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Tito, 3, 4-7. Según su propia misericordia nos ha salva<strong>do</strong><br />
También es breve, pero jugoso, el pasaje de la carta que Pablo escribe a Tito,<br />
el responsable de la comunidad de Creta.<br />
Le ofrece una serie de consignas para la vida de aquellos cristianos, motivadas<br />
porque "ha apareci<strong>do</strong> la bondad de Dios y su amor al hombre". Pablo<br />
se refiere al Bautismo, a la iniciación cristiana que ya han celebra<strong>do</strong> esos<br />
cristianos, iniciación que es "segun<strong>do</strong> nacimiento" y "renovación por el<br />
Espíritu Santo". La llegada del amor de Dios y la experiencia del Bautismo<br />
para los cristianos les hace mirar hacia delante, porque "somos, en esperanza,<br />
herederos de la vida eterna".<br />
Lucas 2,15-20. Los pastores encontraron a María y a José y al Niño<br />
Este pasaje es continuación del evangelio de la medianoche: los pastores,<br />
después de oír el anuncio de los ángeles, corren a Belén, encuentran al Niño<br />
con sus padres y se convierten en pregoneros de su venida.<br />
Es una escena muy sencilla y humana, pero admiramos la actitud de fe de<br />
aquellos pastores, que reconocen al Mesías en su pobreza y le a<strong>do</strong>ran, y<br />
luego cuentan a to<strong>do</strong>s su experiencia, convirtién<strong>do</strong>se en evangeliza<strong>do</strong>res de<br />
la Buena Nueva para to<strong>do</strong>s los que les quieran oír. Mientras tanto, la madre,<br />
María, medita to<strong>do</strong> esto en su corazón.<br />
MISA DEL DÍA<br />
Isaías 52, 7-10. Verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios<br />
El profeta, probablemente el segun<strong>do</strong> Isaías, nos invita a la esperanza porque<br />
Dios "consuela a su pueblo y rescata a Jerusalen". La promesa se refiere a<br />
los tiempos del destierro en Babilonia y a su próximo final. Pero nosotros<br />
leemos el pasaje desde la perspectiva de la encarnación del Hijo de Dios.<br />
Si en el AT se hablaba de lo hermosos que son los pies del mensajero que<br />
trae buenas noticias, los cristianos podemos leer con más alegría que los<br />
oyentes de Isaías el anuncio de que "tu Dios es Rey", o que "ven cara a cara<br />
Navidad 67<br />
al Señor", o que "verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios".<br />
En verdad, "¡qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que<br />
anuncia la paz!".<br />
El salmo nos hace cantar sentimientos de alegría y victoria: "cantad al<br />
Señor un cántico nuevo porque ha hecho maravillas", y hemos repeti<strong>do</strong><br />
con convicción: "los confines de la tierra han contempla<strong>do</strong> la victoria de<br />
nuestro Dios".<br />
Hebreos 1,1-6. Dios nos ha habla<strong>do</strong> por el Hijo<br />
Escribien<strong>do</strong> a cristianos que proceden del judaismo, el autor de esta carta<br />
puede argumentar a partir del AT, para hacer ver cómo en Cristo se cumplen<br />
en plenitud todas las promesas.<br />
Los versículos que leemos hoy son como un resumen de toda la carta y una<br />
cristología concentrada: Dios nos ha habla<strong>do</strong> por los profetas, y ahora lo hace<br />
por medio de su Hijo. Cristo es "reflejo de la gloria" de Dios y "sostiene el<br />
universo con su palabra poderosa". Es Hijo y Heredero, es superior a to<strong>do</strong>s<br />
los ángeles; y ya desde la creación inicial, por medio de él, Dios "ha i<strong>do</strong><br />
realizan<strong>do</strong> las edades del mun<strong>do</strong>".<br />
Juan 1,1-18. La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros<br />
El evangelio de hoy nos ayuda a profundizar en la celebración de la Navidad:<br />
es el prólogo del evangelio de Juan. Esta lectura, junto con las anteriores,<br />
da a la Misa de hoy un tono contemplativo y teológico en las fiestas del<br />
Nacimiento del Hijo de Dios.<br />
Este evangelio nos habla de la pre-existencia del Verbo en el seno de Dios,<br />
como el "Logos", la Palabra viviente, por la que es crea<strong>do</strong> el universo.<br />
Pero en la plenitud del tiempo se hace hombre, se encarna y "acampa entre<br />
nosotros", nos revela al Padre y nos hace partícipes de la plenitud de su<br />
gracia y de su vida.<br />
Es verdad que muchos, a pesar de que "viene a su casa", no le acogen. Pero<br />
los que le acogen reciben el mejor <strong>do</strong>n: ser hijos de Dios.