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I / Perspectivas teóricas 45<br />

1992). La violencia simbólica se realiza a sí misma a través <strong>de</strong><br />

actos <strong>de</strong> cognición y percepciones erróneas que caen fuera <strong>de</strong>l<br />

control <strong>de</strong> la conciencia y la voluntad. En otras palabras, ella es<br />

ejercida precisamente en la medida en que no se la percibe como<br />

violencia (Bourdieu y Wacquant, 1992). Se trata <strong>de</strong> un proceso<br />

mediante el cual las jerarquías sociales son naturalizadas en un<br />

discurso <strong>de</strong> sentido común, que es compartido por los dominados y<br />

los dominantes.<br />

Violencia cotidiana: un concepto introducido por Scheper-Hughes<br />

(1992). La violencia cotidiana se refiere a la experiencia individual<br />

vivida y las prácticas diarias <strong>de</strong> múltiples formas <strong>de</strong> violencia.<br />

Concentrarse en las “violencias <strong>de</strong> la vida cotidiana” (Kleinman,<br />

1997) implica un análisis <strong>de</strong> cómo se implementan y normalizan la<br />

violencia política, estructural y simbólica a través <strong>de</strong> las rutinas <strong>de</strong> la<br />

vida diaria.<br />

Los cuatro tipos <strong>de</strong> violencia no son categorías in<strong>de</strong>pendientes<br />

ni tampoco constituyen una taxonomía exhaustiva <strong>de</strong> la misma.<br />

En lugar <strong>de</strong> ello, la distinción aquí trazada entre violencia política,<br />

estructural, simbólica y cotidiana simplemente busca resaltar que<br />

la violencia social tiene múltiples formas y dinámicas, que se encuentran<br />

mutuamente interrelacionadas entre sí. Estoy sosteniendo,<br />

a<strong>de</strong>más, que cualquier acto singular particular <strong>de</strong> violencia física,<br />

como una pelea callejera violenta entre manchas rivales, o la violación<br />

<strong>de</strong> una integrante <strong>de</strong> una mancha por los miembros varones,<br />

<strong>de</strong>be ser interpretado en el contexto <strong>de</strong> otras formas <strong>de</strong> violencia<br />

(estructural, política, simbólica, etc.).<br />

En los capítulos tres y seis, por ejemplo, examino posibles vínculos<br />

entre la violencia política y la juvenil en Ayacucho. El capítulo<br />

seis asimismo explora en qué medida los actos <strong>de</strong> violencia física<br />

ejercidos por los jóvenes pue<strong>de</strong>n ser entendidos como una reacción<br />

a la violencia estructural <strong>de</strong> la exclusión social y la <strong>de</strong>sigualdad<br />

económica. El capítulo cuatro examina la forma en que las <strong>de</strong>sigualda<strong>de</strong>s<br />

sociales basadas en el género, la clase y la etnicidad son<br />

aceptadas, rechazadas y resistidas por los jóvenes que participan<br />

en las manchas. En los capítulos cinco y seis sostengo que las luchas<br />

violentas entre manchas rivales, así como la violencia sexual

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