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Lauros y palmas, de Amadeo Burdeos, sdb - Hispania Martyr

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Sentía vértigo. No veía a nadie, Me parecía que todos me miraban.<br />

La alameda, unos campos, y heme junto al campo <strong>de</strong>l Mestalla. Calle <strong>de</strong>l<br />

G. P. Unos paisanos me reciben: sorpresa, alegría <strong>de</strong> verme en salvo, preocupación<br />

<strong>de</strong> verme en su propia casa...<br />

'—No os apuréis —les dije—; sólo dormir. Mañana Dios dirá.<br />

Cenamos. Pero... ¿dormir?... ¡qué pesadillas!...<br />

A las siete <strong>de</strong> la mañana siguiente me <strong>de</strong>spedí:<br />

—Si no vuelvo a comer, no me esperéis.<br />

¿A dón<strong>de</strong> iba?»<br />

Hasta aquí don Basilio Bustillo.<br />

BAJO LA CUSTODIA DE LOS GUARDIAS<br />

Mientras tanto en el Colegio, los Salesianos habían quedado bajo la protección<br />

y vigilancia <strong>de</strong> los guardias. Éstos se mostraron comprensivos y pesarosos<br />

por lo sucedido. Entablaron conversación, y poco a poco fue <strong>de</strong>spejándose<br />

la enorme tensión nerviosa a que los pobres religiosos se habían visto<br />

sometidos durante largas horas.<br />

Don Jaime Buch pidió autorización para obsequiar a los guardias y bajó a<br />

la <strong>de</strong>spensa, que afortunadamente no había sido aún saqueada, volviendo<br />

a poco con unas botellas <strong>de</strong> vino dulce y galletas, que constituyeron un refrigerio<br />

para todos, y sobre todo rompieron el hielo, generalizándose la conversación<br />

y renaciendo en todos los pechos la esperanza.<br />

Los guardias manifestaron su convicción <strong>de</strong> que los Salesianos no habían<br />

<strong>de</strong> temer nada; pues ellos garantizaban su seguridad. Tan sólo esperaban que<br />

se levantase el Gobernador, quien había <strong>de</strong> <strong>de</strong>cidir, en último término, la<br />

suerte <strong>de</strong> los religiosos. Probablemente, más para su seguridad que por otra<br />

cosa, los llevarían unos días a la cárcel, en don<strong>de</strong> estarían más seguros. Por<br />

tanto harían bien en prepararse, yendo a buscar un poco <strong>de</strong> ropa y lo que creyeran<br />

más indispensable.<br />

Con esta autorización y, acompañados <strong>de</strong> los mismos guardias, la mayor<br />

parte fueron a preparar su maleta, encontrándose con la <strong>de</strong>sagradable sorpresa<br />

<strong>de</strong> que lo mejor <strong>de</strong>l equipo había <strong>de</strong>saparecido, quedando tan sólo la ropa<br />

usada y <strong>de</strong>teriorada.<br />

Finalmente, a eso <strong>de</strong> las nueve, suena el teléfono. De Gobernación anuncian<br />

el envío <strong>de</strong> unos coches celulares para conducir a los <strong>de</strong>tenidos a la Cárcel<br />

Mo<strong>de</strong>lo. Todos respiraron aliviados. Esta noticia, en medio <strong>de</strong> todo, era<br />

la garantía <strong>de</strong> la seguridad personal. ¿En dón<strong>de</strong> podían estar más seguros<br />

contra la ira <strong>de</strong> las turbas que tras los sólidos muros <strong>de</strong> la cárcel?<br />

EN LA CÁRCEL MODELO<br />

' Poco <strong>de</strong>spués llegaron los coches y los Salesianos fueron invitados a subir.<br />

Dos filas <strong>de</strong> guardias custodiaban la escalera y el vestíbulo. Pasando por en<br />

medio <strong>de</strong> ellos, llegaron los religiosos a la calle. Al aparecer en ella se oyeron<br />

algunos gritos y palabrotas; inevitables expansiones <strong>de</strong> la canalla; pero la mayoría<br />

<strong>de</strong> los espectadores, vecinos <strong>de</strong>l barrio que conocían y apreciaban su obra,<br />

callaba como avergonzada <strong>de</strong> la infamia que se estaba cometiendo.<br />

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