Lauros y palmas, de Amadeo Burdeos, sdb - Hispania Martyr
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daban a la calle <strong>de</strong> Sepúlveda, a fin <strong>de</strong> que los fieles pudiesen acudir a la Misa<br />
primera que se celebraba a las seis,<br />
Al darse cuenta <strong>de</strong> ello, un Antiguo Alumno, vecino <strong>de</strong>l Colegio, avisó<br />
que no era pru<strong>de</strong>nte tener abiertas las puertas <strong>de</strong> la iglesia en aquellas circunstancias;<br />
por lo que se procedió a cerrarlas; y al hacerlo con el portón principal<br />
<strong>de</strong> la iglesia, ya empezaron a rebotar contra él algunas balas perdidas.<br />
Se <strong>de</strong>jó abierta la puerta <strong>de</strong>l Colegio para que por ella pudiesen entrar a<br />
oir Misa los escasos fieles que se animaban a cumplir sus <strong>de</strong>beres religiosos<br />
a pesar <strong>de</strong>l tiroteo cada vez más intenso y peligroso.<br />
Naturalmente, los niños no acudieron; pues sus familias los retuvieron en<br />
casa para evitar <strong>de</strong>sgracias; pero fueron numerosos los Antiguos Alumnos<br />
y padres <strong>de</strong> familia que, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> oir las primeras Misas, se ofrecieron para<br />
vigilar el Colegio y <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rlo, en caso necesario.<br />
Celebrada la última Misa, los Salesianos se reunieron en el comedor, mientras<br />
un grupo <strong>de</strong> amigos montaban guardia por los alre<strong>de</strong>dores <strong>de</strong>l Colegio<br />
y en la portería. Triste fue aquel último ágape familiar, a causa <strong>de</strong>l sobresalto<br />
que en todos producía el incesante tiroteo y las sordas explosiones que se<br />
oían cada vez más cercanas.<br />
Hacia el final <strong>de</strong> la comida, vinieron a avisar que ya ardía el cercano<br />
Colegio <strong>de</strong> San Antón, <strong>de</strong> los Padres Escolapios; y suponiendo que no tardarían<br />
mucho en hacer lo mismo con el nuestro, <strong>de</strong>cidieron los Salesianos abandonarlo<br />
antes <strong>de</strong> que fuera <strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong>. Fue cada cual a su aposento para<br />
vestir, el traje <strong>de</strong> paisano y recoger lo más indispensable; y reunidos luego en<br />
el <strong>de</strong>spacho <strong>de</strong>l señor Director, don Daniel Con<strong>de</strong>, éste, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> repartir<br />
alguna cantidad a cada salesiano para hacer frente a las primeras necesida<strong>de</strong>s,<br />
encargó que cada uno escogiera el refugio que creyera más conveniente, procurando,<br />
en lo posible, mantener comunicación a fin <strong>de</strong> saber unos <strong>de</strong> otros.<br />
Quedaron los últimos el señor Director y el encargado <strong>de</strong> la iglesia, don<br />
Esteban Aguilón, quienes fueron a retirar las sagradas Formas, que, convenientemente<br />
guardadas en dos corporales, se llevó don Daniel al domicilio que<br />
había escogido como resi<strong>de</strong>ncia provisional.<br />
Evacuada la Casa por los Salesianos, quedaron en ella, a petición propia,<br />
el fiel portero, señor Matías y el antiguo alumno don José Gota, hermano <strong>de</strong>l<br />
salesiano don Antonio, los cuales tenían la intención <strong>de</strong> vigilarla, conservarla<br />
y <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rla, en lo posible.<br />
EL INCENDIO<br />
Pasaron lentas las horas <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>, sin que disminuyesen en lo más mínimo<br />
el tiroteo y la lucha callejera; antes bien, se fueron intensificando hasta<br />
que a eso <strong>de</strong> las cinco <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>, con la rendición <strong>de</strong> Go<strong>de</strong>d, se <strong>de</strong>smoronó<br />
toda resistencia organizada, y la capital quedó completamente en manos? <strong>de</strong><br />
las turbas y <strong>de</strong> las milicias sindicales. Dueños <strong>de</strong> la calle, con abundantes armas<br />
y municiones, sin que nadie impidiese sus <strong>de</strong>smanes, se <strong>de</strong>dicó el populacho<br />
impunemente a su nefasta labor <strong>de</strong> <strong>de</strong>struir todo cuanto oliese a religión. Comenzaron<br />
con matemática precisión a ar<strong>de</strong>r las iglesias y conventos, previo<br />
el robo, el saqueo y la rapiña <strong>de</strong> todo cuanto se ofrecía a su avi<strong>de</strong>z.<br />
A eso <strong>de</strong> las diez <strong>de</strong> la noche tocó el turno a nuestras Escuelas. Empezaron<br />
a formarse al principio algunos grupos <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la fachada. Eran, o parecían,<br />
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