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70<br />
El "maravilloso intercambio" que nos salva<br />
Algunos textos de esta fiesta hablan de un admirable intercambio que sucede<br />
en la Navidad: "hoy resplandece ante el mun<strong>do</strong> el maravilloso intercambio<br />
que nos salva, pues al revestirse tu Hijo de nuestra frágil condición, no sólo<br />
confiere dignidad eterna a la naturaleza humana, sino que por esta unión<br />
admirable nos hace a nosotros eternos" (prefacio III).<br />
Lo dicen otras oraciones: "haznos participar de la divinidad de tu Hijo que,<br />
al asumir la naturaleza humana, nos ha uni<strong>do</strong> a la tuya de mo<strong>do</strong> admirable",<br />
"compartir la vida divina de aquel que hoy se ha digna<strong>do</strong> compartir con el<br />
hombre la condición humana".<br />
Es la noticia de la "humanización" de Dios y de la "divinización" del hombre:<br />
el hombre ha si<strong>do</strong> eleva<strong>do</strong> a la categoría de hijo en la casa de Dios.<br />
Miran<strong>do</strong> también al futuro<br />
En la Navidad, que parecería sólo una celebración histórica, o en to<strong>do</strong> caso<br />
una actualización de la gracia que Dios nos comunica hoy y aquí, miramos<br />
también al futuro.<br />
Pablo, por ejemplo, además de proponernos como motivo de alegría que<br />
"ha apareci<strong>do</strong> la gracia de Dios", también nos invita a mirar hacia el final<br />
de los tiempos, "aguardan<strong>do</strong> la dicha que esperamos: la aparición gloriosa<br />
del gran Dios y Salva<strong>do</strong>r Jesucristo".<br />
En las oraciones pedimos a Dios: "concédenos gozar en el cielo del esplen<strong>do</strong>r<br />
de su gloria a los que hemos experimenta<strong>do</strong> la claridad de su presencia en la<br />
tierra", "concédenos que, así como ahora acogemos, gozosos, a tu Hijo como<br />
redentor, lo recibamos también confia<strong>do</strong>s cuan<strong>do</strong> venga como Juez".<br />
De nuevo estamos en la dinámica de la historia de la salvación, que ha<br />
esta<strong>do</strong> presente durante el Adviento: la venida humilde de Jesús en Belén<br />
es el comienzo de nuestra salvación. Su venida última y gloriosa, que no<br />
sabemos cuán<strong>do</strong> ni cómo será, nos llenará de alegría si hemos sabi<strong>do</strong> vivir<br />
conforme a su programa de vida. En la oración que sigue en la misa al<br />
Padrenuestro decimos cada día: "mientras esperamos la gloriosa venida de<br />
nuestro Salva<strong>do</strong>r Jesucristo".<br />
Navidad 71<br />
Los pastores, maestros de la acogida<br />
Fueron unas personas sencillas las que supieron ver la llegada de los tiempos<br />
mesiánicos y acogieron al Envia<strong>do</strong> de Dios. Ante to<strong>do</strong> esa joven pareja de<br />
creyentes que se llamaban José y María. Luego, los pastores, que hicieron<br />
caso a la invitación de los ángeles, corrieron a Belén y reconocieron al<br />
Mesías a pesar de la extrema pobreza de su venida.<br />
Otros, los importantes de Jerusalén, las autoridades tanto políticas como<br />
religiosas, no se enteraron, o no se quisieron enterar. Los pastores, sí. A<br />
veces son las personas humildes las que están más abiertas a la salvación<br />
y a la fe. Jesús, ya desde su nacimiento, pertenece a los pobres, que serán<br />
también sus predilectos en su actuación y en sus enseñanzas: basta recordar<br />
las bienaventuranzas.<br />
To<strong>do</strong>s somos invita<strong>do</strong>s a esta actitud de acogida. Dios se nos ha acerca<strong>do</strong>,<br />
Dios es Dios-con-nosotros, y ha queri<strong>do</strong> compartir nuestra vida para que<br />
nosotros, acogién<strong>do</strong>le, compartamos la suya. Sea cual sea nuestro esta<strong>do</strong><br />
social, o nuestra edad, o nuestra cultura, to<strong>do</strong>s somos importantes para<br />
Dios. Esta Navidad podemos decir, con mayor senti<strong>do</strong> que nunca, y desde<br />
el fon<strong>do</strong> de nuestro ser, la oración del Padrenuestro que nos enseñó Jesús.<br />
Porque el Hijo de Dios se ha hecho Hermano nuestro, to<strong>do</strong>s somos hijos<br />
en la familia de Dios.<br />
Podemos espejarnos en esos pastores de Belén y acoger con fe y hasta con<br />
emoción a Dios en nuestras vidas. Y, además, ser apóstoles y evangeliza<strong>do</strong>res<br />
para con los demás: "el que encomendó al ángel anunciar a los pastores la<br />
gran alegría del nacimiento del Salva<strong>do</strong>r os llene de gozo y os haga también<br />
a vosotros mensajeros del Evangelio" (bendición solemne).<br />
Consecuencia para la vida<br />
Esto no sólo provoca nuestras alabanzas y cantos en la celebración litúrgica.<br />
Debe también producir un cambio en nuestras vidas. Sería una pena que<br />
también de nosotros se tuviera que decir: "vino a su casa y los suyos no le<br />
recibieron". O lo que pasó a la pareja José y María, que andaban buscan<strong>do</strong><br />
una casa para dar a luz y no hubo sitio en ninguna para ellos.