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ada de decorativismo inútil. Eso por<br />
no hablar del encargado del vestuario,<br />
quien parecía dispuesto a recuperar por<br />
la vía de la indumentaria el posible iesbianismo<br />
del tema que la libretista de<br />
la represiva sociedad decimonónica había<br />
soslayado por completo. Sólo que<br />
en lugar de proyectarse en Saffo pare-<br />
ACTUALIDAD<br />
cía cernirse sobre ej pobre personaje<br />
masculino, especie de desdichado auriga<br />
dorado de Delfos que anda más<br />
preocupado por su embellecimiento<br />
personal que por su amor hacia la poetisa<br />
protagonista. En fin, un auténtico<br />
desastre y despropósito, y la pregunta<br />
que surge, necesaria: ¿Por qué este im-<br />
Encuentro con Bach en<br />
Torroella de Montgrí<br />
Torrodli de Montgri, Gtroaí. 20 y 21 de julio de 1987. Johann Sebastian Bach: Imcgral de<br />
sonaias para violin y clave. Albeno Lysy, violín; Luisa Majone, clave.<br />
Las actividades musicales en el verano<br />
de Torroella han adquirido<br />
ya carta de naturaleza y<br />
prendido fuertemente en la sensibilidad<br />
de muchos de sus habitantes. El curso<br />
es algo propio y característico de la bella<br />
localidad ampurdanesa. La importancia<br />
del de este año era resallada en<br />
el número anterior de SCHERZO por<br />
nuestro compañero Jordi Ribera, que<br />
hacía hincapié en la idea clave: sin pedagogía<br />
—correctamente planteada,<br />
claro— no hay música. Y es un acierto<br />
no siempre conseguido, el amalgamar<br />
como lo hacen los organizadores de este<br />
Fesiival la parcela concertística con la<br />
educativa sin que lleguen a perderse del<br />
iodo las lindes de las dos. Propósito éste<br />
que anima permanentemente la labor<br />
del violinista argentino Alberto<br />
Lysy, afincado en Europa, en Suiza<br />
concretamente, desde hace unos treinta<br />
años, que lleva unos cuantos participando<br />
en los cursos y conciertos de<br />
Torroella y que resulta, en cada edición,<br />
uno de los epicentros del certamen,<br />
dentro del que despliega en<br />
paralelo una triple y febril —eso sí, sin<br />
perder ni un instante la calma y la elegancia<br />
consustanciales a su personaactividad:<br />
profesor, solista y director de<br />
la Camerata Lysy Gstaad. El músico<br />
argentino es la cabeza visible de la Academia<br />
Internacional Yehudi Menuhin<br />
radicada en la citada ciudad suiza. El<br />
porte sereno, la mirada soñadora, una<br />
leve sonrisa asomando en su rostro<br />
—como insinuando un cierto regodeo<br />
por el hecho de hacer música— son rasgos<br />
a preciables en la actitud de Lysy en<br />
el momento del concierto. Mantiene<br />
una compostura que, en unión de aquellos<br />
aspectos, también compartidos en<br />
parte por los dos, nos trae a la memoria<br />
la señera figura de Menuhin, colega<br />
ilustre, mentor y maestro del<br />
instrumentista bonaerense. La amistad<br />
surgió cuando en 1955 Lysy participó,<br />
obteniendo el primer premio, en el<br />
Concurso Reina Elrsabelh de Bruselas.<br />
Los problemas en la interpretación<br />
de un Bach bien visto<br />
Con cierto distanciamiento en el talante<br />
—que no, por lo común, en el<br />
concepto musical—, abordó Alberto<br />
Lysy la difícil misión de traducir a sonidos<br />
articulados las partituras de las<br />
seis Sonaias para violin y clave de Bach<br />
en colaboración con Luisa Majone. El<br />
resultado global puede considerarse<br />
plausible y aun excelente si reparamos<br />
