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Scherzo. Núm. 17

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-UNA BROMA MUSICAL-<br />

Verano, dulce verano. Agraciado<br />

pueblo éste donde los músicos gozan<br />

de interminable vacación remunerada:<br />

entrenamiento personal, lo<br />

llaman, pero mi omnipresencia ultra<br />

lempo ral raras veces sorprende<br />

sus ocios en tan vocacional ejercicio.<br />

En cambio si les sorprendió disfrazados<br />

por razones mercenarias.<br />

¡Ay, estos artistas!<br />

Verano, cálido verano. De nuevo<br />

arremete el maestro López Cobos<br />

contra las instituciones.<br />

Espúreas razones. No le basta con<br />

estropear mi Sinfonía Júpiter. Ahora<br />

me utiliza a mí, ¡a mi!, como<br />

arrojadiza arma. En Granada, rueda<br />

de prensa por la presencia de la<br />

ONE en el Festival. Protesta porque<br />

no puede hacer tradición de mi Rapto<br />

de! serrallo en el Patio de los<br />

Arrayanes; no le dejan los políticos<br />

y burócratas de siempre. La prensa<br />

reaccionaria le aprueba, le alaba, le<br />

jalea y sólo destaca al dia siguiente,<br />

en menoscabo de cosas sensatas,<br />

la insensatez de querer hacer mi<br />

Rapto todos los años para unas 300<br />

ó 400 personas: ¡con la crisis de voces<br />

que hay para mis obras y lo carísimas<br />

que son ahora! (Papá,<br />

Aloysia, Constanze, cómo han cambiado<br />

las cosas, si supierais...). Me<br />

dice un agente marginal que aquí<br />

hay gato encerrado... ¡Qué agentes!<br />

¡Qué artistas éstos!<br />

Verano, lluvioso verano,. En Peralada<br />

se han confabulado para<br />

continuar mi conflictivo emparejamiento<br />

con Salieri, un compositor<br />

majo —como dicen en esta<br />

corte— que tuvo la mala fortuna de<br />

coincidir conmigo. Abrieron Pushkin<br />

y Rimski (esos dos geniales embusteros<br />

a los que han plagiado con<br />

descaro y sin talento Shaeffer y Forman).<br />

Pero con el Falstaffüe Antonio<br />

no pude más. Intervine en las<br />

esferas celestes, donde tengo predicamento<br />

e influencias, y conseguí<br />

que en medio de la recuperada ópera<br />

cayera una tromba canicular que<br />

lo echó todo a perder. ¡Qué puñeteros<br />

y traviesos podemos ser los artistas!<br />

Y que conste que mi colega<br />

y yo sí éramos artistas... no como<br />

otros.<br />

W.A.M.<br />

OPINIÓN<br />

EL DISPARATE MUSICAL<br />

EL IVA DEL TRES POR CUATRO = DOCE<br />

Pues resulta que esto de la música se<br />

está convirtiendo en algo para ricos,<br />

y como el verano le da a uno ganas de<br />

guerra, vamos a ver si damos un poco la<br />

matraca con este tema. Porque yo no sé<br />

si Vds. se han dado cuenta —seguro que<br />

si— de que en esta piel de toro hay mucho<br />

listo.<br />

Hace unos años, todo en este país tenia<br />

impuesto de lujo. Hasta el jabón. Íbamos<br />

camino de ganarnos fama de<br />

espesos, que se dice. La cultura estaba<br />

también gravada ¡cómo no! con el susodicho<br />

impuesto. Así que cuando uno iba<br />

a comprar un disco pagaba un 26 por<br />

ciento de lujo. Y no les digo nada de las<br />

partituras, porque eso ya es para caerse<br />

de espaldas. Recuerdo hace unos años haber<br />

intentado comprar una obra de Poulenc<br />

que se vendía al bonito precio de<br />

1.000 pts. por dos páginas de música<br />

(ihay que ver lo cara que sale la corchea<br />

con puntillo, sobre todo si es francesa!).<br />

En lo que a los instrumentos atañe,<br />

¡qué les voy a contar! Pues que hay que<br />

financiarlos como si fueran coches. Salvo<br />

que la loto les permita otra cosa, yo<br />

les aconsejo desde aquí tocar e! pífano o<br />

la pandereta, instrumentos que reúnen<br />

condiciones ideales: precio asequible a lodos<br />

los bolsillos, facilidad de transporte<br />

y amplitud de repertorio (porque no me<br />

dirán que el repertorio que interpreta el<br />

Gobierno es corto).<br />

Y los conciertos ¡ja! Eso es de presupuesto<br />

aparte. En cuanto aterriza aquí la<br />

Sinfónica de Pemambuco, le clavan a uno<br />

sin misericordia. Y que no me digan que<br />

por ahí fuera es igual, porque no es igual.<br />

Aunque las entradas cuesten algo más —<br />

lo que además no siempre ocurre— ellos<br />

ganan no algo más, sino tres o cuatro veces<br />

más que nosotros. No me digan que<br />

