Lauros y palmas, de Amadeo Burdeos, sdb - Hispania Martyr

—Pues de este modo, puedes quedarte.
Y diciendo esto, toma un bloc que había sobre la mesa y escribe este volante:
«El camarada José Enseñat Daura, oficinista, queda adscrito al servicio
de la casa, Antonio Liado,»
Con aquel papel en la mano, el señor Enseñat se consideraba plenamente
feliz. Ya no quedarían abandonados los niños,
Al salir de la portería se encontró de manos a boca con don Tomás Baraut,
consejero de Estudiantes, quien al verle, le preguntó:
—^¿Qué piensas hacer? ¿No te marchas?
— No; me quedo. Ya he obtenido el permiso de Liado,
—Pues yo también lo he conseguido,
Y le cuenta:
—Cuando nos llamaron para expulsarnos, yo me asomé a la portería, y al
ver cómo iban saliendo uno tras otro los Salesianos y les iban cacheando escrupulosamente,
caí en la cuenta de que ya no había nada que hacer, y me fui a
buscar un poco de ropa para salir yo a mi vez, Al atravesar el patio de los
Estudiantes, éstos se hallaban reunidos en pequeños grupos, unos llorando,
otros tristes y meditabundos. No quedaba con ellos ningún salesiano. Apenas
me vieron aparecer en el patio, corrieron todos a mi encuentro y me preguntaron
lo que ocurría,
—Os vais a quedar solos —les dije—. Han dado orden de que salgan todos
los Superiores,
—¿Y usted también nos va a dejar? —pregunta llorando uno de los más
pequeñitos.
Aquellas lágrimas, el dolor y la congoja que veía retratados en los semblantes
de los niños me hicieron tomar una resolución,
—'No —les dije—. No os abandonaré. Yo me quedaré con vosotros. Esperad
un poco,
Y en vez de ir a preparar mi maleta, volví a la portería, me presenté a
Bachs y le dije:
—Yo soy Maestro Nacional, con mi título correspondiente. Como quiera
que los niños no los conocen a ustedes y se encuentran tan asustados por todo
lo sucedido, si usted me lo permite yo me quedaré con ellos hasta que sus
familias vengan a buscarlos. Será cuestión de pocos días, y mientras tanto ustedes
pueden dedicarse a otra cosa y se quitan la preocupación de cuidar a
los niños,
—¿De modo que usted quiere quedarse aquí por amor a los niños y sólo
por atenderlos?
—Sí, señor.
—Pues conforme. Por mí, no hay inconveniente,
Y me extendió el documento siguiente: «El Maestro Tomás Baraut queda
al servicio de la casa,»
—De modo que ya ves. Somos dos. Tú atiende a los Artesanos. Yo me
quedaré con los Estudiantes. Pero muchísima prudencia.
Imposible describir el consuelo y el entusiasmo de los alumnos al saber que
se quedaban con ellos algunos de sus Superiores,
El señor Enseñat, cuando entró en el patio de los Artesanos y les manifestó
que había obtenido permiso para quedarse con ellos, fue objeto de una
manifestación de cariño y entusiasmo, y sin poder contenerse, exclamaron:
'—¡Viva el señor Enseñat!
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