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Callas<br />
visión y hay, en ese orden, un artista que ha recogido el<br />
reto: Jean-Pierre Ponnelle y sus vídeos de ópera).<br />
La divina Claudia, a juzgar por sus fotografías, había<br />
entendido que ella era una actriz de estos tiempos cinematográficos,<br />
pues el público tenía, ya en aquellas décadas,<br />
educado el ojo por la visión de rostros fotografiados,<br />
no ya tan sólo de rostros desnudos o pintados, como en<br />
el teatro tradicional. Vestuario, poses, actitudes y gestos<br />
van asumiendo, en Muzio, el vocabulario dramático de las<br />
divas filmadas.<br />
La actriz<br />
Callas actualizará treinta años después esta actitud,<br />
uniéndola a la experiencia de la renovación teatral italiana<br />
de la posguerra y a cómo lleva esta experiencia al teatro<br />
de ópera uno de los grandes artistas del siglo, Luchino<br />
Visconti. Convengamos en que el encuentro Callas-<br />
Visconti excede, en mucho, lo casual. Y pensemos que Visconti<br />
ha usado, a menudo, a grandes actores y, en otros<br />
casos, se ha valido de imágenes importantes, a las cuales<br />
ha manejado con su incomparable artesanía dramática.<br />
En Callas confluían ambas cualidades. Es tópico hablar<br />
de su genio de actriz, pero me permito sugerir al lector<br />
que, si tiene oportunidad de ver alguna filmación de ópera<br />
con Callas, repare en cómo sostiene el personaje cuando<br />
no canta, que es, normalmente, cuando las cantantes<br />
de ópera caen en la inercia, si no lo han hecho ya durante<br />
el aria.<br />
También es cierto que obró en favor de Callas una generación<br />
de grandes actores-cantantes, que completaron<br />
el cuadro de revisión de un género apolillado y rutinario,<br />
en lo histriónico y en cuanto a repertorio. No olvidemos<br />
que Callas comparte el tiempo de Tito Gobbi, Ramón Vinay,<br />
Giuseppe Taddei, Jon Vickers, Boris Christoff, etc.<br />
El mito Callas está hecho con la materia misma del arte:<br />
la imaginación del espectador. Ella, que no contaba con<br />
los dones positivos, se apuntó, en cambio, la más importante<br />
de las cualidades negativas: el arte de la actriz. En<br />
efecto, una actriz es grande no porque sea vistosa o bella<br />
de oír, porque sea guapa o de bonita voz, sino porque sabe<br />
sugerir en el espectador aquello que ella no es en realidad.<br />
En e] vacío donde funciona lo imaginario, aparecen,<br />
por el encantamiento del arte, los poderosos fantasmas que<br />
persuaden al receptor de que son reales y tienen carne y<br />
hueso.<br />
Estas consideraciones tal vez expliquen por qué el mito<br />
Callas es más fuerte hoy que en vida de la diva, cuando<br />
era factible encontrársela por la calle, asistir a sus estrenos<br />
y escándalos y padecer sus campañas de imagen en<br />
la prensa, Hoy nada de eso existe. Callas no está en ningún<br />
sitio, sus cenizas se han hundido en el Mar Egeo y<br />
su fantasma omnipotente aparece en todas partes. Es así<br />
el destino del arte: convertirse en una convocatoria de fantasmas.<br />
Para gozar de la mítica María es mejor que ya no<br />
exista como cosa cotidiana, como trivial dienta de tiendas<br />
y perfumerías, compañías de cruceros y restauraras<br />
de lujo.<br />
María pertenece al mundo fantasmal e inmarcesible que<br />
la Callas intuyó en vida a través de un apasionado y largo<br />
acto de amor con el público. Como todos los histriones,<br />
amaba desde lejos y rehuía toda proximidad. Su relación<br />
central con la vida pasó por el polvoriento y penumbroso<br />
espacio de los escenarios. Cuando no pudo frecuentarlos<br />
más, cuando supo que nadie se reunía en las plateas para<br />
asistir a sus memorables imposturas, se dejó morir con<br />
cierta elegante indiferencia.<br />
Era esa multitud a la que vio siempre borrosamente con<br />
sus ojos de miope, esa acumulación de rostros sin nombre<br />
y con apenas unos sumarios rasgos, ese Gran Otro con<br />
miles de cabezas que inundaba pasillos y localidades de<br />
los teatros, el objeto mítico de su arte, el verdadero partenaire<br />
de sus pasiones, el tenor de todos sus dúos de amor.<br />
Si todo artista es un inventor de fantasmas, ese mensaje<br />
fantástico que, de algún modo, somos todos a lo largo del<br />
tiempo, es la obra maestra de María Callas.<br />
Blas Matamoro<br />
Schcrzo 59