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I6N<br />
los horrores de la guerra, del hambre o de la soledad, los crucifica<strong>do</strong>s de<br />
mil maneras. También en nuestro caso el <strong>do</strong>lor, como en el de Cristo, puede<br />
Icncr valor salvífico, aunque no acabemos de entender to<strong>do</strong> el senti<strong>do</strong> del<br />
plan salva<strong>do</strong>r de Dios.<br />
Dios no está ajeno a nuestra historia. No es un Dios impasible. Por medio<br />
de su Hijo ha queri<strong>do</strong> experimentar lo que es sufrir, llorar y morir. Nos<br />
lia salva<strong>do</strong> desde dentro. Cristo no sólo ha sufri<strong>do</strong> por nosotros, sino con<br />
nosotros y como nosotros. No nos ha salva<strong>do</strong> desde la altura, sino que ha<br />
asumi<strong>do</strong> nuestro <strong>do</strong>lor. Es un ejemplo, como quiere el autor de la carta a<br />
los Hebreos, para to<strong>do</strong>s los que se sienten cansa<strong>do</strong>s en su camino de fe y<br />
tenta<strong>do</strong>s de dimitir: el ejemplo palpitante de este Cristo que camina hacia<br />
la cruz y que es "capaz de compadecerse de nuestras debilidades, porque ha<br />
si<strong>do</strong> proba<strong>do</strong> en to<strong>do</strong> exactamente como nosotros, menos en el peca<strong>do</strong>".<br />
El salmo de hoy, al final, nos invitaba a to<strong>do</strong>s los que experimentamos<br />
alguna vez el <strong>do</strong>lor y el desánimo: "sed fuertes y valientes de corazón, los<br />
que esperáis en el Señor". Con el ejemplo de la pasión y muerte de Cristo,<br />
tenemos más motivos todavía para aceptar en nuestras vidas el misterio del<br />
<strong>do</strong>lor y del mal.<br />
El Catecismo del 1992 lo expresa bien: "Jesús, aun sien<strong>do</strong> Hijo, con lo que<br />
padeció, experimentó la obediencia. ¡Con cuánta más razón la deberemos<br />
experimentar nosotros, criaturas y peca<strong>do</strong>res, que hemos llega<strong>do</strong> a ser hijos<br />
de a<strong>do</strong>pción en él! Pedimos a nuestro Padre que una nuestra voluntad a la<br />
de su Hijo para cumplir su voluntad, su designio de salvación para la vida<br />
del mun<strong>do</strong>. Nosotros somos radicalmente impotentes para ello, pero uni<strong>do</strong>s<br />
a Jesús y con el poder de su Espíritu Santo, podemos poner en sus manos<br />
nuestra voluntad y decidir escoger lo que su Hijo siempre ha escogi<strong>do</strong>: hacer<br />
lo que agrada al Padre" (CCE 2825).<br />
Pero con la esperanza de la vida<br />
Pero hoy no celebramos sólo la cruz. Celebramos la totalidad del misterio<br />
pascual. El Viernes es ya "Pascua": la Pascua del Crucifica<strong>do</strong>. Aunque pongamos<br />
énfasis en la primera etapa del único movimiento pascual, la muerte,<br />
los textos de hoy nos invitan ya a mirar hacia delante, hacia la resurrección.<br />
Triduo Pascual 169<br />
Ese Cristo muerto en la cruz resucitará por el poder de Dios, y el destino de<br />
gloria que le espera a él es también el que nos espera a nosotros.<br />
Las oraciones de hoy hablan también de la resurrección. Pedimos a Dios su<br />
protección, ya que "Jesucristo tu Hijo, a favor nuestro instituyó por medio<br />
de su sangre el misterio pascual" (oración inicial). En la poscomunión<br />
afirmamos: "nos has renova<strong>do</strong> con la gloriosa muerte y resurrección de<br />
Jesucristo". En la oración sobre el pueblo, se dice que esta comunidad "ha<br />
celebra<strong>do</strong> la muerte de tu Hijo con la esperanza de su santa resurrección".<br />
Es lo correspondiente a lo que diremos en el prefacio de la Noche Pascual:<br />
"en esta noche en que Cristo nuestra Pascua ha si<strong>do</strong> inmola<strong>do</strong>". Aquella<br />
noche no celebramos sólo la resurrección, sino también la inmolación de<br />
Cristo, el misterio pascual entero.<br />
También las lecturas dejan abierta la puerta de la esperanza. La de Isaías<br />
asegura que este Siervo que "tomó el peca<strong>do</strong> de muchos e intercedió por los<br />
peca<strong>do</strong>res... que justifica a muchos cargan<strong>do</strong> con los crímenes de ellos",<br />
luego "verá su descendencia y prolongará sus años".<br />
También para la carta a los Hebreos, después del momento critico de Jesús<br />
en su <strong>do</strong>lor, que terminó en la obediencia y en la entrega de la cruz, cambia<br />
el panorama: "y lleva<strong>do</strong> a la consumación, se ha converti<strong>do</strong> para to<strong>do</strong>s los<br />
que obedecen en autor de salvación eterna".<br />
La muerte de Jesús se celebra con seriedad, pero con aire de victoria.<br />
Durante el gesto de la a<strong>do</strong>ración de la cruz, se cantan antífonas como esta:<br />
"tu cruz a<strong>do</strong>ramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos.<br />
Por el madero ha veni<strong>do</strong> la alegría al mun<strong>do</strong>", o cantos como "Victoria, tú<br />
reinarás". Uno de los himnos clásicos del Viernes Santo es el "Vexilla Regis<br />
prodeunt", "los estandartes del Rey avanzan". Según el Misal Romano, en<br />
su tercera edición de 2002, también se puede cantar, durante esta a<strong>do</strong>ración,<br />
el Stabat Mater <strong>do</strong>lorosa, porque la Madre es la mejor maestra en nuestra<br />
sintonía con el <strong>do</strong>lor de Cristo Jesús.<br />
Lo que celebramos hoy da senti<strong>do</strong> también a nuestros momentos de <strong>do</strong>lor<br />
y fracaso. No se nos ha asegura<strong>do</strong> que los que creemos en Jesús nos veremos<br />
libres de dificultades, o de la enfermedad y la soledad y el fracaso y la<br />
muerte. Pero sí se nos ofrece luz y fuerza para que nuestra vivencia de to<strong>do</strong>s