Tercer Testamento - El Libro de la Vida Verdadera
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61 Ve<strong>la</strong>d y orad, porque los tiempos van a cambiar; uníos a mi Ley <strong>de</strong> amor y no habrá prueba que os <strong>de</strong>tenga en el<br />
camino; vivid los ejemplos que os di en Jesús, y entonces sí saldréis avante; nadie podrá acal<strong>la</strong>r mi verbo en vuestras<br />
bocas; <strong>de</strong> cierto os digo que ni el cadalso os hará olvidar mi Ley, porque el recuerdo <strong>de</strong>l Cor<strong>de</strong>ro inmo<strong>la</strong>do os fortalecerá<br />
y os ofreceréis en holocausto a mi Divinidad. Compren<strong>de</strong>d que os hablo en metáfora.<br />
62 Cuántos <strong>de</strong> vosotros abandonaréis a los seres más queridos para ir en busca <strong>de</strong> aquéllos que <strong>de</strong>berán oír mi pa<strong>la</strong>bra<br />
por vuestro conducto. Cuántos por amor a mi Doctrina os <strong>de</strong>spojaréis <strong>de</strong> vuestros bienes materiales y viviréis en medio<br />
<strong>de</strong> privaciones.<br />
Mas si vuestro cuerpo careciese <strong>de</strong> los bienes terrestres en este mundo, Yo enga<strong>la</strong>naré a vuestro espíritu con mi amor<br />
en <strong>la</strong> eternidad, mas no temáis, oh hijos muy amados: Yo no pido el sacrificio <strong>de</strong> ninguno <strong>de</strong> vosotros. Yo so<strong>la</strong>mente os<br />
he dicho en mi pa<strong>la</strong>bra: Todo lo que hiciereis en mi Obra lo recibiréis multiplicado al ciento por uno, sembrad <strong>de</strong> buenas<br />
obras vuestro sen<strong>de</strong>ro y cosecharéis los triunfos en el Más Allá.<br />
De Enseñanza 318<br />
Pascua 1950<br />
47 Con <strong>la</strong> esencia <strong>de</strong> mi pa<strong>la</strong>bra formad en el corazón <strong>de</strong> vuestros hijos un santuario <strong>de</strong> espiritualidad, no <strong>de</strong> fanatismo ni<br />
ido<strong>la</strong>tría; conducidlos por <strong>la</strong> senda <strong>de</strong> mi Ley.<br />
No basta no hacer daño a nadie. Lo justo es no hacer el mal, pero si hacéis el bien, con esto me estaréis agradando.<br />
48 ¡Cuán diáfana y sencil<strong>la</strong> es <strong>la</strong> verdad! ¡Qué c<strong>la</strong>ra y simple <strong>la</strong> espiritualidad! Sin embargo, qué difícil compren<strong>de</strong>r<strong>la</strong>s,<br />
para quien se obstina en <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s <strong>de</strong> su fanatismo y <strong>de</strong> sus tradiciones. Su mente no pue<strong>de</strong> concebir que haya algo<br />
más <strong>de</strong> lo que él sabe, su corazón se resiste a renunciar a lo que para él ha sido su dios y su ley: <strong>la</strong> tradición y el rito.<br />
49 ¿Acaso creéis que Yo aborrezca a quienes se empeñan en no mirar mi verdad? No, mis hijos, mi caridad es infinita, y<br />
es precisamente a éstos a quienes busco para ayudaros a salir <strong>de</strong> su cautiverio, para que se extasíen en <strong>la</strong><br />
contemp<strong>la</strong>ción <strong>de</strong> <strong>la</strong> luz. A ellos les están reservadas <strong>la</strong>s pruebas necesarias para su <strong>de</strong>spertar a <strong>la</strong> fe. No serán pruebas<br />
superiores a sus fuerzas, serán lecciones sabiamente a<strong>de</strong>cuadas a cada espíritu, a cada vida, a cada hombre.<br />
50 De ahí, <strong>de</strong> entre esas oscuras mentes, <strong>de</strong> entre aquellos corazones enfermos <strong>de</strong> fanatismo religioso y <strong>de</strong> ignorancia,<br />
veréis surgir a los gran<strong>de</strong>s y fervientes soldados <strong>de</strong> <strong>la</strong> verdad, porque el día que ellos se libren <strong>de</strong> sus ca<strong>de</strong>nas, <strong>de</strong> sus<br />
tinieb<strong>la</strong>s y vean <strong>la</strong> luz, no podrán contener su gozo y exc<strong>la</strong>marán a voz en cuello que Yo he vuelto para salvar al mundo,<br />
elevándolo al Reino verda<strong>de</strong>ro a través <strong>de</strong> <strong>la</strong> esca<strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> espiritualidad.<br />
51 Para ayudaros en vuestra evolución habéis tenido <strong>la</strong> manifestación <strong>de</strong> <strong>El</strong>ías, vuestro guía espiritual, el precursor <strong>de</strong>l<br />
<strong>Tercer</strong> Tiempo, el que ha preparado a vuestro espíritu. Mas él ve con tristeza que muchos se encuentran extraviados, y<br />
cuán gran<strong>de</strong> es entonces el dolor <strong>de</strong> <strong>El</strong>ías; él busca a sus ovejas en unión <strong>de</strong> mis siervos espirituales por todos los<br />
camino.<br />
¿Quién <strong>de</strong> vosotros se preparará para atraer a los ausentes, a los que están en <strong>la</strong> senda <strong>de</strong>l dolor? A los que están<br />
sufriendo, Yo los fortalezco para que no b<strong>la</strong>sfemen, para que sientan mi presencia y prestos se levanten en este tiempo,<br />
para que estén con el Maestro en <strong>la</strong> mesa y se alimenten con el pan y el vino que he preparado con mi amor.<br />
57 Sois los mismos que en el Segundo Tiempo cantasteis el hosanna cuando Jesús penetró en Jerusalén. Hoy que me<br />
manifiesto a vosotros en Espíritu, ya no tendéis vuestros mantos a mi paso; son vuestros corazones los que ofrecéis<br />
como morada a vuestro Señor.<br />
Hoy vuestro hosanna no es a voz en cuello; ese hosanna brota <strong>de</strong> vuestro espíritu como un himno <strong>de</strong> humildad, <strong>de</strong> amor<br />
y reconocimiento al Padre, como un himno <strong>de</strong> fe en esta manifestación que en el <strong>Tercer</strong> Tiempo ha venido a ofreceros<br />
vuestro Señor.<br />
58 Ayer, como ahora, así me seguisteis a mi entrada a Jerusalén. Las gran<strong>de</strong>s multitu<strong>de</strong>s me ro<strong>de</strong>aban cautivadas por<br />
mis pa<strong>la</strong>bras <strong>de</strong> amor. Hombres y mujeres, ancianos y niños estremecían <strong>la</strong> ciudad con sus voces <strong>de</strong> júbilo, y los mismos<br />
sacerdotes y fariseos, temiendo que el pueblo se rebe<strong>la</strong>ra, me dijeron: -Maestro, si Tú enseñas <strong>la</strong> paz, ¿por qué permites<br />
que tus discípulos escandalicen <strong>de</strong> esta manera?- Y Yo les contesté: En verdad os digo, si éstos cal<strong>la</strong>sen, <strong>la</strong>s piedras<br />
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