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84<br />
Empezamos bien el año<br />
-II-<br />
Toda la celebración rezuma "buena noticia": estamos en la octava de la<br />
Navidad, celebran<strong>do</strong> todavía "el día santo en que la Virgen María dio a luz<br />
al Salva<strong>do</strong>r del mun<strong>do</strong>" (embolismo propio en el Canon Romano). En medio<br />
de un mun<strong>do</strong> que no abunda precisamente en alegrías profundas, la fiesta<br />
de hoy nos "felicita" a to<strong>do</strong>s el nuevo año proclaman<strong>do</strong> la buena noticia del<br />
Dios-con-nosotros e imploran<strong>do</strong> su bendición sobre nuestras vidas.<br />
Si los sacer<strong>do</strong>tes del AT bendecían a sus fieles de parte de Dios y les deseaban<br />
la paz -"ilumine su rostro sobre ti... te conceda la paz"-, los cristianos<br />
sabemos que hemos si<strong>do</strong> bendeci<strong>do</strong>s todavía con mayor plenitud en el Hijo.<br />
Su venida ha si<strong>do</strong> la mejor garantía de bendición y de paz para nosotros. El<br />
ángel lo anunció a los pastores: "gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra<br />
a los hombres".<br />
Vale la pena releer la "bendición solemne" que el Misal propone para hoy y<br />
que el presidente de la Eucaristía pronunciará con énfasis al final de la misa:<br />
"El Dios, fuente y origen de toda bendición, os conceda su gracia... y os<br />
proteja durante to<strong>do</strong> este año que hoy comenzamos... os mantenga íntegros<br />
en la fe, inconmovibles en la esperanza y perseverantes en la caridad... Os<br />
conceda un feliz y próspero año nuevo, escuche vuestras súplicas y os lleve<br />
a la vida eterna".<br />
¿Podemos desear algo mejor? Lo vamos a necesitar los <strong>do</strong>ce meses del año<br />
que empieza.<br />
Le pusieron por nombre Jesús, que significa Dios-salva<br />
Estamos todavía en Navidad. Lo que celebramos es que Dios se ha acerca<strong>do</strong><br />
a nosotros al encarnarse en nuestra historia.<br />
El nombre que le pusieron, siguien<strong>do</strong> la indicación del ángel, fue "Jesús",<br />
que en hebreo significa "Dios salva": el nombre más significativo que se le<br />
podía poner al Mesías, equivalente al de Dios-con-nosotros.<br />
Navidad 85<br />
La gracia fundamental de la Navidad es que Dios se ha introduci<strong>do</strong> definitivamente<br />
en nuestra historia, que se ha hecho uno de nosotros para salvarnos<br />
desde dentro, por medio de su Hijo. Esta salvación ya ha empeza<strong>do</strong>, pero<br />
está destinada a llegar a su plenitud al final: "así como nos llena de gozo<br />
celebrar el comienzo de nuestra salvación, nos alegremos un día de alcanzar<br />
su plenitud" (oración sobre las ofrendas).<br />
Somos hijos<br />
Como dice Pablo en su carta de hoy, "Dios envió a su Hijo para que recibiéramos<br />
el ser hijos por a<strong>do</strong>pción".<br />
Nuestra auténtica relación con Dios no es sólo de creaturas, y menos de<br />
esclavos. El Hijo de Dios se ha hecho hermano nuestro para que nosotros<br />
seamos hijos en la familia de Dios, "de manera que ya no eres esclavo,<br />
sino hijo, y si hijo, también heredero" junto con Cristo. Por eso, movi<strong>do</strong>s<br />
desde dentro por el mismo Espíritu que movía a Jesús, podemos exclamar<br />
en verdad "Abbá, Padre".<br />
El prólogo del evangelio de Juan, que leemos en estas fiestas, nos dice que<br />
"a cuantos lo recibieron les dio poder ser hijos de Dios", afirmación que<br />
continúa en una de sus cartas: "mirad qué amor nos ha teni<strong>do</strong> el Padre: que<br />
somos llama<strong>do</strong>s hijos de Dios, y lo somos".<br />
Nos hace bien que al principio del año se nos recuerde esta convicción que<br />
da un tono distinto a nuestra historia: somos hijos en la casa de Dios. Puede<br />
ser que no gocemos de mucha salud, y que nuestra situación social no sea<br />
envidiable, y que nuestras cualidades no sean muy brillantes. Pero lo que<br />
nadie nos quita es esto: que somos hijos en la familia de Dios, que Dios<br />
nos quiere como a sus hijos. Eso no es un mero consuelo psicológico, sino<br />
teología. Sea lo que sea lo que nos vaya a deparar el año nuevo, una cosa es<br />
importante: a lo largo de to<strong>do</strong>s sus días, Dios seguirá sien<strong>do</strong> nuestro Padre<br />
y nos querrá como a hijos.<br />
Aquí está también la motivación principal de esa paz que to<strong>do</strong>s deseamos<br />
en casa propia y en to<strong>do</strong> el mun<strong>do</strong>: si to<strong>do</strong>s nos sabemos hijos en la casa de<br />
Dios, sacaremos la conclusión de que to<strong>do</strong>s somos hermanos y nos sentiremos<br />
invita<strong>do</strong>s a tratarnos como tales.