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Tercer Testamento - El Libro de la Vida Verdadera

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40 No quiero que sea una vaga intuición <strong>la</strong> que haga a los hombres esperar mi presencia en Espíritu, quiero que sea <strong>la</strong><br />

certeza, <strong>la</strong> convicción plena <strong>de</strong> que en esa forma mi Reino vendrá a acercarse a los hombres.<br />

41 En aquel Segundo Tiempo anuncié mi retorno, mas no fue en una forma vaga, sino c<strong>la</strong>ra; sin embargo, los pueblos se<br />

cansaron <strong>de</strong> esperar y terminaron olvidando mi promesa.<br />

42 Hice aparecer todas <strong>la</strong>s señales que <strong>de</strong>bían anunciar mi vuelta y también pasaron inadvertidas para los hombres,<br />

porque estaban dormidos espiritualmente, entregados al mundo ya estacionados en sus religiones.<br />

43 No quiero que ahora volváis a confundiros; oid mi pa<strong>la</strong>bra que os dice <strong>la</strong> forma en que habré <strong>de</strong> comunicarme con los<br />

hombres <strong>de</strong> Espíritu a espíritu.<br />

44 Apartad <strong>de</strong> vuestro corazón todo materialismo para que esperéis esa comunicación en <strong>la</strong> forma más elevada que<br />

podáis concebir, y así no sufriréis <strong>de</strong>cepción ni confusión alguna ante <strong>la</strong> realidad.<br />

De Enseñanza 125<br />

41 Yo he marcado el lugar y el tiempo en que vendría entre los hombres en <strong>la</strong> <strong>Tercer</strong>a Era. Todo fue preparado con<br />

perfecta justicia y sabiduría. Una nueva tierra habría <strong>de</strong> ser testigo <strong>de</strong> mi nueva venida; el occi<strong>de</strong>nte habría <strong>de</strong> iluminarse<br />

con el resp<strong>la</strong>ndor <strong>de</strong> mi presencia.<br />

Escuchad: Hace tiempo, en el norte <strong>de</strong> vuestras tierras habitaba una gran tribu, <strong>de</strong> <strong>la</strong> cual surgió un profeta inspirado por<br />

mi luz. Él levantó y condujo a aquel pueblo en pos <strong>de</strong> una hermosa tierra, don<strong>de</strong> <strong>de</strong>berían fundar su ciudad. Ante tan<br />

grata promesa aquel<strong>la</strong>s tribus se levantaron con <strong>la</strong> esperanza <strong>de</strong> merecer aquel<strong>la</strong> gracia.<br />

Atravesaron selvas, cruzaron <strong>de</strong>siertos y esca<strong>la</strong>ron sierras; nada los <strong>de</strong>tuvo, y cuando a su paso encontraron obstáculos,<br />

su fe les ayudó a vencerlos hasta llegar al lugar profetizado, que era, como en el Primer Tiempo, una imagen <strong>de</strong> Canaán,<br />

<strong>la</strong> tierra prometida a los israelitas, <strong>la</strong> tierra que manaba leche y miel.<br />

42 Ved cómo <strong>la</strong> hoja <strong>de</strong>l árbol no se mueve sin mi voluntad y cómo nada es ajeno a mis <strong>de</strong>signios y p<strong>la</strong>nes divinos.<br />

43 Aquel<strong>la</strong> tribu inspirada en <strong>la</strong> fe <strong>de</strong> una promesa que llegó a ver cumplida, levantó su ciudad, y en el<strong>la</strong> elevó a su Dios<br />

su culto primitivo, formó sus hogares y dio esplendor a su imperio, que en su magnificencia se asemejó al <strong>de</strong> Salomón.<br />

Fue aquel<strong>la</strong> tierra, según <strong>la</strong>s promesas, tierra <strong>de</strong> bonanza y <strong>de</strong> prosperidad.<br />

<strong>El</strong> varón era fuerte, <strong>la</strong> mujer dulce y tierna, y ambos eran hermosos; mas llegó el tiempo en que ese pueblo habría <strong>de</strong><br />

conocer el nombre <strong>de</strong> <strong>la</strong> Obra <strong>de</strong> Cristo, su Señor, llegando a ellos <strong>la</strong> buena nueva en <strong>la</strong>bios <strong>de</strong> hombres extraños que<br />

venían <strong>de</strong>l otro <strong>la</strong>do <strong>de</strong>l mar y a los cuales ya habían visto en sueños.<br />

Muy gran<strong>de</strong> fue <strong>la</strong> misión <strong>de</strong> quienes trajeron a estas tierras <strong>la</strong> luz <strong>de</strong> mi Doctrina; mas en verdad os digo que fueron muy<br />

pocos los que supieron cumplir <strong>la</strong> Ley <strong>de</strong> amor, <strong>de</strong> caridad y humildad, que mis enseñanzas aconsejaban, porque en su<br />

mayoría aquellos hombres se <strong>de</strong>jaron poseer por <strong>la</strong> codicia, olvidando todo principio <strong>de</strong> fraternidad, haciendo correr a<br />

torrentes <strong>la</strong> sangre inocente, para adueñarse <strong>de</strong> cuanto sus ojos contemp<strong>la</strong>ban.<br />

44 Los invasores <strong>de</strong>rribaban los ídolos <strong>de</strong> aquel pueblo, haciendo que éste b<strong>la</strong>sfemara contra el Dios que aquellos<br />

venían a reve<strong>la</strong>rle con tanta injusticia y con tanta crueldad.<br />

¿Podían aquellos idó<strong>la</strong>tras reconocer a través <strong>de</strong> actos inhumanos a Cristo, al Dios <strong>de</strong>l amor, Aquél que a nadie quita <strong>la</strong><br />

vida, sino que antes da <strong>la</strong> suya para salvar al mismo que le ha ofendido? Aquel<strong>la</strong>s tribus cayeron bajo <strong>la</strong> esc<strong>la</strong>vitud y el<br />

dominio <strong>de</strong>l fuerte, como en el Primer Tiempo Israel había caído bajo el yugo <strong>de</strong> Faraones y Césares.<br />

Fueron tiempos <strong>de</strong> dolor, <strong>de</strong> amargura y <strong>de</strong> lágrimas los que vinieron sobre aquel pueblo, y fue entonces cuando su<br />

c<strong>la</strong>mor, resonando en los Cielos, atrajo sobre sí, como un manto <strong>de</strong> infinita ternura, el amor <strong>de</strong> María, <strong>la</strong> dulce Madre <strong>de</strong>l<br />

Universo.<br />

45 Por su sensibilidad, ese pueblo estaba <strong>de</strong>stinado a ser mariano, porque al reconocer y amar esa divina verdad,<br />

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