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DOMINGO 14 DEL TIEMPO ORDINARIO<br />
Tiempos de incredulidad<br />
-I-<br />
Con el evangelio de hoy termina lo que podemos llamar una etapa de la<br />
predicación de Jesús, o de la presentación que Marcos va hacien<strong>do</strong> de<br />
Jesús y su obra, junto con las reacciones que provoca.<br />
Y termina con un panorama de fracaso: la incredulidad precisamente de los<br />
más cercanos. El mismo Jesús se extraña de la poca fe de sus paisanos. Es<br />
un retrato muy humano, nada mitifica<strong>do</strong>: no "puede" hacer milagros, que<br />
serían inútiles, porque ve que no tienen fe.<br />
Las tres lecturas de hoy nos presentan el panorama de la incredulidad,<br />
también la de Ezequiel y la de Pablo (aunque por lo general la segunda<br />
lectura no tiene coincidencia de mensajes con las otras). Es un aspecto muy<br />
actual para los cristianos que vivimos y queremos anunciar el evangelio en<br />
el mun<strong>do</strong> de hoy.<br />
Ezequiel 2, 2-5. Son un pueblo rebelde,<br />
sabrán que hubo un profeta en medio de ellos<br />
Ezequiel fue un profeta que compartió con sus contemporáneos el destierro<br />
de Babilonia, en el siglo VI antes de Cristo.<br />
El tiempo ordinario 337<br />
El pasaje que leemos hoy es desola<strong>do</strong>r: Dios mismo le manda que hable al<br />
pueblo, pero a la vez le avisa que no le escucharán, porque es "un pueblo<br />
rebelde" y son "testaru<strong>do</strong>s y obstina<strong>do</strong>s". A pesar de eso, tiene que hablar<br />
como profeta, aunque no le hagan caso, y así "sabrán que hubo un profeta<br />
en medio de ellos".<br />
El salmista se pone de la parte del profeta al que no le hacen caso, pero<br />
no pierde la esperanza, y pide a Dios que le ayude en esos momentos<br />
tan críticos: "misericordia, Señor, misericordia, que estamos sacia<strong>do</strong>s de<br />
desprecios... nuestros ojos están en el Señor, esperan<strong>do</strong> su misericordia".<br />
Es hermosa la comparación de los siervos que están atentos a los deseos<br />
de su amo: "los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores... así<br />
están nuestros ojos en el Señor, esperan<strong>do</strong> su misericordia".<br />
2 Corintios 12, 7b-10. Presumo de mis debilidades,<br />
porque así residirá en mí la fuerza de Cristo<br />
El último pasaje que en el leccionario <strong>do</strong>minical leemos de la segunda<br />
carta a los Corintios también es una página patética.<br />
Pablo confiesa las "debilidades" que experimenta en su vida: insultos,<br />
privaciones, persecuciones, dificultades de to<strong>do</strong> tipo. Es misteriosa la<br />
alusión a "una espina que le han meti<strong>do</strong> en la carne" y al "ángel de Satanás<br />
que me apalea" (¿alguna enfermedad corporal? ¿dificultades de tipo<br />
espiritual?). A pesar de to<strong>do</strong>, no pierde la confianza. Eso le hace humilde:<br />
"para que no tenga soberbia", y lo único que puede aportar de propio son<br />
precisamente sus debilidades. Pero cuenta con la ayuda de Dios: "te basta<br />
mi gracia", "residirá en mí la fuerza de Cristo". Entonces experimenta que<br />
"cuan<strong>do</strong> soy débil, entonces soy fuerte".<br />
Marcos 6,1-6. No desprecian a un profeta más que en su tierra<br />
Después de resucitar a la hija de Jairo, en Cafarnaún, Jesús va a su pueblo,<br />
Nazaret. Allí se encuentra con una acogida fría. Predica en la sinagoga,<br />
pero lo único que consigue es que sus paisanos se pregunten de dónde le<br />
vienen esa sabiduría y esos milagros que dicen que hace.