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HOMENAJE<br />
De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Mompou con Victoria de los Angeles, Pablo Picasso, Osear Esplá, Alicia<br />
de Larrocho y Xavier Montsalvaige, y por ultimo con la también desaparecida Rosa Sabater, en 1964.<br />
catalán o la vida de la ciudad —concretamente<br />
Barcelona— como Suburbios, Escenas de niños o Fiesias<br />
lejanas; se inspire en el oculto misterio de la naturaleza,<br />
como en Charmes o Cants mágics, o se concentre en lieder,<br />
y entre ellos el ciclo de Combaí del somni.<br />
Este componente catalán, sin embargo, no merma su<br />
carácier español y universal, del mismo modo que su vinculación<br />
al piano no impide que, llegado el momento, escriba<br />
también para orquesta y cree una de las obras más<br />
importantes de la música religiosa española contemporánea,<br />
el oratorio Improperios, para barítono, coro y orquesta,<br />
o que lo haga para coro mixto y órgano, en piezas<br />
como La Vaca cega. Su obra más compleja, sin embargo,<br />
y aquella en que culmina su búsqueda creadora, que<br />
él mismo ha definido como un «recomenzar», está escrita<br />
para piano; me refiero a Música callada. «Recomenzar»<br />
quiere decir volver a empezar, avanzando respecto<br />
a lo que ya se conoce, pero incorporándolo. Esto se cumple<br />
en este ciclo cuya armonía plasma una modernidad<br />
atrevida, mediante la cual se comprende que Mompou se<br />
sienta tan próximo al dodecafonista Webern. En Música<br />
callada, aquel «caminar hacia la esencia» —palabras con<br />
26 <strong>Scherzo</strong><br />
las que un día definiera Osear Esplá la música de<br />
Mompou— alcanza el punto de despojamiento que le permite<br />
llegar a la región de la que habla San Juan de la Cruz<br />
en el verso que le da título. Según el musicólogo Vladimír<br />
Jankelevitch, aquella en que «la música se ha convertido<br />
en voz misma del silencio, donde el silencio mismo<br />
se ha hecho música...»<br />
En su discurso de recepción en la Academia de Bellas<br />
Artes de San Jorge, Mompou dice: «Esta música es callada<br />
porque su audición es interna. Contención y reserva.<br />
Su emoción es secreta» /.../ «No se le pide llegar más<br />
allá de unos milímetros en el espacio, pero sí la misión<br />
de penetrar en las grandes profundidades de nuestra<br />
alma».<br />
Y esto lo logra, ciertamente, la música de Mompou: penetra<br />
en el alma, en las almas, saltándose todas las fronteras.<br />
Por ello Mompou es acaso el más universal de<br />
nuestros músicos y su obra alcanza tal grandeza, pureza<br />
y transparencia que no desmiente el aserto por él mismo<br />
pronunciado: «La música es el descanso del séptimo día<br />
de la creación».<br />
Ciara Janes