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En mitad de la noche me despierta un llanto ahogado, Raven esta arrodillada sobre Blue. Se me<br />

desfonda el estómago y me invade el pánico, nunca antes había visto llorar a Raven. Me da miedo hablar,<br />

respirar, moverme. Sé que debe de creer que estamos dormidos; de otro modo, nunca se permitiría llorar.<br />

Soy incapaz de quedarme en silencio. Hago ruido con el saco de dormir y al momento cesa el llanto.<br />

Me incorporo<br />

—¿Estas…?— susurro. No puedo pronunciar la última palabra.<br />

Muerta.<br />

Raven niega con la cabeza<br />

—No respira muy bien<br />

—Al menos respira—digo. Se extiende entre nosotras un largo silencio. Estoy desesperada por<br />

arreglar esto. Sin saber cómo, sé que si perdemos a Blue perderemos también una parte de Raven. Y la<br />

necesitamos, en especial ahora que Tack no está—.<br />

—Se podrá mejor— la reconforto—. Estoy segura de que se va a poner bien.<br />

Raven se vuelve hacia mí. El fuego refleja en sus ojos y hace que brillen como los de un animal.<br />

—No— replica con sencillez—. No se va a poner bien.<br />

Su voz está llena de certeza. No puedo contradecirla. Durante un instante, no dice nada más. Luego<br />

continúa:<br />

—¿Sabes por qué la llamé Blue?<br />

La pregunta me sorprende.<br />

—Creía que por sus ojos.<br />

Raven se vuelve hacia el fuego y se abraza las rodillas.<br />

—Yo vivía en Yarmouth, cerca de una alambrada fronteriza. Una zona pobre. Nadie más quería vivir<br />

tan cerca de la tierra salvaje. Siempre afirmaba que no existía tal cosa. Que no había un antes.<br />

—Yo era como todo los demás, la verdad. Simplemente aceptaba lo que la gente me decía y no<br />

pensaba mucho más en ello. Solo los curados van al cielo. Las patrullas están para protegernos. Los<br />

incurados son sucios, se vuelven como animales. La enfermedad te pudre desde dentro. La estabilidad es<br />

adoración a Dios y felicidad — se encoge de hombros, como si quisiera sacudirse el recuerdo de la<br />

persona que era entonces—. Solo que yo no me sentía feliz, y no comprendía por qué. No comprendía por<br />

qué no podía ser como los demás.<br />

Entonces me acuerdo de Hana, dando vueltas en su habitación con los brazos extendido diciendo:<br />

"¿crees que esto es todo? ¿Qué no hay nada más?".<br />

—El verano que cumplí catorce años, empezaron una nueva construcción junto a la cerca. En realidad<br />

eran viviendas sociales para las familias más pobres de Yarmouth: los que habían sido mal emparejados<br />

y la gente que había adquirido fama de simpatizante, aunque no fuera más que un rumor. Ya sabes cómo<br />

es. por el día jugábamos cerca de la obra. Éramos unos cuantos. Claro, teníamos cuidado de mantenernos<br />

separados, los chicos y las chicas. Había una línea que nos dividía: todo lo que estaba al este del agua<br />

nos pertenecía y lo que estaba al oeste era de ellos —se ríe suavemente—. Ahora me parece un sueño.<br />

Pero en aquel momento me resultaba lo más normal del mundo.<br />

—No había nada con lo que compararlo—digo, y ella me lanza una rápida mirada y asiente<br />

bruscamente.<br />

—Luego hubo una semana de lluvias. Las construcción se paró y nadie quería explorar la obra. A mí

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