Espacios y actividades costeras en Michoacán - Biblioteca CICESE
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ESPACIOS Y ACTIVIDADES COSTERAS EN MICHOACÁN. APROXIMACIONES VARIAS<br />
cuyas aguas, junto con las surg<strong>en</strong>cias del Cañón de Petacalco y las aguas ecuatoriales<br />
superficiales, condicionaban fisicoquímicam<strong>en</strong>te la naturaleza, las propiedades y la<br />
riqueza de las aguas estuarinas y <strong>costeras</strong> de la región (CIBNOR, 1995).<br />
En segundo lugar, los cambios <strong>en</strong> el régim<strong>en</strong> de sedim<strong>en</strong>tación no solam<strong>en</strong>te se<br />
reflejaron <strong>en</strong> la planicie de inundación sino que se ext<strong>en</strong>dieron a una amplia franja<br />
de la línea costera y la región marina. Sin los aportes contin<strong>en</strong>tales acarreados por el<br />
río Balsas no se pudo afrontar la erosión causada por olas, corri<strong>en</strong>tes y mareas, lo que<br />
produjo una gran inestabilidad a las tres bocas de comunicación con el mar: Las Burras,<br />
La Necesidad y San Francisco. La erosión alteró así grandes secciones de la costa, especialm<strong>en</strong>te<br />
<strong>en</strong> la porción c<strong>en</strong>tral del fr<strong>en</strong>te deltaico. Al disminuir los aportes de sedim<strong>en</strong>tos<br />
del río también se modificó el ciclo normal de erosión de la porción submarina<br />
del delta, integrado por sus cuatro cañones submarinos: El Manglito, La Necesidad,<br />
Gasolinos y Petacalco. La erosión de la costa y del sistema de cañones submarinos se<br />
ha visto acelerada por estas <strong>actividades</strong> antropogénicas (Reimnitz, 1970; Gutiérrez-<br />
Estrada, 1971; Morales et al., 1988).<br />
Con la construcción de las presas El Infiernillo y La Villita, los índices de efectividad<br />
de descarga del río Balsas desc<strong>en</strong>dieron drásticam<strong>en</strong>te, según lo señalan los diversos<br />
estudios realizados para evaluar los cambios geomorfológicos derivados de las<br />
<strong>actividades</strong> humanas <strong>en</strong> el delta, como los de Ortiz-Pérez (1985) con base <strong>en</strong> el análisis<br />
de fotografías aéreas <strong>en</strong> un periodo de cuar<strong>en</strong>ta años (1943-1983), y los de Morales<br />
de la Garza y colaboradores, basados <strong>en</strong> observaciones durante un periodo de diecinueve<br />
años (Morales de la Garza et al., 1988), junto con los de Reimnitz y Gutiérrez-<br />
Estrada (1970), Reimnitz (1971), Reimnitz et al., (1976) y Gutiérrez-Estrada (1969,<br />
1972 y 1990), que verifican la inusitada magnitud de los cambios <strong>en</strong> la porción subaérea<br />
y submarina del delta <strong>en</strong> unas cuantas décadas. Comparando las fotografías aéreas<br />
de 1958 con las de 1979, Ortiz-Pérez (1985) midió un retroceso máximo del delta hasta<br />
de 768 m y una migración promedio de la playa tierra ad<strong>en</strong>tro de 13 m anuales <strong>en</strong><br />
el periodo considerado.<br />
Las modificaciones <strong>en</strong> la morfología y <strong>en</strong> el funcionami<strong>en</strong>to del delta submarino<br />
también fueron sustantivas a raíz de la interrupción de los aportes fluviales. La activación<br />
o desactivación de las cabeceras de los cañones submarinos parec<strong>en</strong> ser altam<strong>en</strong>te<br />
dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes de los lugares donde ocurr<strong>en</strong> las mayores descargas del río (las bo-<br />
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