tres o cuatro mil pesetas por una función<br />

de ópera en el Teatro de la Zarzuela (si<br />

tiene uno suerte y no le birlan la entrada<br />

los reventas de turno) y seis mii por la<br />

equivalente del Metropolitan son magnitudes<br />

comparables.<br />

Pues asi las cosas, como éramos pocos,<br />

parió la abuela. Es decir, se inventaron<br />

el IVA. Y aquí es donde aparecieron los<br />

listos. O sea, los de Hacienda y algunos<br />

otros. Los discos fueron gravados con un<br />

doce por ciento de IVA, mientras los libros<br />

se llevaban un 6 por ciento. ¡Loor<br />

al noble arte de las matemáticas! Sí, sí,<br />

han leído bien. No me negarán que en<br />

manos de estos señores lo de los números<br />

se convierte en un verdadero arte.<br />

Pero no queda ahí la cosa, no. Porque<br />

una sencilla aplicación de la ciencia matemática<br />

(que no el arte) hará ver a cualquiera<br />

que si antes había un veintiséis por<br />

ciento y ahora hay un doce, pues no sé<br />

por qué me da el palpito que el precio debería<br />

haber bajado un catorce por ciento,<br />

fíjense qué cosas. Pero, ¡tale! dijo la<br />

princesa. Apareció otro listo (éste toda-<br />

vía no ha sido identificado, aunque todos<br />

tenemos nuestro sospechoso) y aplicó<br />

aquello que se les dice a los nenes pequeños:<br />

éste lo discurrió, éste lo implantó,<br />

éste lo cobró y éste, el más gordito, se lo<br />

zampó. Total, que de bajar el precio, naranjas<br />

de la China-na, China-na. El listo<br />

se quedó con un catorce por ciento más<br />

y nosotros a verlas venir, o sea con una<br />

mano delante y otra detrás.<br />

En fin, sufridos míos, que esto de oír<br />

o tocar música en esta nuestra tierra es<br />

mal de pronóstico reservado y por eso es<br />

tan gravado (el pareado será malo, pero<br />

no me negarán que es una verdad como<br />

la catedral de Burgos). Si en lugar de oírla<br />

o locarla la leen, ya saben que les sale un<br />

seis por ciento menos. Se ve que el Gobierno<br />

piensa que los sordos salen más caros<br />

que los ciegos, y por eso quiere evitar<br />

su aparición creciente, porque si no ya me<br />

explicarán.<br />

Asi nos va luego, con los «Gurrelieder<br />

de Wagner (!)»(cualquier dia alguien les<br />

llamará «Guarrolieder» y si no ya verán,<br />

ya), un Don Giovanni en el Festival de<br />

Beirut (imparable ascenso el de la morería<br />

en esto de la música, ¡dónde iremos<br />

a parar!) y la muerte de Isolda compuesta<br />

por Juan Sebastian Bach (disparate éste<br />

repetido insistentemente por varios televidentes<br />

en un pseudoconcurso que echaron<br />

el otro día). Y no saben la última, que<br />

resulta que Plácido Domingo cantó en<br />

Tokio con gran éxito. Tanto que tuvo que<br />

regalar «varios brindis de zarzuela y un<br />

pasaje de La Traviaía». El hombre debió<br />

acabar un poco mal con tanto brindis.<br />

En todo caso, seguro que no pasó de<br />

tener un pedete lúcido. Como verán, el<br />

disparate no descansa ni en verano.<br />

A pesar de todo, me reconforta haber<br />

leído que los jóvenes españoles escuchan<br />

cada vez más música. Me preocupa no<br />

obstante no encontrar a Wagner (el de los<br />

Gurrelieder) a a Bach (el de Isolda) en las<br />

descritas «modas audiovisuales»; vean,<br />

vean, a ver si me aportan alguna luz: punkies,<br />

heavies, mods, rockers, nuevaoleros,<br />

modernos, afterpunkies, discotequeros,<br />

siniestros, nuevos románticos, psicodélicos,<br />

folkies, horteras, fans, babosos, irritantes,<br />

perros callejeros, etc. (me pregunto<br />

qué diablos vendrá en el «etc.»).<br />

La duda persiste: ¿será Wagner un afterpunkie<br />

o por ventura un siniestro? Ruego<br />

a los lectores me socorran, pues desde<br />

que leí todo esto vivo sin vivir en mí.<br />

Mientras tanto voy a ver si me rio de Janeiro,<br />

antes de que el médico me diga que<br />

estoy granadísimo.<br />

N.B.: Apenas termino de escribir esto,<br />

TVE me sorprende con un nuevo disparate:<br />

el concierto inaugural del Curso de<br />

Música Barroca y Rococó ha incluido, en<br />

su segunda parte «obras de Manuel y<br />

Bach». Lo que no nos dicen es si el tal<br />

Manuel tenía padre o no.<br />

Rafael Onega<br />

<strong>Scherzo</strong> S

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