Lauros y palmas, de Amadeo Burdeos, sdb - Hispania Martyr
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MÁS VISITAS<br />
Mas la existencia <strong>de</strong>l Templo en la cumbre <strong>de</strong>l monte que domina Barcelona,<br />
Templo que es visible <strong>de</strong>s<strong>de</strong> toda la ciudad, y que en sentir <strong>de</strong> los rojos<br />
constituía una provocación, no podía compaginarse con la furia persecutoria<br />
que se había <strong>de</strong>sbordado el 18 <strong>de</strong> Julio/<br />
En efecto, el martes, a eso <strong>de</strong> las nueve <strong>de</strong> la mañana, <strong>de</strong>semboca en la<br />
plaza un camión cargado <strong>de</strong> milicianos. Bajan y se dirigen resueltamente hacia<br />
la portería <strong>de</strong>l Colegio, que estaba siempre abierta; y al encontrar en ella a un<br />
grupo <strong>de</strong> Salesianos, les preguntan <strong>de</strong> malos modos quién habita en la casa.<br />
El señor Director les contesta que tan sólo viven en ella el encargado <strong>de</strong><br />
h Obra, los criados y algunos niños.<br />
Al oir que había cierto número <strong>de</strong> niños, quisieron llevárselos para <strong>de</strong>jarlos<br />
en algún sitio seguro; pero el Director se opuso a su intento manifestando que<br />
los niños tenían sus familiares que vendrían a buscarlos <strong>de</strong> un momento a otro,<br />
y que, por consiguiente, sería mejor <strong>de</strong>jarlos don<strong>de</strong> estaban.<br />
Los milicianos no se dieron por vencidos, pero aplazaron su resolución<br />
hasta consultar con el Ayuntamiento, según dijeron. Manifestaron que su intención<br />
era procurar que a los niños no les faltase nada; pero <strong>de</strong> nuevo el señor<br />
Director los tranquilizó a este respecto, diciendo que entonces había en casa<br />
suficientes provisiones para varios días. Y para <strong>de</strong>mostrarles que verda<strong>de</strong>ramente<br />
tenía la <strong>de</strong>spensa provista, los invitó a almorzar en el colegio.<br />
Ellos le contestaron que ya habían almorzado y que tan sólo irían al próximo<br />
bar <strong>de</strong> la plaza a tomar unas tazas <strong>de</strong> café.<br />
BUSCANDO LAS ARMAS<br />
Con esto se marcharon; pero aún no había pasado un cuarto <strong>de</strong> hora, y<br />
mientras se hallaban tomando su café en la explanada, llegaron otros dos camiones<br />
cargados <strong>de</strong> hombres armados.<br />
Apenas echaron pie a tierra se apresuraron a montar una ametralladora,<br />
dirigida contra la puerta <strong>de</strong> la Cripta.<br />
Uno <strong>de</strong> los empleados <strong>de</strong> la S. A. «El Tibidabo» se les acercó para <strong>de</strong>cirles<br />
que no hacían falta tantos aspavientos, pues la puerta <strong>de</strong> la casa estaba<br />
abierta. Entonces, todos junto en tropel, penetraron en la portería profiriendo<br />
gritos amenazadores.<br />
A pocos pasos se encontraron con el señor Director.<br />
—¿Dón<strong>de</strong> están las armas? ^-le preguntaron.<br />
—¿Qué armas?<br />
—Aquellas con que acabáis <strong>de</strong> disparar.<br />
—Aquí no se ha disparado, porque jamás hemos tenido armas.<br />
Mientras algunos insisten en la <strong>de</strong> las armas, otros se <strong>de</strong>sparraman por<br />
la casa, buscando a pretendidos emboscados, con el fusil pronto a disparar. El<br />
señor Director no cesa <strong>de</strong> repetir que allí no hay armas, puesto que tan sólo<br />
se <strong>de</strong>dican a la educación <strong>de</strong> los niños pobres.<br />
Al oir que había niños, quisieron verlos; mas el señor Director intentó convencerlos<br />
<strong>de</strong> que no era conveniente que subieran todos, así <strong>de</strong> golpe y armados,<br />
sino que bastaba que subieran en su compañía dos o tres, para no asustar<br />
a los niños. Creyendo que se les tendía un lazo no quisieron ce<strong>de</strong>r, y todos<br />
5.— <strong>Lauros</strong> y Palmas.<br />
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