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Scherzo. Núm. 17

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puesto, a las obras en que la desgracia de la protagonista<br />

impulsa el motor de los acontecimientos, es el origen y<br />

desarrollo primordial de la trama.<br />

Amina de La sonnambula y Elvira de / Puriíani participan<br />

sólo en parte de este grupo, ya que consiguen un<br />

final feliz, pero tienen bastante en común con aquéllas:<br />

la primera soporta una situación injusta y traumatizante<br />

que la atormenta durante una buena parte de la composición;<br />

y la segunda debe sobrellevar una extensa escena<br />

de locura.<br />

Con Elvira se inició para Callas la leyenda de soprano<br />

absoluta, al interpretar en una misma temporada y un mismo<br />

teatro dos roles tan incompatibles como la citada y<br />

la Brünuhilde de Walkiria. Elvira formó parte del repertorio<br />

de Callas en la primera parte de su carrera, grabándola<br />

en 1953. Con ella inaugura la soprano esa particular<br />

manera de utilizar la voz, dándole un tinte irreal para acentuar<br />

la falta de lucidez (O rendetemi ¡a speme) al mismo<br />

tiempo que, en los momentos de brillantez técnica, superaba<br />

las dificultades sin agobios.<br />

Al abandonar Elvira, se ocupa de Amina, que durante<br />

1957 fue su caballo de batalla. Para pintar e! candor y<br />

la ingenuidad un tanto simple de esta sencilla aldeana, Callas<br />

aligeraba la voz hasta límites insospechados, aniñándola,<br />

procedimiento que posiblemente aprendió de<br />

Claudia Muzio (Care compagne). En el instante fundamental<br />

de Ah non credea mirarti neutralizaba, por definirlo<br />

de algún modo, la emisión de la voz para sugerir el<br />

estado catártico de la inocente Amina.<br />

Con otra heroína belliniana exhumada, Imogene de //<br />

pirata, consiguió Callas en dos ocasiones (Scala y Nueva<br />

York) méritos suficientes para que pueda relacionarse en<br />

este apartado. Se conserva el registro efectuado en la segunda<br />

actuación (Carnegie Hall, 1959). La cantante, que<br />

ya había iniciado el imparable declive, parece resurgir en<br />

una escena final (Ah s'io potessi), donde cada frase, cada<br />

inflexión le sirven para edificar un personaje que por<br />

lo escuchado hasta entonces no podríamos adivinar de tal<br />

estatura melodramática.<br />

La Gioconda de Ponchielli representó para Callas prácticamente<br />

su debut profesional, realizando dos grabaciones<br />

de la obra, en 1952 y 1959. Despierta superior interés<br />

la primera de ellas, donde los medios, entonces excepcionales,<br />

superan con creces las dificultades permanentes de<br />

la ópera. Aquí, además de renuncia y muerte, hay competencia<br />

directa con la mezzosoprano por el amor del tenor.<br />

Estímulos convenientes para la artista que en este<br />

registro mítico expone generosamente todas sus virtudes<br />

(y defectos). Quisiera llamar la atención sobre un pequeño<br />

momento a un presunto oyente del registro: la frase<br />

Enzo adóralo, oh come ('amo. Esa regulación sonora<br />

piano-forte-piano es irrepetible. Incluso para la misma<br />

cantante en 1959.<br />

Dos heroínas donizettianas ahora en el catálogo Callas;<br />

Lucía y Anna Bolena. Lucía de Lammermoor es por derecho<br />

uno de los logros de Callas más celebrados, rol al<br />

que se aproximó con criterios opuestos. Primeramente<br />

(grabación de 1953 en estudio, por ejemplo) de manera<br />

prepotente; a partir del encuentro con Karajan, intimista.<br />

En el registro realizado en vivo en Berlín en 1955 es<br />

admirable la fusión de cantante y director en la construcción<br />

de una criatura frágil, marcada ya desde la primera<br />

fase por un destino adverso que la conduce fatalmente a<br />

un final luctuoso.<br />

En Anna Bolena, Callas encontró también material<br />

acorde a su talento de actriz y cantante: Una reina solita-<br />

62 <strong>Scherzo</strong><br />

DOSIER<br />

ria e infeliz, que se ve postergada ante una joven rival,<br />

acusada de adulterio y condenada al cadalso. Sólo en una<br />

temporada, sin embargo, la interpretó en escena: para la<br />

Scala de Milán en 1958. La cantante aprovechó incluso<br />

la disminución apreciable de su voz para acentuar la indefensión<br />

e infortunio de la esposa repudiada. Momentos<br />

culminantes de aquella histórica representación son<br />

el dúo con la mezzosoprano (magnífica réplica de Giulietta<br />

Simionato), en el que Callas consigue una gama de<br />

matices impresionantes, y sobre todo la intervención final.<br />

Se piensa, se afirma, que Callas necesitó encontrarse<br />

con Visconti para perfeccionar Violetta de La iraviala.<br />

Es cierto que su más profunda encarnación se escucha en<br />

la toma en vivo de una de las sesiones de la Scala en 1955,<br />

muy bien respaldada, además, por la elegante batuta de<br />

Giulini. Pero ya en la interpretación de la cantante en 1953<br />

se encuentran en embrión las cualidades que luego pulidas,<br />

teatralizadas, aparecen descontadas en la velada sealigera.<br />

La cuestión, de todos modos, no trasciende<br />

demasiado, salvo para los partidarios obstinados de cualquiera<br />

de los dos artistas. De hecho, esas representaciones<br />

de 1955, prorrogadas al año siguiente, constituyeron<br />

un hito dentro de la historia del teatro lírico. Intentar señalar<br />

los continuos aciertos nos llevaría a comentar frase<br />

por frase, del inicio al fin de la ópera. Baste llamar la atención<br />

sobre el último acto: ¿cómo es posible revelar cantando<br />

de ese modo el deterioro físico de Violetta?<br />

Tosca<br />

Callas, en varias ocasiones, manifestó su poca simpatía<br />

hacia esta temperamental e histérica creación de Puccini.<br />

Sin embargo, ello no impide que el nombre de la<br />

cantante se asocie, quizá más que ningún otro, con la celosa<br />

amante de Cavaradossi. Su grabación integral de 1953<br />

con Víctor de Sabata figura entre las más vendidas desde<br />

que se inventó el disco. Incluso, el único documento en<br />

imágenes (que se sepa) de una actuación teatral de Calías<br />

es precisamente el acto II de esta ópera, realizado el 9 de<br />

febrero en Covent Garden. También es de los pocos papeles<br />

de los que la cantante repitió grabación.<br />

A Callas le faltaba en Tosca el timbre sensual y cálido<br />

necesario para retratar los arrebatos de una mujer tan apasionada<br />

y visceral. Pero dominaba como pocas el justo<br />

tono del abundante recitativo pucciniano. Sobre la base<br />

de éste, el personaje conseguía un relieve teatral, por encima<br />

de lo musical, dominante. Lo que permitió a la cantante,<br />

en sus últimas apariciones escénicas, con la voz<br />

convertida en una caricatura de sí misma, alcanzar triunfales<br />

recompensas.<br />

Quedan quizá sin referencia otros cometidos de María<br />

Callas que en este recuento no se mencionan. Podrían omitirse<br />

algunos, incluirse otros, tal vez... Lo importante, más<br />

allá de la siempre personal elección, aparece tras cualquiera<br />

de ellos, una pro fes ion al'íntegra, seria y laboriosa. Ahí<br />

está su legado: cada cual que juzgue y disfrute (o rechace)<br />

a su modo.<br />

Fernando Fraga

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