Lauros y palmas, de Amadeo Burdeos, sdb - Hispania Martyr
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jando en el campo, ya para ayudar con su trabajo a tan generosas familias,<br />
ya también para no <strong>de</strong>spertar sospechas en los que los vieran sin hacer nada.<br />
Mas a medida que pasaban los meses, la prolongación <strong>de</strong> la guerra exigía<br />
la llamada <strong>de</strong> nuevas quintas; por lo que, a excepción <strong>de</strong> don Pedro y don<br />
Gustavo, todos los <strong>de</strong>más Salesianos, que estaban en edad militar, tuvieron<br />
que optar entre escon<strong>de</strong>rse en don<strong>de</strong> no pudieran ser hallados, cosa muy difícil,<br />
dada la pequeña extensión <strong>de</strong> la isla y el fino olfato <strong>de</strong> los sabuesos rojos, o<br />
bien presentarse a las autorida<strong>de</strong>s.<br />
En esta incertidumbre, acabó por <strong>de</strong>cidirles la relación <strong>de</strong> un campesino<br />
que vivía en un predio próximo, el cual los favorecía en lo posible, a pesar <strong>de</strong><br />
aparecer ante los milicianos como uno <strong>de</strong> ellos.<br />
Estando cierto día en Ciuda<strong>de</strong>la, uno <strong>de</strong> sus camaradas, a quien casualmente<br />
encontró por la calle, le dijo que al día siguiente, por los alre<strong>de</strong>dores<br />
<strong>de</strong> su predio, en don<strong>de</strong> estaban escondidos los Salesianos, presenciaría la<br />
matanza <strong>de</strong> estos frailes, pues así lo habían <strong>de</strong>terminado las autorida<strong>de</strong>s rojas.<br />
Al buen campesino le faltó tiempo para volver corriendo al campo y notificar<br />
a los religiosos la criminal <strong>de</strong>cisión tomada contra ellos.<br />
Gracias a este aviso provi<strong>de</strong>ncial, pudieron escon<strong>de</strong>rse en las grutas <strong>de</strong> los<br />
barrancos, en don<strong>de</strong> pasaron unos días angustiosos, siempre en espera <strong>de</strong> un<br />
registro a fondo, que <strong>de</strong>scubriera su para<strong>de</strong>ro.<br />
Pero como esta situación angustiosa no podía prolongarse más, un buen<br />
día don Vicente Peris y don José Gutiérrez <strong>de</strong>terminaron presentarse a las<br />
autorida<strong>de</strong>s militares; y a fin <strong>de</strong> no ser castigados como <strong>de</strong>sertores, hubieron<br />
<strong>de</strong> añadir a su edad una docena <strong>de</strong> años. Incorporados al ejército rojo, permanecieron<br />
en él hasta el final <strong>de</strong> la guerra, <strong>de</strong>stinados al Cuerpo <strong>de</strong> Sanidad<br />
Militar.<br />
Don Sebastián Monclús y don Mariano Aísa tuvieron que trabajar algún<br />
tiempo en las obras <strong>de</strong> fortificación y <strong>de</strong>fensa.<br />
NUEVAS ANGUSTIAS<br />
Si los más jóvenes pudieron capear el temporal <strong>de</strong> esta manera enojosa,<br />
pero relativamente segura, en cambio don Pedro y don Gustavo, por ser más<br />
conocidos y encontrarse escondidos en la ciudad, tuvieron que sufrir nuevas<br />
persecuciones.<br />
Don Gustavo, al salir <strong>de</strong> la cárcel, se refugió en casa <strong>de</strong> don Antonio Femenías,<br />
y, procurando no ser observado por nadie, pasaba la vida recluido<br />
rigurosamente, sin otro consuelo que el que le ofrecía la Santa Misa, que<br />
podía celebrar diariamente.<br />
A primeros <strong>de</strong> Mayo <strong>de</strong> 1937 se produjo en Barcelona la rebelión <strong>de</strong> la<br />
F. A. I. contra el Gobierno Rojo <strong>de</strong> Valencia y a consecuencia <strong>de</strong> estas luchas<br />
se recru<strong>de</strong>ció la persecución contra las personas <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n. El día 4 <strong>de</strong> Mayo<br />
fue <strong>de</strong>tenido don Gustavo y llevado a la cárcel; <strong>de</strong> allí al cuartel y finalmente<br />
trasladado a Mahón, en don<strong>de</strong> fue encerrado en el buque-prisión «Atlante»<br />
con otros veintitrés presos. Allí pasaron setenta y dos horas sin probar bocado<br />
y hacinados como bestias sin luz ni ventilación en el fondo <strong>de</strong>l sollado. Don<br />
Gustavo cayó <strong>de</strong> nuevo gravemente enfermo y tuvieron que sacarle <strong>de</strong>l barco<br />
y trasladarle al hospital, en don<strong>de</strong> los cuidados <strong>de</strong> las religiosas, que también<br />
aquí habían sido toleradas, le ayudaron en gran manera a reponerse.<br />
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