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aldazabal, jose - do..

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ideológicas e interrogantes muy serios sobre la existencia del mal en el<br />

mun<strong>do</strong>, o sobre la Iglesia misma, o la actualidad de su <strong>do</strong>ctrina moral, o el<br />

mal ejemplo de algunos de sus pastores o la escasez de vocaciones. Otras<br />

veces nos zarandean dudas incluso de fe y crisis personales de fidelidad.<br />

Hombres de poca fe<br />

A los cristianos no se nos ha prometi<strong>do</strong> una travesía pacífica del mar de<br />

esta vida, aunque llevemos a Cristo en la barca. Nuestra historia es a veces<br />

una historia de tempestades. Cuan<strong>do</strong> Marcos escribe su evangelio, la<br />

comunidad cristiana sabe ya mucho de persecuciones y de dificultades.<br />

Además, muchas veces parece que Dios calla y se muestra indiferente a<br />

nuestros males y Cristo está pacíficamente <strong>do</strong>rmi<strong>do</strong> mientras los demás<br />

luchan por su vida. Seguro que alguna vez también a nosotros nos ha<br />

veni<strong>do</strong> espontánea una oración de protesta, queján<strong>do</strong>nos de esta aparente<br />

lejanía de Dios y con deseos de gritarle como Job a Yahvé, o como los<br />

apóstoles a Jesús: ¿por qué duermes? ¿no te importa que nos hundamos?<br />

Haríamos nuestras con gusto las preguntas que los salmistas se atreven<br />

a dirigir a Dios: "Señor, no te quedes calla<strong>do</strong>, despiértate, levántate y<br />

defiéndeme", "despierta ya, ¿por qué duermes, Señor? ¿por qué ocultas tu<br />

rostro?", "¿hasta cuán<strong>do</strong>, Señor, seguirás olvidán<strong>do</strong>me?"...<br />

Tal vez merecemos también nosotros, en estas circunstancias, un reproche<br />

del Dios to<strong>do</strong>poderoso y misericordioso, al que se nos ocurre pedir cuentas<br />

de por qué permite el mal, o de Cristo, que nos tiene que echar en cara<br />

nuestra poca fe, aun después de haber presencia<strong>do</strong> que <strong>do</strong>mina no sólo las<br />

enfermedades y la muerte, sino también las fuerzas de la naturaleza: ¿por<br />

qué sois tan cobardes? ¿por qué tenéis tan poca fe?<br />

Nos hace falta más fe, una fe que nos ayude a remar contra viento y marea.<br />

El Dios que es crea<strong>do</strong>r omnipotente es a la vez Padre. El que creó el mar<br />

es a la vez el Dios salva<strong>do</strong>r y cercano. ¿Cómo podemos pensar que no<br />

busca nuestro bien? Ese Jesús que está en nuestra barca, aunque le veamos<br />

<strong>do</strong>rmi<strong>do</strong>, ¿cómo podemos sospechar que no le importa nuestro destino, o<br />

que permanece indiferente ante la posibilidad de que cada uno de nosotros<br />

se hunda o no? También la muerte injusta de Jesús en la cruz podía suscitar<br />

El tiempo ordinario 327<br />

interrogantes dramáticos, pero Dios sacó bien de esa muerte para toda la<br />

humanidad.<br />

Lo que pasa es que Dios a veces parece callar o <strong>do</strong>rmir. En vez de<br />

responder racionalmente a nuestras preguntas, nos plantea él a nosotros<br />

otras, como Yahvé a Job, y como Cristo a sus apóstoles. Puede ser que a<br />

él no le preocupen tanto los interrogantes que nos acucian a nosotros, sino<br />

otros que nosotros no nos planteamos y según él son más importantes. ¿No<br />

será que a Dios le preocupa más la calma chicha de nuestra embarcación<br />

que las turbulencias de su travesía? ¿nuestra pereza que nuestros mie<strong>do</strong>s?<br />

¿nuestro conformismo y autosatisfacción que nuestras dudas?<br />

Nos quedaremos tal vez sin saber la respuesta racional de nuestros<br />

interrogantes, pero los tenemos que vivir con confianza en el Dios que<br />

salva, y que sabrá cómo conseguir en to<strong>do</strong> nuestro bien. Dios nos está<br />

presente y no duerme, aunque lo parezca.<br />

Haremos bien en rezar, con la oración que en la misa sigue al Padrenuestro:<br />

"líbranos de to<strong>do</strong> mal... protegi<strong>do</strong>s de toda perturbación"...<br />

Cristo, razón de ser y novedad radical<br />

La presencia de Cristo en nuestra barca la podemos ver desde otro punto de<br />

vista, tal como la ve Pablo en su carta.<br />

Es admirable la figura de Pablo: ¿de dónde saca tanta fuerza y tantos<br />

ánimos para realizar su ministerio con esa energía y esa perseverancia, en<br />

medio de tantas dificultades? La respuesta aparece clara en sus escritos: la<br />

respuesta es Cristo Jesús. La fe que él ha puesto en el Resucita<strong>do</strong> explica<br />

toda su vida: "nos apremia el amor de Cristo". Y llegará a decir: "yo vivo,<br />

pero no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí" (Ga 2,20).<br />

Ese Cristo que ha muerto por to<strong>do</strong>s y que ha resucita<strong>do</strong> es quien motiva<br />

la vida de un cristiano: "Cristo murió por to<strong>do</strong>s". También a cada uno de<br />

nosotros "nos apremia el amor de Cristo". O como decía san Benito en<br />

su Regla, "nada se anteponga al amor de Cristo". Lo que dice Pablo -que<br />

tenemos que vivir para Cristo-, lo repetimos en la Plegaria Eucarística IV

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