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María Callas,<br />
una voz irrepetible<br />
1. EJ repertorio<br />
A los diez años de su muerte, María Callas, sigue siendo una figura muy popular<br />
pero mal conocida. La continua reedición de sus registros fonográficos, potenciada<br />
ahora por el disco compacto, y la publicación de numerosos libros sobre su vida y<br />
su actividad artística, no han logrado aclarar cienos aspectos de éstas en que la leyenda<br />
—la falsa leyenda creada a partir de su retirada de los escenarios en ¡965—<br />
se ha superpuesto o desplazado a la realidad. El hombre de la calle recuerda especialmente<br />
su relación con Onassis, sus (presuntos) escándalos; pero apenas conoce su<br />
voz, su técnica y su arte, preservados en numerosos discos. Esos, y no otros, son los<br />
factores responsables de supervivencia en el tiempo que, a diferencia de las grandes<br />
cantantes del pasado, será duradera, gracias precisamente a su legado fonográfico.<br />
El principal enigma de María Callas era su voz. ¿En<br />
qué categoría entraba? Sin duda en el grupo de soprano<br />
pero, dentro de él, resultaba difícil de clasificar.<br />
Para lograrlo, nada mejor que acudir al estudio de<br />
su repertorio. Es sabido que la carrera de la Callas comenzó<br />
con una Gioconda en la Arena de Verana en 1947, a<br />
la que siguieron en 1948 Tristón e Isolda, Turando!, Laforza<br />
del destino, Aida, Norma y La valkiria. Si consideramos,<br />
además, que en sus años de estudiante en Atenas,<br />
entre 1938 y 1945, actuó en Cava/lena, Tosca y Fidelio,<br />
debemos concluir que su voz tuvo, en origen, un notable<br />
metal que movió, a quienes la escuchaban —y a la propia<br />
interesada— a clasificarla como soprano dramática.<br />
Tullio Serafín, músico de vastísima experiencia teatral,<br />
creador de la gran Rosa Ponselle y conocedor de los secretos<br />
de la voz, fue quien dirigió a María en la mencionada<br />
Gioconda veronesa y quien, a lo largo de 1948, la<br />
acompañó en Tristón, Aida, Norma y, a comienzos de<br />
1949, en Venecia, como Brunilda en Valkiria. Por azar, la<br />
escuchó cantar la escena de locura de Elvira en Los puritanos,<br />
que la Callas había aprendido en Grecia, anos atrás,<br />
con su maestra la Hidalgo; e inmediatamente adivinó sus<br />
inmensas posibilidades para el bel canto. Sin dilación, se<br />
comprometió a enseñarle personalmente, con toda rapidez,<br />
el papel de Elvira para que pudiese sustituir a Margherita<br />
Carasio, enferma. El resonante triunfo de la Callas<br />
confirmó esas posibilidades ya entrevistas en sus primeras<br />
Norma. Y aunque durante 1949 y 1950 siguen siendo<br />
predominantes los papeles antes citados, más los de<br />
Kundry y Tosca, aparecen ya en repertorio el primer Verdi<br />
(Nabucco, Trovador) y, al final de 1950, Rossini: Fiorilla<br />
de El turco en Italia. En 1951 ofrece 14 funciones del<br />
que será uno de sus grandes personajes, el de Violetta Valéry<br />
en Traviala. Además, Elena en Las vísperas sicilianas,<br />
Eurídice en el Orfeo de Haydn y, otra vez, Elvira en Puritanos.<br />
En el año siguiente, 1952, sobre los títulos ya habituales<br />
como Puritanos, Norma o Traviala, aparecen nuevos<br />
papeles de agilidad: la Constanza mozartiana, la Armida<br />
52 <strong>Scherzo</strong><br />
de Rossini, Lucía, Gilda y Lady Macbeth. Todo ello sin<br />
olvidar enteramente el repertorio más dramático, como<br />
Gioconda o Tosca que, sin embargo, empieza a perder preponderancia.<br />
Durante 1953, ia actividad de la Callas gravita sobre Violetta,<br />
Lucía, Leonora de Trovador y Norma, con ocasionales<br />
Aida —en Londres y Verana— y un nuevo y arduo<br />
papel, escrito en el período belcantista, pero indudablemente,<br />
dramático: Medea, de Cherubini. A partir de entonces,<br />
en su carrera predominará el repertorio clásico y<br />
de agilidad de finales del siglo XVIII y primera mitad del<br />
XIX sobre el dramático que, con iodo, nunca será marginado.<br />
Así, en 1954 Callas canta Lucia, Norma y Traviata,<br />
e incorpora a su repertorio A/ceste de Gluck, Don Cario,<br />
Mefistofele y La vestale. Pero su último concierto de ese<br />
año, dado el 27 de diciembre para la firma Martini-Rossi,<br />
es orientativo respecto de sus preferencias: junto al aria<br />
de Louise figuran las de Rapto, Dinorah y Lakmé, repertorio<br />
de agilidad con tesituras agudísimas.<br />
En 1955 la Callas aborda nuevos títulos: Sonámbula,<br />
Butterfly y Andrea Chénier. Pero los más habituales siguen<br />
siendo Traviata, Lucia, Puritanos y Norma, sin olvidar<br />
Medea, Trovador o Turco en Italia. En 1956 son<br />
novedad Barbero y Fedora en La Scala, que Callas no volverá<br />
a cantar más; y en 1957 lo son Bailo in Maschera,<br />
l/igenia en Táuride y Anna Bolena, Lucía, Tosca y Medea,<br />
además de un nuevo papel, el de Imogene en El Pirata.<br />
A partir de esie año los recitales son cada vez más<br />
frecuentes a expensas de sus apariciones teatrales. Así en<br />
1959 canta sólo once funciones de ópera: dos de Lucía,<br />
dos de El pirata, y siete de Medea. Roto su matrimonio<br />
con Meneghini —que dio a su carrera el orden y la estabilidad<br />
imprescindibles— y establecida su relación con Onassis,<br />
en 1960 María Callas no actúa en público hasta el 24<br />
de agosto (Norma, en la Arena de Epidauro) y todavía su<br />
actividad hasta el final de año se reduce a su nueva grabación<br />
de esta ópera y a Poliuto, con que abre la temporada<br />
de La Scala por Ultima vez. Medea es el único título