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¿Somos generosos en nuestro compromiso "evangeliza<strong>do</strong>r" con los hijos,<br />
con los alumnos, con los feligreses, con las personas sobre las que tenemos<br />
influencia? Es verdad que en el mun<strong>do</strong> de hoy no es muy común eso de "dar<br />
gratis": siempre damos para que nos den, o porque nos han da<strong>do</strong>. Eso es más<br />
bien "comercio", aunque sea espiritual, y no <strong>do</strong>nación de balde. Pero los<br />
cristianos debemos distinguimos por la generosidad en nuestra entrega.<br />
Se marchó al descampa<strong>do</strong> y se puso a orar<br />
En esta "jornada" programática de la vida de Jesús que Marcos describe<br />
en el primer capítulo de su evangelio, no falta el dato de los momentos de<br />
oración de Jesús. A veces ora solo, como en esta ocasión: "se levantó de<br />
madrugada, se marchó al descampa<strong>do</strong> y allí se puso a orar". Otras, en compañía<br />
de los demás, como en la sinagoga o en el Templo.<br />
Difícilmente imitaremos la intensa actividad evangeliza<strong>do</strong>ra de Jesús. Pero<br />
él busca también momentos de soledad para orar con su Padre. A algunos les<br />
puede parecer que esos momentos se restan a lo que sería más importante:<br />
predicar y curar. A Pedro, por ejemplo, le parece urgente que vuelva Jesús a<br />
su ministerio: "to<strong>do</strong> el mun<strong>do</strong> te busca". Pero Jesús ha opta<strong>do</strong> expresamente<br />
por la soledad para orar y encuentra en su diálogo con el Padre la fuerza<br />
para su actividad.<br />
No deberíamos caer en la tentación del excesivo activismo. También nosotros<br />
necesitamos, y más que él, de esa raíz en profundidad que es la oración.<br />
Jesús nos dio una lección admirable de cómo unir el trabajo con la oración.<br />
La introducción al libro de la Liturgia de las Horas le propone como modelo<br />
de oración y trabajo: "su actividad diaria estaba tan unida con la oración, que<br />
incluso aparece fluyen<strong>do</strong> de la misma". Y no se olvida de citar este pasaje<br />
de Me 1,35, que leemos hoy (IGLH 4).<br />
La Eucaristía, por ejemplo, va iluminan<strong>do</strong> nuestra actividad y nos da fuerzas<br />
para realizarla desde Dios. Durante el momento de nuestra oración no<br />
olvidamos ciertamente a los destinatarios de nuestra misión. Como tampoco<br />
después, en medio del trabajo, olvidamos a Dios, que es quien nos envía y<br />
en cuyo nombre hablamos y actuamos.<br />
DOMINGO 6 DEL TIEMPO ORDINARIO<br />
-I-<br />
La primera lectura prepara el evangelio<br />
Hoy es un día de esos en que la I a lectura necesita una monición, porque<br />
no se entiende que nos lean una página tan dura de la legislación del AT<br />
referente a los leprosos si no se anuncia antes que en el evangelio vamos<br />
a ver la diferencia de actuación entre lo que prescribía la ley y lo que hizo<br />
Jesús con el pobre leproso que se le acercó.<br />
Esto nos sirve para darnos cuenta de lo que sucede los <strong>do</strong>mingos del Tiempo<br />
Ordinario: hay una cierta unidad temática entre la primera lectura y el evangelio.<br />
Lo cual nos sirve también para ver qué aspecto del evangelio se ha<br />
queri<strong>do</strong> resaltar cada vez.<br />
Levítico 13,1-2.44-46. El leproso tendrá su morada<br />
fuera del campamento<br />
El libro del Levítico contiene una serie de prescripciones relativas al culto<br />
y a la vida de Israel. Entre ellas, las "reglas de la pureza legal", que ocupan<br />
los capítulos 11-16 y de las que está tomada la página que leemos.<br />
A los leprosos se les consideraba impuros y se les marginaba: debían vivir