Tercer Testamento - El Libro de la Vida Verdadera
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Os envié <strong>de</strong>spués un Abraham, ejemplo <strong>de</strong> obediencia y fe infinita en su Señor, un Isaac virtuoso y un Jacob fiel y lleno<br />
<strong>de</strong> fortaleza, para que formasen el tronco <strong>de</strong>l árbol <strong>de</strong> una <strong>de</strong> cuyas ramas habría <strong>de</strong> brotar Moisés, aquél a quien envié<br />
para representarme y entregar mi Ley a los hombres.<br />
48 En Moisés contempló <strong>la</strong> Humanidad un reflejo <strong>de</strong> mi majestad, vio en él justicia, rectitud, fortaleza inquebrantable, fe,<br />
obediencia y caridad. Si ante <strong>la</strong>s f<strong>la</strong>quezas <strong>de</strong> su pueblo, mirasteis que airado rompió <strong>la</strong>s tab<strong>la</strong>s <strong>de</strong> <strong>la</strong> Ley acabándo<strong>la</strong>s<br />
<strong>de</strong> recibir <strong>de</strong>l Padre, también sabéis que Yo <strong>la</strong>s restituí en sus manos, para daros a compren<strong>de</strong>r que sólo una Ley divina<br />
os regirá en todos los tiempos, <strong>la</strong> <strong>de</strong>l Dios invisible.<br />
49 Cuando los tiempos hubieron pasado sobre <strong>la</strong> Humanidad y ésta necesitaba conocer más profundamente a su Padre,<br />
Él, incansable en su Obra <strong>de</strong> amor, envió al mundo a sus profetas para anunciar a <strong>la</strong> Humanidad que vendría a <strong>la</strong> Tierra<br />
a hacerse hombre, para hacerle sentir su amor y enseñar con su nacimiento, su vida y su muerte, lo que es una vida<br />
perfecta; pero mientras unos creyeron en mis profetas, otros dudaron y les dieron muerte, con cuyo sacrificio prepararon<br />
mi camino.<br />
50 La pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> mis enviados estremecía el corazón <strong>de</strong> los que pecaban, porque anunciaba <strong>la</strong> llegada <strong>de</strong> Aquél que<br />
con su verdad pondría a <strong>de</strong>scubierto <strong>la</strong> falsedad. Mientras los hombres <strong>de</strong>cían:" -Dios aconseja el bien, <strong>la</strong>s obras<br />
perfectas <strong>de</strong> amor, <strong>de</strong> perdón y justicia, porque es perfecto, mas nosotros los humanos no lo po<strong>de</strong>mos ser-", Jesús<br />
nació.<br />
51 Era el mismo Dios que venía al mundo para dar su Ley y su enseñanza a través <strong>de</strong> una envoltura. Hoy quisierais<br />
saber cómo fue formado el cuerpo <strong>de</strong> Jesús, a lo que Yo os digo: Debéis conformaros con saber que aquel cuerpo fue<br />
engendrado y concebido por obra <strong>de</strong>l amor infinito que os tengo.<br />
Des<strong>de</strong> aquel instante Jesús comenzó a apurar el cáliz <strong>de</strong> amargura que había <strong>de</strong> beber hasta el final; pasó por todas <strong>la</strong>s<br />
vicisitu<strong>de</strong>s humanas, soportando <strong>la</strong>s pruebas, sabiendo <strong>de</strong>l trabajo, <strong>de</strong> <strong>la</strong> persecución, <strong>de</strong> <strong>la</strong>s <strong>la</strong>rgas jornadas, <strong>de</strong>l<br />
hambre, <strong>la</strong> sed y <strong>la</strong> soledad, sintiendo sobre el cuerpo el paso <strong>de</strong>l tiempo y contemp<strong>la</strong>ndo <strong>de</strong> cerca <strong>la</strong> vida humana con<br />
sus virtu<strong>de</strong>s y sus miserias, hasta que llegó el instante <strong>de</strong> levantarse a hab<strong>la</strong>r y hacer obras po<strong>de</strong>rosas.<br />
52 Entonces <strong>de</strong>jé que los hombres se acercasen a escucharme, a mirarme, a escudriñarme material y espiritualmente.<br />
Dejé que el hombre ta<strong>la</strong>drara mi cuerpo en busca <strong>de</strong> lo divino hasta que contemp<strong>la</strong>ra mis huesos, y mi costado se<br />
abriera para manar agua. Dejé que el mundo me convirtiera en su reo, en su rey <strong>de</strong> bur<strong>la</strong>s, en un <strong>de</strong>spojo, y así me<br />
condujese hacia el cadalso, llevando a cuestas <strong>la</strong> cruz <strong>de</strong> <strong>la</strong> ignominia, don<strong>de</strong> me esperaban dos <strong>la</strong>drones para morir<br />
Conmigo.<br />
53 Así quise morir en cuanto hombre, sobre mi cruz, para enseñaros que Yo, vuestro Dios, no soy so<strong>la</strong>mente el Dios <strong>de</strong><br />
<strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra, sino también el <strong>de</strong> <strong>la</strong>s obras; pero quienes me vieron morir y contemp<strong>la</strong>ron mi agonía y escucharon mis<br />
últimas pa<strong>la</strong>bras, dijeron: -¿Cómo pue<strong>de</strong> morir el Hijo <strong>de</strong> Dios? ¿Cómo es que siendo el Mesías, le hemos visto caer y le<br />
hemos oído quejarse?<br />
54 Una prueba más estaban pidiendo los hombres y en mi amor se <strong>la</strong> di. Si nací en cuanto hombre <strong>de</strong> <strong>la</strong>s entrañas <strong>de</strong><br />
una santa mujer, para rendir tributo a <strong>la</strong> maternidad humana, también bajé a <strong>la</strong>s entrañas <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra para rendir tributo a<br />
su seno y concluir ahí mi misión como hombre. Mas <strong>la</strong>s entrañas <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra no pudieron guardar aquel cuerpo que no<br />
les pertenecía, sino al seno <strong>de</strong>l Padre <strong>de</strong> don<strong>de</strong> había venido, y a él se volvió.<br />
55 Ahora os digo: Si al contemp<strong>la</strong>r a Jesús morir sobre <strong>la</strong> cruz, dudasteis <strong>de</strong> su Divinidad, podéis <strong>de</strong>cirme: ¿Qué hombre,<br />
al tercer día <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> muerto, ha salido <strong>de</strong> su sepulcro sin vio<strong>la</strong>rlo y ha ascendido con su propio cuerpo hacia los<br />
Cielos? Nadie. Yo lo hice porque soy <strong>la</strong> vida, porque ni en Espíritu ni en materia podía morir.<br />
56 La duda no fue sólo entre <strong>la</strong>s turbas; aun entre mis discípulos hubo uno que dudara <strong>de</strong> que Yo pudiera presentarme<br />
entre ellos <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> muerto; ése fue Tomás, quien dijo que sólo hundiendo sus <strong>de</strong>dos en <strong>la</strong> herida <strong>de</strong> mi costado,<br />
creería que fuera posible aquello. No acababa <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirlo cuando le hice escuchar mi saludo: Mi paz sea con vosotros, y<br />
aún tuvo fuerza aquél para acercarse y mirar el fondo <strong>de</strong> <strong>la</strong> herida y tocar<strong>la</strong> con su mano, para creer que en verdad había<br />
muerto y resucitado el Maestro.<br />
57 Bienaventurados los que creen sin antes haber visto. Sí, mis hijos, porque también <strong>la</strong> verda<strong>de</strong>ra fe es mirada que<br />
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