>El</strong> que tomara el juicio <strong>de</strong> este tiempo como simple coinci<strong>de</strong>ncias no sabe que estará a merced <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte, <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
peste, <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>gas y el hambre.<br />
36 Descansad en tierra firme; <strong>de</strong>tened vuestro paso bajo <strong>la</strong> sombra <strong>de</strong> esta palmera y oíd mi voz para que sanéis <strong>de</strong><br />
todos vuestros males y recobréis vuestras fuerzas para proseguir <strong>la</strong> caminata.<br />
38 ¡Cuántas reve<strong>la</strong>ciones habéis comprendido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el instante en que por primera vez escuchasteis esta pa<strong>la</strong>bra! Entre<br />
el<strong>la</strong>s comprendisteis que el espíritu no se perfecciona en un día, ni en un año, ni en una vida, porque teniendo naturaleza<br />
eterna, su trayecto tiene que ser a<strong>de</strong>cuado al ga<strong>la</strong>rdón que le espera.<br />
39 Habéis aprendido a distinguir <strong>la</strong> voz <strong>de</strong> <strong>la</strong> conciencia que hab<strong>la</strong> siempre <strong>de</strong> ley, <strong>de</strong> amor, <strong>de</strong> bien, <strong>de</strong> rectitud y pureza,<br />
<strong>de</strong> aquel<strong>la</strong> otra voz que proviene <strong>de</strong> los sentidos <strong>de</strong> <strong>la</strong> carne o <strong>de</strong> <strong>la</strong>s pasiones <strong>de</strong>l corazón, <strong>la</strong> cual no siempre induce al<br />
bien.<br />
40 Ya sabéis que poseéis armas para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>ros, conocéis cuáles son; sabéis también cuál es el escudo que os<br />
protege, y comenzáis a hacer uso <strong>de</strong> <strong>la</strong> oración, <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe, <strong>de</strong> los buenos pensamientos, <strong>de</strong> <strong>la</strong> firmeza <strong>de</strong> voluntad.<br />
41 Habéis aprendido a dar su lugar justo en <strong>la</strong> vida a los diferentes valores que forman vuestro ser; sabéis que lo<br />
esencial está en el espíritu y que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> él, ocupando un lugar digno en el hombre, se encuentran los sentimientos,<br />
<strong>la</strong> mente, <strong>la</strong>s necesida<strong>de</strong>s corporales.<br />
42 Sabéis ahora que <strong>la</strong> verda<strong>de</strong>ra espiritualidad en el hombre no consiste en apartarse <strong>de</strong> <strong>la</strong> carne o en rechazar lo<br />
material, sino en armonizar vuestra vida con toda <strong>la</strong> Creación; sin embargo, para que el espíritu pueda lograr esa<br />
armonía, es menester que siempre vaya <strong>de</strong><strong>la</strong>nte, que esté por encima <strong>de</strong> lo humano, que sea el guía; si no es así, el<br />
espíritu no es libre y se transforma en esc<strong>la</strong>vo <strong>de</strong> <strong>la</strong> carne o en enemigo <strong>de</strong> el<strong>la</strong>.<br />
43 Sabéis que en mi camino no se pue<strong>de</strong> fingir amor, pureza ni conocimientos, porque sentís una mirada que todo lo ve<br />
y todo lo juzga.<br />
44 Ahora conocéis que para que vuestros méritos sean reales, vuestras virtu<strong>de</strong>s y obras tienen que ser verda<strong>de</strong>ras y<br />
estar inspiradas en el amor a vuestros hermanos.<br />
45 No temáis que os hable así; vuelvo a <strong>de</strong>ciros que no vengo a exigiros <strong>la</strong> suprema perfección, sino un esfuerzo<br />
constante por alcanzar<strong>la</strong>.<br />
46 Ahora, cuando sufrís, cuando atravesáis una dura prueba, cuando os encontráis en el lecho <strong>de</strong>l dolor, sabéis que<br />
aquel cáliz <strong>de</strong> amargura os purifica y os renueva, que aquel dolor os hace expiar algunas faltas, que es una sabia<br />
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