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BeH's y Body and Soul hasta un fVave que<br />
nos hizo olvidar todo nuestro acumulado<br />
cansancio con respecto a los lemas<br />
brasileños. Fue el seguro y vigoroso, lírico<br />
y delicado Getz de sus últimos LP'S<br />
tan impresionantes (Poetry. The Dolphin.<br />
PureGetz. Voyage...), acompañado<br />
por el mejor trío rítmico imaginable<br />
(el pianista Kenny Barron —¡un maestro!<br />
. el contrabajista Rufus Reid y el batería<br />
Víctor Lewis). La propina que nos<br />
brindó —/ thought about you— quedó<br />
clavada en nuestra memoria.<br />
Mas emocionante, si cabe, fue el reencuentro<br />
con Dexter Gordon, un gigante<br />
que muchos creían acabado, y a quien esperábamos<br />
con autentica angustia (¡temor<br />
a un tenor...!) dadas las malas noticias<br />
que últimamente nos habían llegado acerca<br />
de su salud. Muchas calamidades han<br />
dejado huellas en su cuerpo y en su rostro<br />
que ya no ocultan el cansancio, pero<br />
los cinco temas que interpretó con sus<br />
cuatro acompañantes —el asimismo grupo<br />
de la inolvidable película Round<br />
Midnight— nos tranquilizaron. Gordon<br />
sigue siendo el más importante de los tenores<br />
surgidos a raíz del be-bop, y nadie<br />
sabe como íl construir, matizar, adornar,<br />
dramaticar, redondear un solo. De ello<br />
fue el Polka Dots and Moonbeams, con<br />
que terminó su hondo discurso, un bello<br />
ejemplo.<br />
De otro tenor, Branford Marsalis, podríamos<br />
escribir largo y detallado, siendo<br />
¿1 a buen seguro una de las voces que<br />
invadirán la próxima década. Se trata de<br />
un clásico donde los haya —su muy particular<br />
homenaje al maestro John Coltrane<br />
lo mostró con toda claridad, pero<br />
aporta algo muy personal: una naturalidad,<br />
un relax, una reflexión sobre las armonías,<br />
junto a un fuerte sentido rítmico<br />
y unas irresistibles ganas de tocar donde<br />
y cuando sea. Este entusiasmo comparte<br />
con el magnífico pianista Kenny Kirkland<br />
y hace que sus conciertos se conviertan<br />
en puro deleite para lodos. La eterna e<br />
interminable juventud en persona, la salud<br />
misma del jazz, y sin duda una buena<br />
garantía de futuras aventuras que<br />
seguiremos muy atentamente.<br />
Y lo mismo con su super dotado hermano<br />
Wynton. cuya trompeta lleva tiempo<br />
impresionándonos por su técnica y su<br />
contenido. También él quiso conmemorar<br />
los veinte aflos de la muerte de Coltrane,<br />
y lo hizo en una docena de temas<br />
del llorado maestro, siendo los cinco primeros<br />
auténticos blues. No hubo la más<br />
ligera concesión al público viioriano, ni<br />
falta que hacía. Es de agradecer cuando<br />
un músico se dedica a profundizar la materia,<br />
y Wynton lo nace siempre. Le acu-<br />
Mfl de jer frío, y no » verdad. Este joven<br />
genio —d crack de los 80— se limita a<br />
JAZZ<br />
tocar y perfeccionar su música, y quien<br />
no sabe apreciar semejante gesto, no debe<br />
tener el oído muy afinado. Marsalis,<br />
que odia los festivales, dio todo lo que<br />
tiene, y es sin duda bastante más de lo que<br />
estos públicos lan mixtos generalmente<br />
merecen. Con un trío formidable, formado<br />
por el pianista Marcus Roberts, el bajista<br />
Roben Hurst y el batería Jeff Tain<br />
Watts, supo elevar el festival a un nivel<br />
inesperado, y nos hizo olvidar rápidamente<br />
los esfuerzos de un grupo cerebral como<br />
Oregon para romper una monotonía<br />
ya sin perspectiva.<br />
Por lo demás, no hubo mayores sorpresas.<br />
La orquesta del difunio Count Basie,<br />
ahora dirigida por Fiank Foster en<br />
cuyas manos expertas se encuentra perfectamente,<br />
suena casi como en sus mejores<br />
tiempos, a pesar de sus múltiples<br />
transformaciones y su absoluta falta de<br />
figuras. Nos dio una hora maravillosa de<br />
jazz y sobraba a todas luces la canianie<br />
Diane Schuur, que acabó rápidamente<br />
por cansar y pesar a pesar de poseer una<br />
muy respetable voz. Manhattan Transfer<br />
es un auténtico espectáculo, pero no ca-<br />
be duda de que estos cuatro formidables<br />
vocalistas ofrecen lo más blanco que encierra<br />
nuestra música, y volver a escucharles<br />
sería casi una prueba. De la misma<br />
manera con la divina, y sin embargo entrañable,<br />
Sarah Vaughan que a ratos logra<br />
emocionar, pero que también termina<br />
por irritar con su manierismo. Esta histórica<br />
cantante es, hoy por hoy, lo menos<br />
espontáneo que se puede imaginar,<br />
y constatarlo en directo resulta siempre<br />
penoso, recordando lo que ha sido para<br />
nuestra educación musical.<br />
A pesar de todo: ¡vivan los festivales<br />
que nos permiten recordar y avanzar al<br />
mismo tiempo! Nos acercan a músicos legendario:,<br />
para pasar momentos reconfortantes<br />
en su compañía, y nos hacen<br />
descubrir nuevos talentos. No es poco.<br />
¿Que importa entonces que tengamos que<br />
aguantar a tantos intrusos, tamos parásitos,<br />
tantos malos aficionados que acuden<br />
a estas confusas citas ano tras año,<br />
aparentemente sin aprender de lo que<br />
realmente se trata?<br />
Ebbe Traberg<br />
<strong>Scherzo</strong> 75