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Tercer Testamento - El Libro de la Vida Verdadera

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Buscaban vuestros ojos <strong>la</strong> imagen que pudiera hab<strong>la</strong>ros <strong>de</strong> mi presencia, vuestros oídos estaban en espera <strong>de</strong> <strong>la</strong>s notas<br />

musicales <strong>de</strong> los himnos para <strong>de</strong>spojar al corazón <strong>de</strong> <strong>la</strong>s preocupaciones terrenales, y hasta el incienso y el aroma <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

flores os eran necesarios para po<strong>de</strong>r pensar en Mí, aunque fuera por unos instantes.<br />

Mas como el conjunto <strong>de</strong> toda esa liturgia sólo lo encontrabais en el interior <strong>de</strong> los templos <strong>de</strong>dicados a ese culto, fuera<br />

<strong>de</strong> ellos os encontrabais incapacitados para concebir o siquiera sentir mi presencia.<br />

En cambio ahora, vuestra preparación espiritual, en lugar <strong>de</strong> empezar por <strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong>r los sentidos <strong>de</strong> vuestra materia, ha<br />

empezado por el <strong>de</strong>spertar <strong>de</strong> vuestro espíritu, para venir a terminar en lo que se refiera a <strong>la</strong> materia.<br />

40 Hoy llegaría a estorbaros cualquier objeto que se pusiera <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> vuestros ojos, y <strong>la</strong> mejor música os parecería<br />

<strong>de</strong>masiado pobre junto al concierto celestial <strong>de</strong> mi pa<strong>la</strong>bra, y en vez <strong>de</strong> que os ayudaran en vuestra elevación, podrían<br />

llegar a perturbaros. Nada necesitáis ni queréis <strong>de</strong> lo exterior, por eso es que vuestros ojos han acostumbrado cerrarse<br />

durante el tiempo en que estáis recibiendo mi manifestación, porque el espíritu, en el supremo anhelo <strong>de</strong> elevarse,<br />

quisiera <strong>de</strong>spojarse <strong>de</strong> todo contacto con lo material.<br />

41 Ayer estaba fuera <strong>de</strong> vosotros el altar que habíais elevado a mi Divinidad, ahora lo habéis levantado <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l<br />

corazón. Vuestra ofrenda, que por mucho tiempo había sido material, ahora <strong>la</strong> habéis cambiado por una manifestación<br />

espiritual.<br />

Sabéis que ante mi vista es más hermoso vuestro amor que <strong>la</strong> flor más bel<strong>la</strong> <strong>de</strong> vuestros huertos, y que el perdón que le<br />

otorguéis a un semejante tiene ante Mí más valor que el tributo con que antes creíais <strong>la</strong>var vuestras manchas.<br />

42 Yo os escucho en el silencio, no necesito que tengáis que mover vuestros <strong>la</strong>bios. No soy el pecador que está<br />

escuchando a otro pecador. Estoy en Espíritu, y es a vuestro espíritu al que estoy escuchando, y es él quien trata <strong>de</strong><br />

elevarse y comunicarse Conmigo.<br />

De Enseñanza 186<br />

15 Creed en <strong>la</strong> inmortalidad <strong>de</strong>l espíritu. Os digo esto, porque hay quienes creen que <strong>la</strong> muerte, en los que se obstinan<br />

en el pecado, <strong>de</strong>struirá su existencia y los proscribirá <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida eterna, <strong>de</strong>jándolos sujetos al castigo, también eterno.<br />

16 Los que tal concepto se forman son los que han interpretado erróneamente algunas <strong>de</strong> mis reve<strong>la</strong>ciones,<br />

equivocándo<strong>la</strong>s en su sentido. Si eso fuera cierto y posible, sería tanto como <strong>de</strong>c<strong>la</strong>rar <strong>la</strong> <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong>l amor, <strong>de</strong>l bien y <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

justicia. ¿Qué objeto hubiera tenido entonces que me hubiera humanizado, mi pasión, mi muerte y mi presencia en<br />

cuanto hombre entre vosotros? No olvidéis que Yo vine por los pecadores, por los enfermos, por los esc<strong>la</strong>vos, por los<br />

hambrientos, por los perdidos.<br />

17 Vuestro espíritu posee <strong>la</strong> vida eterna que le fue transmitida por el Espíritu Divino, y lo único que en él morirá será <strong>la</strong><br />

envoltura, <strong>la</strong> carne, <strong>la</strong> cual <strong>de</strong>jará para po<strong>de</strong>r elevarse. También verá morir al pecado, si es que lo lleva consigo, y <strong>la</strong>s<br />

tinieb<strong>la</strong>s <strong>de</strong> <strong>la</strong> ignorancia caerán <strong>de</strong> él como fruto sin vida; mas el espíritu, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> cada una <strong>de</strong> esas muertes que<br />

experimentará en sí, sin morir él, se levantará más fuerte, más consciente, más luminoso y puro.<br />

18 ¿Habéis experimentado en vuestra vida alguna pasión material que hubiese abrasado todo vuestro ser, privándoos <strong>de</strong><br />

escuchar <strong>la</strong> voz <strong>de</strong> <strong>la</strong> conciencia, <strong>de</strong> <strong>la</strong> moral y <strong>la</strong> razón? Es cuando ha caído el espíritu más bajo, porque es entonces<br />

cuando <strong>la</strong>s tentaciones y <strong>la</strong> fuerza <strong>de</strong> <strong>la</strong> bestia <strong>de</strong>l mal, que habita en <strong>la</strong> carne, lo han dominado. Y, ¿acaso no es cierto<br />

que habéis experimentado un gozo y una paz profundos cuando lograsteis libertaros <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong> pasión y vencisteis su<br />

influencia?<br />

19 Esa paz y esa alegría se <strong>de</strong>ben al triunfo <strong>de</strong>l espíritu sobre <strong>la</strong> materia, triunfo logrado a costa <strong>de</strong> una inmensa lucha,<br />

<strong>de</strong> una cruenta batal<strong>la</strong> interior; mas bastó que el espíritu cobrase fuerza y se irguiese, inducido y aconsejado por <strong>la</strong><br />

conciencia, para que al sujetar los impulsos <strong>de</strong> <strong>la</strong> carne se librase <strong>de</strong> seguir <strong>de</strong>jándose arrastrar hacia el abismo.<br />

Ahí, en esa lucha, en esa renunciación, en esa batal<strong>la</strong> contra vosotros mismos, visteis morir algo que habitaba en<br />

vuestro interior, sin que fuese vuestra vida; era tan sólo una insana pasión.<br />

20 Compren<strong>de</strong>d entonces, que cuando el hombre llegue a guiarse por <strong>la</strong> inspiración <strong>de</strong> <strong>la</strong> conciencia y sujete todos sus<br />

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