Tercer Testamento - El Libro de la Vida Verdadera
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20 Antes <strong>de</strong> que los mundos fuesen, antes <strong>de</strong> que toda criatura y lo que es materia surgiera a <strong>la</strong> vida, ya existía mi<br />
Espíritu Divino. Mas siendo el Todo, experimentaba en Mí un inmenso vacío, porque era como un rey sin súbditos, como<br />
un maestro sin discípulos; por ese motivo concebí <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> crear seres semejantes a Mí, a quienes <strong>de</strong>dicaría toda mi<br />
vida, a los que amaría tan profunda e intensamente que, llegado el momento, no titubearía para ofrecerles mi sangre en<br />
<strong>la</strong> cruz. Y no os confundáis si os digo que antes <strong>de</strong> que existierais, ya os amaba.<br />
22 Para que Dios pudiera nombrarse Padre, hizo brotar <strong>de</strong> su seno espíritus, criaturas semejantes a Él en sus divinos<br />
atributos; éste fue vuestro principio, así surgisteis a <strong>la</strong> vida espiritual.<br />
23 Mas, en virtud <strong>de</strong>l libre albedrío <strong>de</strong>l que fueron dotados, hubo espíritus que, alejándose <strong>de</strong>l camino <strong>de</strong> perfección que<br />
su Padre les había trazado, <strong>de</strong>cidieron crear sus propios sen<strong>de</strong>ros, alejándose <strong>de</strong>l seno <strong>de</strong> Dios; mas el Padre, siendo<br />
infinito y anhe<strong>la</strong>ndo ser comprendido por todos sus hijos, formó <strong>la</strong> vida material como un apoyo para esas criaturas, y<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> el<strong>la</strong> creó una <strong>de</strong> vuestras moradas pasajeras: el mundo.<br />
24 <strong>El</strong> Padre con paciencia perfecta, infinita, fue forjando y preparándolo todo, para que el hijo no encontrara imperfección<br />
alguna, sino que a cada paso y en cada obra encontrara <strong>la</strong> huel<strong>la</strong> <strong>de</strong> su Padre; porque todo quedó dispuesto <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />
principio como un libro, a través <strong>de</strong> cuyas páginas y con el paso <strong>de</strong> los tiempos encontrarais <strong>la</strong> respuesta anhe<strong>la</strong>da a <strong>la</strong><br />
pregunta que me haríais: ¿Quién soy, <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> he venido y a dón<strong>de</strong> voy?<br />
25 Y cuando todo estuvo preparado doté a vuestro espíritu <strong>de</strong>l cuerpo que le serviría <strong>de</strong> báculo, <strong>de</strong> vestido para habitar<br />
un mundo maravilloso, creado con sabiduría y perfección para él; como un libro que con todas sus lecciones y bellezas<br />
se ofrecía a los hijos <strong>de</strong>l Señor, como una esca<strong>la</strong> que comenzaba en ese mundo y se perdía en lo infinito.<br />
26 Y cuando todo estuvo preparado, dije al espíritu encarnado, al hombre: -He ahí vuestra morada pasajera. Cruzad los<br />
caminos, bebed <strong>de</strong> <strong>la</strong>s fuentes, probad y saboread los frutos, conocedme a través <strong>de</strong> todo.<br />
27 Éste fue vuestro principio en <strong>la</strong> vida material, pero esto que os re<strong>la</strong>ta el Padre ha quedado muy atrás, ha queda do<br />
oculto con el paso <strong>de</strong> los tiempos.<br />
28 Vuestros números, vuestras ciencias más elevadas para medir y calcu<strong>la</strong>r los tiempos, no os bastarían para dar<br />
principio a una <strong>la</strong>bor que so<strong>la</strong>mente Dios pue<strong>de</strong> llevar a cabo, por ser el Único que estará siempre más allá <strong>de</strong> los<br />
tiempos.<br />
32 Sí, hijos míos, <strong>la</strong> consecuencia <strong>de</strong> todos los pensamientos, pa<strong>la</strong>bras y acciones que el espíritu tuvo en su principio por<br />
razón <strong>de</strong>l libre albedrío, dio origen a <strong>la</strong>s fuerzas invisibles, a esas vibraciones <strong>de</strong>l bien y <strong>de</strong>l mal.<br />
33 Los que en el uso <strong>de</strong>l libre albedrío comenzaron a vivir en forma sana, tratando <strong>de</strong> alcanzar su bienestar y el <strong>de</strong>l<br />
semejante, crearon vibraciones saludables, benéficas; y los que en el mismo uso <strong>de</strong>l libre albedrío <strong>de</strong>soyeron <strong>la</strong> voz <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
conciencia y se orientaron por <strong>la</strong>s inclinaciones egoístas, propias <strong>de</strong> su soberbia, crearon fuerzas maléficas, engañosas.<br />
34 Unas y otras vibraciones quedaron en el espacio, prestas a aumentar o disminuir su intensidad e influencia, atraídas<br />
según fueran los pensamientos <strong>de</strong> los hombres, según sus obras posteriores, pero esas fuerzas invisibles no habrían <strong>de</strong><br />
quedar ais<strong>la</strong>das <strong>de</strong> <strong>la</strong> evolución <strong>de</strong> los espíritus. No, discípulos, esas vibraciones quedarían <strong>la</strong>tentes sobre todos los<br />
seres.<br />
35 Los que eran inspirados por <strong>la</strong> luz <strong>de</strong> <strong>la</strong> conciencia, sabían rechazar <strong>la</strong>s ma<strong>la</strong>s influencias y buscaban <strong>la</strong>s vibraciones<br />
benéficas y saludables; y los que en el uso <strong>de</strong>l libre albedrío hacían obras opuestas al dictado divino, atraían <strong>la</strong>s<br />
vibraciones perversas, insanas, aumentando su confusión; y <strong>de</strong> ese equilibrio provienen <strong>la</strong>s enfermeda<strong>de</strong>s y <strong>la</strong>s bajas<br />
pasiones que atormentan al hombre hasta vuestros días.<br />
36 Yo que conozco vuestro principio y vuestro futuro en <strong>la</strong> eternidad, di a los primeros hombres armas con <strong>la</strong>s que<br />
lucharan contra <strong>la</strong>s fuerzas <strong>de</strong>l mal; pero <strong>la</strong>s <strong>de</strong>spreciaron, prefirieron <strong>la</strong> lucha <strong>de</strong>l mal contra el mal en <strong>la</strong> que nadie<br />
triunfa, porque todos resultarán vencidos.<br />
37 Si me preguntáis cuáles fueron <strong>la</strong>s armas que di a <strong>la</strong> Humanidad para luchar contra el mal, os diré que fueron <strong>la</strong><br />
oración, <strong>la</strong> perseverancia en <strong>la</strong> Ley y el amor <strong>de</strong> los unos a los otros.<br />
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