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ideológicas e interrogantes muy serios sobre la existencia del mal en el<br />
mun<strong>do</strong>, o sobre la Iglesia misma, o la actualidad de su <strong>do</strong>ctrina moral, o el<br />
mal ejemplo de algunos de sus pastores o la escasez de vocaciones. Otras<br />
veces nos zarandean dudas incluso de fe y crisis personales de fidelidad.<br />
Hombres de poca fe<br />
A los cristianos no se nos ha prometi<strong>do</strong> una travesía pacífica del mar de<br />
esta vida, aunque llevemos a Cristo en la barca. Nuestra historia es a veces<br />
una historia de tempestades. Cuan<strong>do</strong> Marcos escribe su evangelio, la<br />
comunidad cristiana sabe ya mucho de persecuciones y de dificultades.<br />
Además, muchas veces parece que Dios calla y se muestra indiferente a<br />
nuestros males y Cristo está pacíficamente <strong>do</strong>rmi<strong>do</strong> mientras los demás<br />
luchan por su vida. Seguro que alguna vez también a nosotros nos ha<br />
veni<strong>do</strong> espontánea una oración de protesta, queján<strong>do</strong>nos de esta aparente<br />
lejanía de Dios y con deseos de gritarle como Job a Yahvé, o como los<br />
apóstoles a Jesús: ¿por qué duermes? ¿no te importa que nos hundamos?<br />
Haríamos nuestras con gusto las preguntas que los salmistas se atreven<br />
a dirigir a Dios: "Señor, no te quedes calla<strong>do</strong>, despiértate, levántate y<br />
defiéndeme", "despierta ya, ¿por qué duermes, Señor? ¿por qué ocultas tu<br />
rostro?", "¿hasta cuán<strong>do</strong>, Señor, seguirás olvidán<strong>do</strong>me?"...<br />
Tal vez merecemos también nosotros, en estas circunstancias, un reproche<br />
del Dios to<strong>do</strong>poderoso y misericordioso, al que se nos ocurre pedir cuentas<br />
de por qué permite el mal, o de Cristo, que nos tiene que echar en cara<br />
nuestra poca fe, aun después de haber presencia<strong>do</strong> que <strong>do</strong>mina no sólo las<br />
enfermedades y la muerte, sino también las fuerzas de la naturaleza: ¿por<br />
qué sois tan cobardes? ¿por qué tenéis tan poca fe?<br />
Nos hace falta más fe, una fe que nos ayude a remar contra viento y marea.<br />
El Dios que es crea<strong>do</strong>r omnipotente es a la vez Padre. El que creó el mar<br />
es a la vez el Dios salva<strong>do</strong>r y cercano. ¿Cómo podemos pensar que no<br />
busca nuestro bien? Ese Jesús que está en nuestra barca, aunque le veamos<br />
<strong>do</strong>rmi<strong>do</strong>, ¿cómo podemos sospechar que no le importa nuestro destino, o<br />
que permanece indiferente ante la posibilidad de que cada uno de nosotros<br />
se hunda o no? También la muerte injusta de Jesús en la cruz podía suscitar<br />
El tiempo ordinario 327<br />
interrogantes dramáticos, pero Dios sacó bien de esa muerte para toda la<br />
humanidad.<br />
Lo que pasa es que Dios a veces parece callar o <strong>do</strong>rmir. En vez de<br />
responder racionalmente a nuestras preguntas, nos plantea él a nosotros<br />
otras, como Yahvé a Job, y como Cristo a sus apóstoles. Puede ser que a<br />
él no le preocupen tanto los interrogantes que nos acucian a nosotros, sino<br />
otros que nosotros no nos planteamos y según él son más importantes. ¿No<br />
será que a Dios le preocupa más la calma chicha de nuestra embarcación<br />
que las turbulencias de su travesía? ¿nuestra pereza que nuestros mie<strong>do</strong>s?<br />
¿nuestro conformismo y autosatisfacción que nuestras dudas?<br />
Nos quedaremos tal vez sin saber la respuesta racional de nuestros<br />
interrogantes, pero los tenemos que vivir con confianza en el Dios que<br />
salva, y que sabrá cómo conseguir en to<strong>do</strong> nuestro bien. Dios nos está<br />
presente y no duerme, aunque lo parezca.<br />
Haremos bien en rezar, con la oración que en la misa sigue al Padrenuestro:<br />
"líbranos de to<strong>do</strong> mal... protegi<strong>do</strong>s de toda perturbación"...<br />
Cristo, razón de ser y novedad radical<br />
La presencia de Cristo en nuestra barca la podemos ver desde otro punto de<br />
vista, tal como la ve Pablo en su carta.<br />
Es admirable la figura de Pablo: ¿de dónde saca tanta fuerza y tantos<br />
ánimos para realizar su ministerio con esa energía y esa perseverancia, en<br />
medio de tantas dificultades? La respuesta aparece clara en sus escritos: la<br />
respuesta es Cristo Jesús. La fe que él ha puesto en el Resucita<strong>do</strong> explica<br />
toda su vida: "nos apremia el amor de Cristo". Y llegará a decir: "yo vivo,<br />
pero no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí" (Ga 2,20).<br />
Ese Cristo que ha muerto por to<strong>do</strong>s y que ha resucita<strong>do</strong> es quien motiva<br />
la vida de un cristiano: "Cristo murió por to<strong>do</strong>s". También a cada uno de<br />
nosotros "nos apremia el amor de Cristo". O como decía san Benito en<br />
su Regla, "nada se anteponga al amor de Cristo". Lo que dice Pablo -que<br />
tenemos que vivir para Cristo-, lo repetimos en la Plegaria Eucarística IV