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DOSIER<br />
Los grandes papeles<br />
María Callas canió a lo largo de su carrera unos<br />
cuarenta y siete papeles protagonistas. Se incluyen<br />
en esta cifra tanto los interpretados en sus<br />
inicios teatrales sem i profesional es en Grecia (algunos luego<br />
olvidados) como los exclusivamente asumidos para registros<br />
discográficos. Un catálogo que comprende<br />
aproximadamente cierno cincuenta años del repertorio lírico:<br />
de la Alceste de Gluck a la Turandot pucciniana.<br />
De este cuadro, que puede considerarse amplio, se dedicó<br />
con especial incidencia al último belcantismo y romanticismo,<br />
más dos personajes, particularmente<br />
representativos, que limitan ambos estilos: uno producto<br />
de un clasicismo expirante, Medea de Cherubini; otro de<br />
un verismo en plenitud, Tosca de Pucciní.<br />
«No debemos olvidar que el compositor ha tomado su<br />
inspiración de un argumento —un drama— y que la música<br />
ha surgido de cada palabra de este drama. Las noias<br />
no han sido escogidas como simple ornamento. Cada nota<br />
y cada frase tienen una significación precisa y varían enormemente,<br />
como en una conversación... Es necesario<br />
aprender a la perfección cada rol musical y ejecutarlo...<br />
en cada palabra o nota aparentemente sin importancia,<br />
por no hablar de los gestos y la mímica que forman parte<br />
del papel». En eslas declaraciones de la cantante, realizadas<br />
en 1958, se encuentran las premisas de su arte interpretativo.<br />
La fusión del drama con la música; el canto<br />
al servicio del texto.<br />
De todo el abanico representativo de la personalidad<br />
de Callas existen ciertos personajes inmediatamente asociados<br />
a la artista, por particular enfoque, logros obtenidos,<br />
originalidad, plenitud de medios, profundidad de<br />
conceptos o combinación de cualquiera de estos presupuestos.<br />
Es también cierto que, al lado de sus personajes<br />
claves, incluso en las heroínas más distantes de su original<br />
psicología, Callas dejó siempre una impronta, un interés<br />
y atractivo reconocibles. Pero aquí se intenta<br />
relacionar, como el título que encabeza este trabajo, sus<br />
papeles más importantes. Estos pueden dividirse en dos<br />
grupos diferenciados: por un lado, las heroínas semihumanas,<br />
que participan de condiciones de carácter más o<br />
menos divino, que entran en conflicto con su categoría<br />
de mujer, madre o amante; por otro, aquellas de sino especialmente<br />
diverso, mujeres desgraciadas y vulnerables,<br />
ofendidas y sacrificadas. En las primeras, esa dualidad<br />
de deberes impuestos e impulsos humanos contendientes<br />
permitían a la cantante un juego de contrastes único. En<br />
las segundas, obtenía de su voz una tristeza y melancolía<br />
ideales para reflejar la patética indefensión que culminaba,<br />
en progresivo desarrollo, en la escena o acto finales.<br />
Su propia existencia (y que me permita el lector aventurar<br />
algunos apuntes freudianos) parece reproducir ambos<br />
arquetipos artísticos, dando la razón a los que opinan<br />
que el arte no puede separarse de la vida. La carrera musical<br />
de Callas, a la que desde niña se dedicó con exclusividad<br />
absorbente, casi religiosa, comenzó a deteriorarse<br />
cuando se descubrió mujer. Fracasó como tal y fue abandonada:<br />
su vida se extinguió prematuramente, oculta en<br />
el misterio, sola, alejada del mundo, como la más genuina<br />
heroína romántica.<br />
60 <strong>Scherzo</strong><br />
Las heroínas semihumanas<br />
Medea y Norma, obviamente, deben abrir este<br />
apartado.<br />
El academicismo de Cherubini, con ingredientes mozartianos<br />
y gluckianos, produjo con Medea una figura de<br />
amplio y variado registro, idóneo para la personalidad polivalente<br />
de Callas. Humillación, orgullo herido, odio, simulación,<br />
amor filial, son sentimientos con los que la<br />
cantante enriquece la onerosa partitura, modelando una<br />
personalidad ciclópea. El abundante recitativo (musicado<br />
por Franz Lachner desde el origina! diálogo hablado)<br />
permitía a Callas asentar pródigamente en él las bases de<br />
la estructura dramática, y en las arias y dúos culminar el<br />
edificio. De 1953 en Florencia a 1961 en Epidauro se conservan<br />
registros de diversas etapas de la carrera, donde,<br />
a medida que la voz va perdiendo autoridad y firmeza,<br />
gana en intensidad y estatura. Después de Callas, Sass y<br />
Jones se atrevieron con la maga violenta, superando al<br />
menos las dificultades vocales, pero es indudable que tras<br />
ella Medea ha vuelto al respetuoso olvido donde se encontraba.<br />
Norma de Bellini se mueve estimulada por conflictos<br />
muy similares a la heroína de Cherubini. Pero en el músico<br />
siciliano el amor se impone a la venganza. Antes de<br />
Callas, Gina Cigna y Zinka Milanov, dos excelentes cantantes,<br />
hicieron con Norma sus buenos oficios. Callas restituyó<br />
a la partitura todas las dificultades cantoras sin<br />
detrimento del contenido dramático. Su visión de la sacerdotisa<br />
druida poseía la simpleza y claridad propias del<br />
más sincero talento. En la primera parte de la ópera, domina<br />
en su Norma el amor hacia Pollione, con algunos<br />
estorbos culposos: es comprensiva con Adalgisa, segura<br />
y dominante de su inquieto pueblo, humana. Cuando la<br />
joven sacerdotisa le confiesa haber cometido idéntica falta,<br />
ya a partir del agorero Roma! Ed é?... Proseguí, es una<br />
furia sin piedad, demente y vengativa. Al aceptar finalmente<br />
su responsabilidad (ese Son io etéreo, sublimado)<br />
se convierte en un ser de una dulzura conmovedora camino<br />
del sacrificio purificador. Norma fue la ópera más<br />
representada por Callas. Dejó por ello dos registros comerciales<br />
y varios en vivo. A la hora de inclinarnos por<br />
alguno elegiríamos, por momento vocal, el de estudio de<br />
1954; por plenitud artística, la inauguración de'la Scala<br />
en 1955.<br />
Armída de Rossini y La vestale de Spontini fueron dos<br />
momentos sin sucesión en el repertorio de Callas, para<br />
Florencia en 1952 y Milán en 1954 respectivamente. A las<br />
arias de La vestaíe, sin embargo, dedicaría atención discográfica<br />
y en recitales posteriores.<br />
El registro, imposible de audición, del Mayo Florentino<br />
nos devuelve a una cantante imponente dominando una<br />
partitura espinosa, restableciendo la figura de la coloratura<br />
dramática de tiempos pretéritos. Aunque predomina<br />
en Callas el espectáculo vocal, esta Armida, de graves<br />
tenebrosos y agudos resplandecientes (alcanza un Re sobreagudo<br />
de una anchura y solidez insólitas), no impide<br />
a la intérprete crear un personaje con autenticidad.<br />
La vestale de 1954 supuso el encuentro de Callas con