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Tercer Testamento - El Libro de la Vida Verdadera

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<strong>de</strong>sataban, entonces creían ver en ello <strong>la</strong> ira <strong>de</strong> Dios manifestada en esa forma.<br />

5 En el corazón <strong>de</strong>l hombre se había formado <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un Dios terrible, en quien podía albergarse el rencor y el<br />

sentimiento <strong>de</strong> venganza; por eso, cuando creían haber ofendido a Dios, os digo que aquel<strong>la</strong>s ofrendas no estuvieron<br />

inspiradas en el amor a Dios: Era el temor a <strong>la</strong> divina justicia, el miedo al castigo, lo que inspiraba a los primeros pueblos<br />

a ofrecer tributos a su Señor.<br />

6 Al Espíritu Divino le l<strong>la</strong>maban Dios simplemente, pero nunca Padre, ni Maestro.<br />

7 Fueron los patriarcas y los primeros profetas los que empezaron a hacer compren<strong>de</strong>r al hombre que Dios era justicia,<br />

sí, pero justicia perfecta, que era ante todo Padre, y que, como Padre, amaba a todas sus criaturas.<br />

8 Paso a paso, caminando lentamente por el sen<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> <strong>la</strong> evolución espiritual, continuó su peregrinaje <strong>la</strong> humanidad,<br />

pasando <strong>de</strong> una era a otra y conociendo algo más <strong>de</strong>l Arcano divino mediante <strong>la</strong>s reve<strong>la</strong>ciones que en cada tiempo les<br />

hacía Dios a sus hijos.<br />

9 Sin embargo, todavía el hombre no llegaba a tener un conocimiento completo <strong>de</strong>l divino amor, porque no amaba<br />

verda<strong>de</strong>ramente a Dios como un Padre, ni sabía sentir en su corazón el amor que su Señor a cada paso le brindaba.<br />

10 Fue menester que el amor perfecto se hiciese hombre, que el Verbo encarnara y se convirtiese en materia tangible y<br />

visible a los hombres, para que éstos supiesen al fin, cuánto y <strong>de</strong> qué manera les amaba Dios.<br />

11 No todos reconocieron en Jesús <strong>la</strong> presencia <strong>de</strong>l Padre. ¿Cómo iban a reconocerle, si Jesús era humil<strong>de</strong>, compasivo,<br />

amoroso aun con los que le ofendían? <strong>El</strong>los tenían a Dios por fuerte y soberbio <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> sus enemigos, justiciero y<br />

terrible para con quienes le ofendían.<br />

12 Pero, así como muchos negaron, también muchos creyeron aquel<strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra que penetraba hasta lo más escondido<br />

<strong>de</strong>l corazón; aquel<strong>la</strong> forma <strong>de</strong> sanar dolencias y males incurables tan sólo con una caricia, con una mirada <strong>de</strong> compasión<br />

infinita, con una pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> esperanza, aquel<strong>la</strong> enseñanza que era <strong>la</strong> promesa <strong>de</strong> un mundo nuevo, <strong>de</strong> una vida <strong>de</strong> luz y<br />

<strong>de</strong> justicia, no pudo borrarse <strong>de</strong> muchos corazones, los cuales comprendieron que aquel hombre divino era <strong>la</strong> verdad <strong>de</strong>l<br />

Padre, el amor divino <strong>de</strong> Aquél a quien los hombres no conocían y, por tanto, no podían amar.<br />

13 La semil<strong>la</strong> <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong> suprema verdad quedó sembrada para siempre en el corazón <strong>de</strong> <strong>la</strong> Humanidad. Cristo fue el<br />

sembrador y aún sigue cultivando <strong>la</strong> simiente; luego vendrá por el fruto para <strong>de</strong>leitarse con él eternamente, y ya en su<br />

pa<strong>la</strong>bra no volverá a <strong>de</strong>cir: Tengo hambre o sed tengo, porque al fin sus hijos le amarán como Él les ha amado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />

principio.<br />

14 ¿Quién os está hab<strong>la</strong>ndo <strong>de</strong> Cristo, discípulos? Él mismo.<br />

15 Soy Yo, el Verbo, quien os hab<strong>la</strong> <strong>de</strong> nuevo, Humanidad; reconocedme, no dudéis <strong>de</strong> mi presencia por <strong>la</strong> humildad con<br />

que me presento. La ostentación no pue<strong>de</strong> estar Conmigo.<br />

16 Recordadme a través <strong>de</strong> mi paso por el mundo en aquel tiempo; recordad que morí tan humil<strong>de</strong>mente como había<br />

nacido y vivido.<br />

17 Estoy presente ante <strong>la</strong> Humanidad en un tiempo en el cual nuevas reve<strong>la</strong>ciones han transformado <strong>la</strong> vida <strong>de</strong> los<br />

hombres; y así hago acto <strong>de</strong> presencia entre vosotros, con <strong>la</strong> misma humildad que en Mí conocisteis en aquel tiempo.<br />

18 No es que el Verbo <strong>de</strong> Dios haya venido a encarnar nuevamente, no es que Jesús haya nacido <strong>de</strong> nuevo en <strong>la</strong><br />

pobreza <strong>de</strong> un pesebre, no, porque ya no hace falta que <strong>la</strong> materia dé testimonio <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios. Si los hombres creen<br />

que esta materia por <strong>la</strong> que me comunico es Dios venido al mundo, no es así; <strong>la</strong> presencia <strong>de</strong> Dios es espiritual,<br />

universal, infinita.<br />

19 Si todo lo que los hombres han luchado en este tiempo estuviese <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> lo justo, <strong>de</strong> lo lícito y bueno, no hubiera<br />

sido necesario que Yo <strong>de</strong>scendiese a hab<strong>la</strong>ros nuevamente; pero no todas <strong>la</strong>s obras que me presenta esta Humanidad,<br />

son buenas; hay muchos errores, muchas injusticias, muchos <strong>de</strong>svíos y malda<strong>de</strong>s; por tanto, hacía falta que mi caridad<br />

<strong>de</strong>spertase al hombre cuando más entregado se encontraba en su obra, para recordarle cuáles son los <strong>de</strong>beres<br />

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