Espacios y actividades costeras en Michoacán - Biblioteca CICESE

ESPACIOS Y ACTIVIDADES COSTERAS EN MICHOACÁN. APROXIMACIONES VARIAS
posibilidades más factibles para la reproducción social, dada su mejor retribución económica
y las mejores condiciones de trabajo.
Dentro del grupo de pescadores hay códigos que los jerarquizan como buenos,
medianos o malos pescadores; también prevalecen elementos culturales que los identifican
con el trabajo en el medio marino y sirven para remarcar las diferencias en
cuanto a experiencia, destreza y prestigio social. No obstante, hacia el exterior la figura
del pescador se deteriora cada vez más, dado que está demostrado que es prácticamente
imposible enriquecerse con este oficio, y si se quiere ascender en la escala socioeconómica
es mejor buscar por las vías ya mencionadas o por los negocios ilícitos,
como el narcotráfico.
Don Isidoro Echeverría, un ejidatario de sesenta años de Playa Azul, califica de
flojos a los pescadores actuales. Habla de que muchos de ellos se la pasan “chupando”
y que nunca consiguen hacerse de un patrimonio. Aludiendo a una decisión que para
él fue acertada comenta satisfecho:
Hace muchos años mi compadre me propuso que compráramos un cayuco y nos dedicáramos a la
pesca, salí algunas veces a pescar, pero no... ¡qué iba a andar dedicándome a pescador si uno no
gana nada! Yo le dije a mi compadre que con eso no mantenía a mi familia. Él pudo porque sólo
eran él y su esposa, y hasta la fecha todavía anda en eso. Tiene el pelo cano y está casi ciego, porque
el mar deja ciego. Vive en una casita de palapa... así viven los pescadores (entrevista realizada el
27 de abril de 2000).
Para las nuevas generaciones de pescadores de Ciudad Lázaro Cárdenas, Playa
Azul y Caleta de Campos, en las condiciones actuales no existen muchos incentivos
para seguir viviendo de la pesca. Es cierto que a muchos les gusta el mar y sienten
pasión por salir cada día en busca del sustento, pero cuando comienzan a tener la responsabilidad
de mantener una familia buscan otras opciones.
José Ángel Magaña, un joven pescador de Caleta de Campos con dos años de matrimonio,
recientemente abandonó la pesca para ir a cultivar papaya; en Playa Azul, Andrés
Santos dejó la pesca y decidió irse a los Estados Unidos con el fin de reunir lo
necesario para casarse; en el mismo pueblo, Jorge García tomó idéntica determinación
cuando decidió vivir con su pareja. Estos sólo son tres casos de entre muchos otros
que frecuentemente se presentan en la costa michoacana.
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