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412<br />
La lección de la servicialidad gratuita, que trastoca todas las consignas<br />
de este mun<strong>do</strong> -¿a quién se le ocurre decir "quien quiera ser el primero,<br />
que sea el último de to<strong>do</strong>s y el servi<strong>do</strong>r de to<strong>do</strong>s"?-, la puede dar Cristo<br />
porque es el que mejor la cumple. Toda su vida está en actitud de entrega<br />
por los demás: "no he veni<strong>do</strong> a servi<strong>do</strong> sino a servir y a dar mi vida por<br />
los demás". Es una actitud que manifestará plásticamente a sus discípulos<br />
cuan<strong>do</strong> le vean ceñirse la toalla y arrodillarse ante ellos para lavarles los<br />
pies. Pero sobre to<strong>do</strong> cuan<strong>do</strong> en la cruz entregue su vida por la salvación<br />
del mun<strong>do</strong>.<br />
La salvación del mun<strong>do</strong> vino a través de la cruz de Cristo. Si nosotros<br />
queremos colaborar con él y hacer algo váli<strong>do</strong> en la vida, tendremos<br />
que contar en nuestro programa con el sufrimiento y el esfuerzo, con la<br />
renuncia y la entrega gratuita. Seguimos a un Salva<strong>do</strong>r humilde, que se<br />
hizo el último de to<strong>do</strong>s, aparentemente fracasa<strong>do</strong>, el Siervo de to<strong>do</strong>s, hasta<br />
la muerte. El discípulo no puede ser más que el Maestro.<br />
La Iglesia se ha declara<strong>do</strong>, en el Vaticano II, servi<strong>do</strong>ra de la humanidad,<br />
y no dueña y matrona que lo sabe to<strong>do</strong> y que exige ser servida. Cuan<strong>do</strong><br />
comulgamos en Misa con "el entrega<strong>do</strong> por", debemos ir aprendien<strong>do</strong> a<br />
ser también nosotros los "entrega<strong>do</strong>s por", servi<strong>do</strong>res de los demás.<br />
Sembrar paz<br />
Para Santiago, como escuchamos hoy, la verdadera sabiduría, la que "viene<br />
de arriba", es pura y "amante de la paz".<br />
¡Vaya cuadro que describe Santiago de una comunidad!: "codiciáis...<br />
matáis... ardéis en envidia... os combatís y os hacéis la guerra"... Mientras<br />
que tendríamos que ser "amantes de la paz, comprensivos, llenos de<br />
misericordia... sembra<strong>do</strong>res de paz". Si fuéramos más humildes, no<br />
tendríamos tantos disgustos nosotros mismos, y crearíamos menos<br />
situaciones de tensión.<br />
Eso tiene su aplicación, siempre actual, en la relación de los pueblos entre<br />
sí, y también en la vida de la Iglesia, de nuestras comunidades y familias:<br />
porque to<strong>do</strong>s queremos ser más, pasar por delante de los demás, como los<br />
apóstoles en el evangelio.<br />
El tiempo ordinario 413<br />
Cuan<strong>do</strong> momentos antes de ir a comulgar, en la Misa, nos "damos<br />
fraternalmente la paz", el gesto no refleja sólo los sentimientos de ese<br />
momento, sino que quiere ser símbolo de lo que nos proponemos hacer a lo<br />
largo de la jornada y de la semana. Cuan<strong>do</strong> saludamos al que está a nuestro<br />
la<strong>do</strong>, antes de ir juntos a recibir al Señor, es bueno que nos preguntemos:<br />
¿en verdad yo favorezco la paz a mi alrede<strong>do</strong>r?, ¿sé poner un poco de aceite<br />
en las junturas para que no chirríen? ¿soy persona de paz o de división? Esa<br />
paz que nos damos en Misa debe durar 24 horas.<br />
Tendríamos que hacernos merece<strong>do</strong>res de una de las bienaventuranzas de<br />
Jesús: "bienaventura<strong>do</strong>s los que trabajan por la paz, porque ellos serán<br />
llama<strong>do</strong>s hijos de Dios".