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Aunque habla de esa sumisión de la mujer al mari<strong>do</strong>, en seguida habla<br />
también de los deberes del mari<strong>do</strong>, que debe amar a su mujer y entregarse<br />
por ella.<br />
En ambas direcciones, se basa primero en la voluntad originaria de Dios<br />
en el Génesis: "aban<strong>do</strong>nará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá<br />
a su mujer y serán los <strong>do</strong>s una sola carne". Por eso, "que cada uno ame<br />
a su mujer como a sí mismo", como a su propia carne. En seguida añade<br />
el ejemplo de Cristo y la Iglesia. La mujer, para con su mari<strong>do</strong>, debe<br />
personificar a la Iglesia en su relación de amor y sumisión a Cristo. El<br />
mari<strong>do</strong>, para con su mujer, debe personificar a Cristo mismo en su relación<br />
de amor y respeto a la Iglesia.<br />
En to<strong>do</strong> ello, ciertamente no pretende Pablo cambiar la situación social<br />
de su tiempo en cuanto a la vida familiar y matrimonial, ni canonizar<br />
una situación de sumisión de la mujer con relación al hombre. Lo que<br />
hace es sacar las consecuencias de la fe cristiana también sobre la vida<br />
matrimonial. Debe prevalecer en ambos el respeto y la sumisión mutuas:<br />
"sed sumisos unos a otros con respeto cristiano", espeján<strong>do</strong>nos en Cristo,<br />
que amó y se entregó a sí mismo por la Iglesia. Es como cuan<strong>do</strong> en la<br />
vida religiosa se habla de la obediencia que un religioso debe al superior,<br />
cosa que hay que verla en conexión con el deber que tiene el superior de<br />
entender su autoridad como servicio.<br />
La conclusión solemne de Pablo es que la relación del mari<strong>do</strong> y la mujer es<br />
como un "sacramento", un signo eficaz del amor que se tienen Cristo y su<br />
Iglesia: "es este un gran misterio, y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia". El<br />
amor de Cristo a su Iglesia no es precisamente romántico: lo demostró en<br />
su entrega en la cruz y es permanente, indisoluble.<br />
En nuestras relaciones comunitarias -familiar o de comunidad religiosa o<br />
parroquial- deberíamos aceptar este criterio profun<strong>do</strong>: ver a Cristo en los<br />
demás, imitar a Cristo en su entrega. Esto vale para todas las culturas y<br />
para todas las situaciones.<br />
DOMINGO 22 DEL TIEMPO ORDINARIO<br />
Vuelve Marcos<br />
-I-<br />
Después del paréntesis que hemos hecho los últimos cinco <strong>do</strong>mingos,<br />
leyen<strong>do</strong> el capítulo de Juan sobre el Pan de la Vida, volvemos a partir de<br />
hoy a leer al evangelista del año, san Marcos.<br />
Además hoy damos comienzo a la carta de Santiago, que nos acompañará<br />
durante cinco <strong>do</strong>mingos. Es una carta de un conoce<strong>do</strong>r y amante de la<br />
espiritualidad judía, basada en citas del AT y dirigida a los cristianos<br />
converti<strong>do</strong>s del judaismo y que ahora están esparci<strong>do</strong>s: "las <strong>do</strong>ce tribus<br />
dispersas". Más que una carta es una exhortación homilética sobre el estilo<br />
de vida que deberían llevar los segui<strong>do</strong>res de Jesús.<br />
En ella escucharemos consignas concretas que sacuden el conformismo<br />
y tienen gran actualidad, como la relatividad de las riquezas, la fortaleza<br />
ante las pruebas y la no acepción de personas. Empezará hoy por avisarnos<br />
que no basta con escuchar la Palabra de Dios, sino que hay que llevarla a<br />
la práctica en la vida.<br />
Deuteronomio 4,1-2.6-8. No añadáis nada a lo que os man<strong>do</strong>...,<br />
así cumpliréis los preceptos del Señor<br />
Moisés recomienda a su pueblo, antes de concluir la peregrinación por