únicamente en los planteamientos y en<br />
la actuación de cada instrumentista por<br />
separado. El violinista, que posee<br />
—cosa que no vamos a descubrir ahora<br />
y que incluso dejó expuesta en su interpretación<br />
en Madrid, hace tres<br />
temporadas, del Concierto de Schumann<br />
con Maag y la ONE— un espléndido<br />
sonido, redondo, aterciopelado,<br />
corpóreo, no siempre puro, pero cálido,<br />
que extrae de un fabuloso instrumento<br />
italiano, está en el secreto de la<br />
regulación de intensidades, frasea con<br />
nitidez y canta convincentemente, con<br />
singulares momentos de ensimismamiento<br />
(Cantabik, ma un poco adagio<br />
¡019 b), manteniendo sin esfuerzo una<br />
casi constante y exquisita afinación. Su<br />
enfoque de Bach, partiendo del empleo<br />
de un violin moderno, no de época (distinto<br />
cordaje, distinto arco, diverso<br />
temperamento), parece perfectamente<br />
correcto y fiel a lo escrito con las salvedades<br />
apuntadas. La ejecución sólo<br />
quedó deslucida en parte por episódicos<br />
roces o aisladas suciedades en la reproducción<br />
de agilidades. Por su lado,<br />
la clavecinisla italiana reveló inteligencia<br />
en la colaboración, buena articulación<br />
y casi siempre pulcra digitación.<br />
Pero sucede que a pesar de tan excelentes<br />
mimbres los conciertos no alcanzaron<br />
por completo el nivel deseado.<br />
Porque, lo que no es ninguna salvedad,<br />
claro, lo que cuenta es el resultado sonoro<br />
final, y éste viene condicionado,<br />
además de por las cualidades de los intérpretes,<br />
por las del ámbito en donde<br />
perio de los escenógrafos y registas italianos<br />
en el Liceu? ¿Por qué no dar más<br />
oportunidades a la gente preparada y<br />
deseosa de hacer cosas de nuestro país?<br />
César Calmell<br />
Alberto Lysy<br />
la música ha de producirse y desarrollarse.<br />
Las propiedades acústicas de la<br />
Iglesia de San Genis, donde se suelen<br />
dar esios conciertos, no son, sin duda,<br />
las adecuadas para que puedan combinar<br />
con provecho un clave barroco<br />
—una copia de época— y un violin de<br />
corte moderno —aunque en su casi totalidad<br />
haya sido construido en el siglo<br />
XVIII—. Y eso que Lysy, sobre todo<br />
en el segundo día, intentó reducir lo<br />
más posible el volumen de su instrumento.<br />
Por ello, las más de las veces, el timbre<br />
del arco fue mucho más protagonista<br />
que el de la tecla, con lo que el<br />
necesario diálogo no llegó a establecerse<br />
adecuadamente y la presencia, frecuentemente<br />
exigida por el autor, del clave<br />
en primer plano, como enunciador de<br />
un tema o portador de la voz protagonista,<br />
quedó borrada más de lo conveniente.<br />
Además de las siete sonatas, los<br />
dos intérpretes locaron otra resultado<br />
de una transcripción de una obra para<br />
órgano encontrada en el manuscrilo de<br />
la biblioteca del Rey de Sajonia y el<br />
mencionado Cantabile, una página bellísima<br />
en Si menor, creada para la primera<br />
versión de la Sonata número 6.<br />
Con todo, el público, que no colmaba<br />
el recinto, siguió con atención la música<br />
y aplaudió con mucho calor, hasta<br />
obligar a los artistas a dar varias propinas,<br />
entre ellas el primer Allegro de<br />
la Sonata n.° 6, riendo abiertamente<br />
cuando Lysy, al que la colocación de<br />
las partituras en el atril jugó una mala<br />
pasada, hubo de continuar muy deportivamente<br />
de memoria sin que el daño<br />
musical pasara a mayores.<br />
A.R.<br />
<strong>Scherzo</strong> 19